Capítulo 414
La preocupación debió notarse en mi rostro, porque Gabi me envolvió en un abrazo cálido y reconfortante. Su perfume floral inundó mis sentidos mientras sus palabras resonaban con esa despreocupación tan característica suya.
-No te angusties tanto, mi amor. El matrimonio no es una sentencia perpetua. Si las cosas no funcionan, siempre existe el divorcio.
-Si se pasa de listo, lo mando a volar en un dos por tres.
Su actitud desenfadada hacia el amor y el matrimonio, junto con la certeza de que siempre podría contar conmigo si las cosas salían mal, disipó mis últimas preocupaciones. En ese momento, tanto Gabi como yo compartíamos una visión similar: si funcionaba, perfecto; si no, cada quien por su lado.
“Qué simple suena todo en teoría… Lástima que la vida real rara vez respeta nuestros planes.”
A pesar de que Alejandro logró convencer al abuelo de Rafael de no interferir más con mi empresa, el incidente me hizo replantear el rumbo de mi negocio. Necesitaba fortalecer mis operaciones, no solo para evitar futuras amenazas, sino también para garantizar la estabilidad de mis empleados.
La oportunidad llegó en forma de una licitación gubernamental. Mi propuesta no buscaba ganancias exorbitantes, sino crear un impacto positivo en la comunidad. Conseguí el contrato operando casi al costo, transformando mi empresa en una colaboradora del gobierno en proyectos de beneficio social.
Durante el proceso de licitación, la familia Ayala también presentó propuestas para otros proyectos. Ver a Simón y Carla López juntos, proyectando la imagen de un matrimonio feliz, ya no desgarraba mi alma como antes. Sus gestos de afecto mutuo apenas provocaban un eco lejano de lo que alguna vez fue dolor.
“Pronto podré mirarte sin que mi corazón se agite, Simón. El tiempo realmente lo cura todo.”
Simón, quien se estaba consolidando como el pilar de los Ayala, también había cambiado. Ya no perdía la compostura al verme; mantenía una actitud distante y altiva, como si fuéramos meros conocidos. Quizás él también estaba en camino de mirarme sin que el pasado nublara su juicio.
Los años nos transforman, y con cada experiencia vivida, hasta el amor más intenso puede diluirse en la corriente del tiempo.
-Señorita Miranda -me saludó Carla con una sonrisa estudiada.
Le devolví el gesto con igual cortesía.
-Señorita López.
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Capítulo 414
-Señorita Miranda, el proyecto que acaba de ganar… ¿prácticamente no genera utilidades, verdad? -Su tono destilaba curiosidad mal disimulada.
Una sonrisa suave se dibujó en mis labios.
-Es que el verdadero beneficio está en servir a la comunidad.
Sin darle oportunidad de responder, me excusé.
-Con permiso, señorita López, tengo pendientes que atender.
Mi indiferencia hacia Simón no pasó desapercibida; sus manos se tensaron a los costados de su cuerpo, formando puños involuntarios.
Más tarde, el presidente de la cámara de comercio organizó una recepción para empresarios. Aunque pretendía evitarla para no coincidir con Simón y Carla, la invitación personal del presidente hizo imposible declinar. Mi plan era hacer acto de presencia y retirarme discretamente.
Sin embargo, la esposa del presidente tenía otros planes. Profundamente agradecida por haber atendido a su hermano recientemente, se empeñó en mostrarme una hospitalidad abrumadora. Al enterarse de mi divorcio, decidió que era su misión personal presentarme a posibles pretendientes entre los jóvenes empresarios más prometedores de la velada.
El protocolo social exigía cierta cortesía con las bebidas. A pesar de mi considerable tolerancia al alcohol, desarrollada durante mis años de negocios con Simón, esta noche algo era diferente. Después de apenas un par de copas de champán, una sensación de mareo comenzó a nublar mis sentidos de forma inusual.
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