Capítulo 406
La expectativa del mañana pesaba en mi mente mientras tomaba las llaves del auto. En unas horas, Nicolás y yo firmaríamos nuestra licencia de matrimonio, sellando nuestro destino juntos. El bar me recibió con su característico murmullo de conversaciones y el tintineo de copas. Mis tacones resonaban suavemente sobre el piso de madera pulida mientras me acercaba al área de privados. Mi mano apenas rozaba la puerta entreabierta cuando una voz del interior me detuvo.
-Oye Áуax, mañana te vas a casar con el amor de tu vida, ¿no? Con la mujer por la que has suspirado durante diez años. ¿Entonces qué haces aquí buscando una virgen? Tú que siempre has sido tan correcto, tan fiel…
A través de la rendija, pude observar el perfil de Nicolás bañado por la tenue luz ámbar del privado. El cristal de su copa brilló cuando la levantó para beber un largo sorbo.
-Si supieras lo que siento por ella… -su voz vibraba con una emoción que nunca le había escuchado-. Cuando me dijo que sí, que se casaría conmigo, sentí que tocaba el cielo con las manos. Estos días han sido como vivir en un sueño.
-Pues entonces no entiendo -intervino su amigo-. Si tanto la amas, ¿por qué quieres estar con otra mujer justo antes de tu boda?
Nicolás dejó escapar un suspiro pesado antes de responder.
-Es que mientras más la amo, más me atormenta saber que estuvo casada, que compartió su vida con otro hombre durante años, que hasta perdió un bebé…
La copa tembló ligeramente en sus manos mientras continuaba.
-Sé que no debería importarme. Ella es la mujer que he amado toda mi vida, y tener la oportunidad de estar a su lado es más de lo que merezco, pero… mientras más intento ignorar estos pensamientos, más me persiguen.
“¿Así que esto es lo que realmente sientes, Nicolás?“, las palabras se formaron en mi mente como dagas.
-Me aterra que estas dudas envenenen nuestro matrimonio -prosiguió él-. Por eso quiero estar con alguien más esta noche, alguien que nunca haya estado con otro hombre. Es como… buscar un balance.
Sus dedos tamborilearon sobre la mesa mientras agregaba:
-Después de esta noche, me prometo enterrar estas inseguridades y amarla como se merece.
El mesero se acercó con una tablet. Observé cómo Nicolás deslizaba su dedo por la pantalla, deteniéndose en una imagen.
-¿Por qué ella? -preguntó su amigo-. Las otras tienen mejor cuerpo.
-Su rostro… se parece al de ella -murmuró Nicolás-. Es como tener la oportunidad de estar
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con mi amor cuando era más joven, cuando nadie más la había tocado. Me hace sentir… completo.
-¡Vaya! -su amigo le dio una palmada en el hombro-. ¡Eso sí es estar enamorado!
-La amo con toda mi alma -afirmó Nicolás con una convicción que me dejó sin aliento.
El sonido de pasos acercándose me arrancó de mi estupor. Me deslicé hacia atrás justo cuando el mesero se dirigía a la puerta. Mi mente flotaba en una nebulosa mientras mis pies me llevaban hacia la salida.
La brisa nocturna me recibió como una bofetada, y fue entonces cuando noté que había llegado al estacionamiento. Ahí, recargado contra mi auto con un cigarrillo entre los dedos, estaba Alejandro.
“La llamada… el mejor amigo de Nicolás diciéndome que estaba ebrio… todo fue una trampa“, las piezas encajaron en mi mente como un rompecabezas macabro.
Al ver que me quedaba inmóvil, Alejandro apagó su cigarrillo y avanzó hacia mí.
-¿Todavía piensas ir mañana al registro civil con él?
Su pregunta destilaba un cinismo que dejaba claro su papel en esta elaborada puesta en
escena.
-La naturaleza humana es despreciable, ¿sabes? -continuó-. Hasta el amor más puro se marchita cuando lo tienes asegurado. Y este hombre… ni siquiera te tiene y ya usa su “amor” como excusa para buscar otras mujeres. ¿De verdad crees que podrás ser feliz casada con alguien así?
Las palabras se ahogaron en mi garganta. Un vacío profundo se instaló en mi pecho mientras la realidad de la situación me golpeaba con toda su crudeza.
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