Capítulo 385
Carla avanzó con la gracia de una bailarina, su vestido de diseñador ondeando suavemente con cada paso. Sus labios se curvaron en una sonrisa radiante mientras extendía su mano hacia
mí.
-¡Por supuesto que sí! -exclamó con voz melodiosa, entrelazando su brazo con el mío como si fuéramos íntimas confidentes-. La señorita Miranda no solo es una investigadora brillante, también es mi cuñada. Es parte de la familia Ayala.
Sus dedos se apretaron ligeramente contra mi piel mientras añadía:
-Lo que usted menciona sobre un fraude académico, señor Lafleur, tiene que ser un malentendido.
El señor Lafleur, con su cabello dorado resplandeciendo bajo las luces del vestíbulo, me estudió con renovado interés. Las arrugas de preocupación en su frente se suavizaron levemente.
-Si no eres una estafadora académica, ¿por qué la señorita Heredia diría eso de ti?
Sostuve su mirada con serenidad, mi voz tan firme como el granito.
-Eso debería preguntárselo a su señorita Heredia, no a mí.
Un destello de irritación cruzó el rostro del señor Lafleur, sus labios apretándose en una línea tensa. Claramente no esperaba tal respuesta de mi parte.
-Vamos, Luz, entra con nosotros -intervino Carla, sus ojos brillando con una invitación que parecía sincera.
Simón permanecía cerca, su presencia tan magnética como siempre. A pesar de la confusión evidente en su rostro sobre mi situación con la invitación, mantuvo la compostura. Con tantas miradas sobre nosotros, no era el momento para explicaciones.
Mi compañera de estudios tiraba discretamente de mi blusa, sus dedos transmitiendo su ansiedad. “No seas tonta“, decían sus gestos, “aprovecha la oportunidad“.
-Vamos, Luz–insistió Carla, su sonrisa resplandeciendo como un diamante pulido.
La observé por un momento, admirando la perfección de su máscara social. Le devolví la sonrisa, pero mis siguientes acciones contradijeron el gesto. Con delicadeza, liberé mi brazo de su agarre.
-Lo siento, señorita López, estoy esperando a alguien. Adelante, por favor.
Mi compañera volvió a tirar de mi ropa con más insistencia, su frustración palpable. “¿Por qué rechazas esta oportunidad?“, gritaban sus gestos’silenciosos.
Simón dio un paso al frente, sus labios separándose para hablar, pero Carla fue más rápida. Se deslizó a su lado como una sombra elegante y posó su mano sobre su brazo.
-Israel -murmuró ella, su voz suave pero firme, un recordatorio sutil de su papel actual.
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Capitulo 385
La tensión en los hombros de Simón revelaba su conflicto interno. Sus ojos buscaron los míos, transmitiendo su preocupación. Sabía cuánto significaba este congreso para mí.
-Luz, ven con nosotros, por favor -su voz resonó con sincera preocupación.
Le regalé una sonrisa suave pero determinada.
-No, vayan ustedes.
“No quiere mi ayuda“, comprendió Simón, la conclusión oscureciendo su mirada. Dio otro paso hacia mí, pero Carla intervino con la gracia de una experta mediadora.
-Señorita Miranda -su voz descendió a un susurro casi musical-, entiendo que nuestros desacuerdos pasados te hayan predispuesto en mi contra. Fue mi culpa, y comprendo tu
rechazo.
Una pausa calculada, y luego continuó:
-Pero este congreso reúne a las mentes más brillantes de la investigación. Es una oportunidad única que no deberías desperdiciar, especialmente después de un viaje tan largo. Por favor, no permitas que nuestra historia personal te prive de esto.
Simón asintió con vigor, sus ojos suplicantes. Para él, la solución era simple: no tenía que entrar con Carla, podía entrar con él.
Lo observé con una mezcla de ternura y resignación. Simón, el astuto tiburón de los negocios, el estratega brillante en las salas de juntas, seguía siendo adorablemente ingenuo en las relaciones personales, especialmente con las mujeres y aquellos a quienes debía gratitud.
Di un paso atrás, aumentando la distancia entre nosotros como quien traza una línea en la
arena.
-Lo siento, pero de verdad estoy esperando a alguien.
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