Capítulo 409
Aunque ya me había preparado mentalmente para sus excusas, escucharlas de sus labios me provocó una punzada de decepción que se extendió por todo mi cuerpo. Las luces de la ciudad. parpadeaban a través de la ventana del auto, difuminándose como mis propias ilusiones.
“La gente siempre te decepciona, ¿no? Por más que intentes creer en ella…”
Los últimos dos años desfilaron por mi mente como una película en cámara lenta. Cada momento compartido, cada risa, cada gesto de aparente bondad… todo parecía ahora unal elaborada mentira. La confianza que había depositado en él se desmoronaba como un castillo de naipes, dejándome con una sensación de vacío en el estómago.
“¿Cómo puede alguien fingir tan bien? ¿Cómo puede una persona parecer tan genuina y resultar tan… falsa?”
Mis pensamientos fueron interrumpidos por su voz insistente a través del teléfono. Justo cuando estaba a punto de ofrecerse a venir de inmediato si yo así lo quería, me adelanté con
voz serena:
-No te preocupes, atiende lo de la fábrica. Es más importante. Cuando termines, me llamas.
Un suspiro de alivio mal disimulado se escuchó al otro lado de la línea.
-¡Claro que sí! Espérame, ¿eh? En cuanto termine voy para allá.
-Ajá–respondí secamente antes de colgar.
Mi mirada se perdió en el paisaje urbano que se deslizaba tras la ventanilla del auto. Las sombras del atardecer comenzaban a teñir la ciudad de tonos violetas y anaranjados, como si el cielo mismo quisiera pintar un cuadro de melancolía.
-Señor Ortega -mi voz sonó más firme de lo que me sentía-, ¿podría conseguir que alguien tome fotos de él y esa chica trabajando juntos? Si vamos a cancelar una boda, necesito una razón contundente.
Una sonrisa conocedora se dibujó en el rostro de Alejandro.
-Por supuesto.
El auto avanzaba silenciosamente por las calles mientras la noche comenzaba a caer. Alejandro rompió el silencio:
-El abuelo de Rafa te puso entre la espada y la pared. ¿Por qué no acudiste a mí en lugar de planear casarte con cualquiera?
Sus palabras me hicieron reflexionar. No suelo compartir mis problemas, pero después de pedirle ayuda con las fotografías, sentía que le debía una explicación.
-No era solo por darle tranquilidad al abuelo de Rafa -admití mientras jugueteaba distraídamente con el borde de mi blusa-. También quería aprovechar la oportunidad para cortar definitivamente mi historia con Simón.
1/2
12:29 0
Capítulo 409
Alejandro permaneció en silencio por unos momentos, como sopesando sus siguientes palabras.
-Aunque ya no tengas que preocuparte por el abuelo de Rafa, si quieres terminar con Simón de una vez por todas, aún puedes casarte -hizo una pausa significativa-. Elige a Rafa.
La mención de esa posibilidad me provocó un nudo en el estómago mientras Alejandro
continuaba:
-Casándote con Rafa no solo cumplirías su sueño, sino que cortarías de raíz cualquier esperanza de Simón. Conoces su obsesión; si te casas con un extraño, no te dejará vivir en paz. Pero si eliges a Rafa… ni siquiera los Ayala se atreverían a meterse con nuestra familia.
Observé a Alejandro con renovada admiración. Bajo esa fachada de frialdad y severidad hacia Rafael, se escondía un tío que solo buscaba lo mejor para su sobrino. Su preocupación genuina por ambos me conmovió.
-¿No te agrada la idea? -preguntó, arqueando una ceja.
-Si estás dispuesta a casarte con alguien para olvidar a Simón, ¿por qué no Rafa?
El silencio se extendió entre nosotros mientras organizaba mis pensamientos. Finalmente, me
sinceré:
-Porque quiero a Rafa como a un hermano. No puedo imaginarme formando una familia con él.
-No es necesario tener hijos ni que el matrimonio sea eterno. Por lo que vemos con Nicolás, lo que brilla en la juventud, esa luz, son solo obsesiones, no es amor verdadero o… Rafael…
Alejandro se interrumpió abruptamente, consciente de que no podía comparar a su sobrino con alguien como Nicolás.
-Me equivoqué con esa comparación -admitió-. Rafa es diferente. Es puro, nunca ha estado con una mujer. No es vulgar ni tiene prejuicios sobre que sea tu segundo matrimonio. Solo quería decir que quizás lo que siente por ti es más una idealización que un amor maduro entre un hombre y una mujer.
Mientras Alejandro continuaba explicándose, una sonrisa triste se dibujó en mis labios.
-Lo sé, Rafa no es ese tipo de persona.
“Parece que soy una tonta que nunca aprende. Incluso después de equivocarme con Nicolás, sigo confiando en la gente…”
20