Capítulo 396
-ilmagínate! Si uno tiene niño y la otra niña, podrían crecer juntos. ¿Te imaginas? Como amigos de la infancia que terminan enamorándose–exclamó Gabi, sus ojos brillando con el encanto de ese futuro imaginario.
Su entusiasmo era contagioso. Por un momento, me permití compartir su visión: dos pequeños corriendo por el jardin, creciendo entre risas y juegos, compartiendo sus primeras aventuras. El pensamiento me arrancó una sonrisa nostálgica.
“Qué curioso cómo cambian nuestras prioridades con los años“, reflexioné mientras daba vueltas a mi taza de café. En mi juventud, el amor era el único motivo concebible para el matrimonio. Ahora, con la madurez pesando sobre mis hombros, me encontraba considerando una unión basada en la simple practicidad.
La vida tiene una manera peculiar de invertir los papeles. Mientras yo, quien siempre defendió la fidelidad y el amor romántico, ahora buscaba un compañero de vida sin mayores pretensiones sentimentales, Gabi había experimentado una transformación opuesta. Mi amiga, quien solía tomar el amor con ligereza, ahora irradiaba la luz inequívoca de alguien profundamente enamorado.
Los días de vacaciones apenas habían terminado y ella ya vivía pendiente de su teléfono, esperando las llamadas de su amor. Lo había conocido brevemente: un hombre de presencia serena y gestos amables, el tipo de persona que inspira confianza desde el primer momento.
Diez días transcurrieron sin que encontrara a mi candidato ideal. La idea de la inseminación artificial comenzaba a ganar terreno en mis pensamientos cuando el destino decidió jugar sus cartas. Durante una reunión de negocios, Nicolás Valdés, enterado de alguna manera sobre mi búsqueda, me sorprendió con una propuesta inesperada.
Habíamos terminado de revisar los últimos detalles del contrato cuando su mirada se tornó intensa y personal.
-Luz, ¿qué opinión tienes de mí? -su pregunta rompió el ambiente profesional que nos
rodeaba.
La pregunta me tomó desprevenida, pero mantuve mi compostura profesional y respondi con una sonrisa cordial:
-Me pareces una excelente persona.
Era verdad. A pesar de haber rechazado sus acercamientos en el pasado, siempre había valorado nuestra relación profesional y su calidad humana.
-Entonces, si estás buscando con quién casarte y formar una familia, ¿por qué no me
consideras a mí?
Sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras mi mente procesaba la propuesta.
-Sabes que siempre me has gustado. ¡Han pasado diez años y mis sentimientos no han
1/2
15:16
Capítulo 396
cambiado! -su mirada evocaba aquella tarde bajo el cerezo, una imagen que parecía haberse grabado en su memoria con la persistencia de un tatuaje.
-En cuanto a personalidad, apariencia e inteligencia, creo cumplir con tus requisitos -agregó sin rastro de vanidad en su voz, solo una honesta evaluación de sus cualidades.
Tenía razón. Nicolás poseía todas las características que buscaba en un compañero. Sin embargo…
-Lo que busco es una alianza práctica. Solo quiero casarme y tener hijos -hice una pausa, eligiendo cuidadosamente mis palabras-. No creo poder volver a enamorarme.
“No sería justo para él“, pensé. Precisamente porque lo apreciaba, no podía arrastrarlo a una relación donde sus sentimientos no serían correspondidos.
-No necesito que me ames -su voz suave contrastaba con la intensidad de su mirada-. Con tenerte a mi lado me basta.
Estaba por responder cuando continuó:
-Luz, el matrimonio no es tan simple como pareces creer. Encontrar a alguien que cumpla perfectamente con tus criterios es complicado, y si te casas con un desconocido, corres el riesgo de que solo busque aprovecharse de tu patrimonio.
Su tono se suavizó aún más:
-Además, traer hijos al mundo va más allá de darles vida. Necesitan un ambiente estable y amoroso para desarrollarse. De lo contrario, sería mejor no traerlos.
-La crianza requiere compañía, apoyo mutuo.