Capítulo 403
A veces, la vida nos exige actuar por impulso. Como un salto al vacío que, aunque aterrador, es necesario para escapar del pantano de la indecisión que amenaza con engullirnos.
El motor del auto ronroneaba suavemente mientras avanzábamos por las calles de la ciudad. Podía sentir la mirada de Nicolás sobre mí, robándome vistazos fugaces mientras conducía. Sus manos aferraban el volante con una mezcla de determinación y nerviosismo.
-Luz… -su voz tembló ligeramente- ¿Estás completamente segura de que quieres casarte. conmigo?
En cuanto las palabras escaparon de sus labios, pude ver el arrepentimiento dibujarse en su rostro. La pregunta flotó en el aire como una mariposa perdida, agitando sus alas contra los
cristales del auto.
“¡Qué adorable ingenuidad!“, pensé. “Después de diez años observándome desde las sombras, cuando por fin tiene la oportunidad que tanto anheló, deja que sus inseguridades hablen por él.”
La genuina preocupación de Nicolás por mi bienestar, incluso a costa de sus propios deseos, me conmovió profundamente. Su noble corazón me recordaba por qué esta decisión tenía sentido: un hombre inteligente, apuesto y considerado, con una familia maravillosa que lo respaldaba. Un hogar así sería el ambiente perfecto para criar a un niño, y me permitiría sumergirme en mi pasión por la investigación sin preocupaciones.
“Esta es la decisión correcta“, me repetí. “Si voy a elegir este camino, debo recorrerlo sin mirar
atrás.”
Sin embargo, el destino tiene un peculiar sentido del humor. En nuestra prisa por sellar nuestro futuro, habíamos olvidado consultar el calendario. La realidad nos golpeó cuando llegamos al registro civil: las puertas cerradas nos recordaron, con cierta ironía, que era sábado.
Nos quedamos ahí parados, contemplando el edificio silencioso. La risa burbujeó en mi garganta ante lo absurdo de la situación, y pronto ambos estábamos riendo como dos adolescentes que han cometido una travesura.
-Ya que estamos aquí -sugirió Nicolás, sus ojos brillando con ilusión-, cerca está la tienda de vestidos de novia más grande de Castillo del Mar. ¿Te gustaría ir a ver algunos?
A pesar de que mi idea de boda era algo sencillo y discreto, comprendí que el matrimonio era un camino de dos. Las ilusiones de Nicolás y su familia merecían consideración, independientemente de mis motivos para dar este paso.
-Por ahora no podemos -respondí con suavidad-. Hasta que tengamos el certificado de matrimonio, debemos ser discretos.
No necesité explicar más. Nicolás, quien conocía a Simón incluso mejor que yo después de años de amistad, entendió perfectamente. Sin mediar palabra, enfiló el auto hacia mi laboratorio.
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Capitulo 403
Al llegar, se inclinó para ayudarme con el cinturón de seguridad. La cercanía despertó algo en él y, cediendo a un impulso, intentó besarme. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente, alejándose instintivamente.
Él, arrepentido de su arrebato; yo, consciente de la contradicción que representaba planear un matrimonio y una familia con alguien cuyo contacto aún me perturbaba.
Justo cuando mis labios se separaban para disculparme…