Capítulo 398
La elegante fachada del restaurante se alzaba frente a Carla. Como era de costumbre, llegó quince minutos antes de la hora acordada con Alejandro, pero esta vez algo perturbó la rutina establecida: él ya estaba ahí.
Su intuición, refinada por años de juegos de poder, se activó de inmediato. En este mundo de negocios y alianzas, las disrupciones en los patrones establecidos rara vez eran casuales.
-¿Qué le gustaría comer, señor Ortega? -preguntó con una sonrisa estudiada mientras abría el menú que el mesero acababa de entregarle.
Con un ademán imperioso, Alejandro despidió al mesero. Sus ojos oscuros la taladraron con una intensidad que le erizó la piel.
Su corazón dio un vuelco cuando, sin mediar palabra, deslizó su celular sobre el mantel blanco. En la pantalla se reproducía un video del aeropuerto, una grabación que ella misma había orquestado. Aunque su rostro no aparecía en las imágenes, la autoría era innegable.
“No tiene sentido fingir inocencia“, pensó calculadamente.
-Blackwood quería información sobre Luz -admitió con serenidad-. Como su adversaria, simplemente aprovechó la oportunidad de enviarles un video que la perjudicaba.
Sin darle oportunidad de interrumpir, continuó:
-También le envió una copia al abuelo del señor Ortega -sus palabras fluían con precisión quirúrgica. Nadie antes se había atrevido a golpearla. El golpe de Luz dejó una marca que no podía ignorar, así que buscó su venganza. Pero no ha violado su acuerdo inicial, ¿o sí?
La mirada de Alejandro se tornó penetrante.
-Deberías saber que Blackwood intentó matar a Luz.
-Lamento eso, pero no era mi intención -respondió, manteniendo un tono de aparente sinceridad . ¡Jamás imaginé que la señorita Blackwood tomaría medidas tan drásticas! También se lo envié a Pedro, y él no le hizo daño a Luz, ¿verdad?
Su franqueza calculada ocultaba perfectamente su verdadero deseo: ver a Luz en su tumba. Pero Alejandro, con su aguda percepción, parecía leer entre líneas. Sus ojos revelaban que comprendía su conocimiento previo sobre la naturaleza violenta de Blackwood.
-Carla, esta es la última vez -su voz resonó con autoridad-. No me hagas descubrir que intentas lastimarla de nuevo, jo no seré tan indulgente!
Su mirada se tornó escrutadora, como si intentara resolver un enigma. La disonancia entre su aparente crueldad y el acto de haberle salvado la vida parecía atormentarlo. La imagen de su salvadora, cálida y compasiva, se desmoronaba ante la realidad de quien era.
Sin más palabras, se levantó y abandonó el restaurante, llevándose consigo la posibilidad de discutir el proyecto que los había reunido originalmente.
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Capítulo 398
-Señorita, ¿qué hacemos con el contrato? -preguntó su confidente con preocupación.
-Lo dejaremos para la próxima -respondió, calculando sus siguientes movimientos.
-Este proyecto es muy importante para el presidente, si no logramos colaborar, me temo que… -Tranquilo interrumpió-. Ya que le salvé la vida, al final firmará conmigo.
-Señorita, realmente es visionaria usted, al haber creado esa oportunidad de resca…
Las palabras de su confidente fueron abruptamente interrumpidas por el sonido de la puerta abriéndose de golpe. Alejandro había regresado.
Su corazón se detuvo por un instante, y el aire pareció congelarse en sus pulmones. A su alrededor, sus colaboradores más cercanos se quedaron paralizados, como estatuas de sal
ante la súbita aparición.