Capítulo 383
La revelación me golpeó como un relámpago al regresar a Castillo del Mar. Durante los últimos dos años, la insólita amabilidad de Alejandro hacia mí, su peculiar atención a mi salud, todo cobró sentido de golpe. La respuesta siempre estuvo ahí, latente en la existencia de su sobrina enferma, esa pequeña que ocupa el lugar más profundo de su corazón y que, irónicamente, depende de mí para sobrevivir.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en mi rostro mientras la comprensión se expandía por mi mente como tinta en agua. El poderoso Alejandro, ese hombre que jamás se rebaja a pagar deudas de gratitud, estaba atado de manos. Mientras me mantuviera dentro de ciertos límites, podría hacer la vida de Luz tan miserable como quisiera. Después de todo, ¿qué podría hacer él? Su adorada sobrina necesitaba mi sangre para vivir.
“¡Ay, Luz! ¡Luz! Después de tantos años, sigues sin poder vencerme“.
El júbilo me burbujeaba en el pecho mientras observaba su rostro descompuesto. Sus ojos, esos que tantas veces me habían mirado con desprecio, ahora reflejaban una impotencia que me sabía a gloria.
La oscuridad se apoderó de mi mirada mientras mis manos se cerraban instintivamente en puños. Me incliné hacia ella, saboreando cada palabra:
-Luz, ¿te acuerdas cuando estábamos en el tribunal? Me mirabas exactamente así, como si disfrutaras verme fracasar una y otra vez -una risa amarga escapó de mis labios-. Mírate ahora, eres el vivo retrato de mi impotencia de entonces.
Me enderecé con aire triunfal, contemplándola desde mi altura. Sus ojos ardían con una rabia contenida que me resultaba deliciosamente familiar. ¡Qué vueltas da la vida! Ahora era ella quien se retorcía de frustración, como un títere con los hilos enredados.
-Luz, esto es todo lo que eres -pronuncié con dulce veneno, girándome para tomar el brazo del empresario extranjero que me acompañaba.
Mientras me alejaba, podía sentir su mirada clavada en mi espalda. La victoria me sabía tan dulce como la miel.
-Luz, ¿estás bien…? -la voz preocupada de mi compañera llegó hasta mis oídos.
-Estoy bien–respondió ella con voz tensa.
-¿Tienes algún problema con esa chica? -insistió mi acompañante.
-Se podría decir.
Una respuesta cortante puso fin a la conversación. Después de un momento de silencio incómodo, mi compañera retomó la palabra:
-¿Y ahora qué hacemos? Ese tipo dijo que no podemos entrar aunque tengamos invitación -la preocupación teñía su voz-. ¿Nos vamos a regresar así nada más?
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Capitulo 383
“¡Una conferencia tan importante y casi morimos por asistir!“, resonaba la frustración en sus palabras. El fantasma de las burlas futuras en el grupo escolar flotaba entre ellas como una nube oscura.
Permanecí en silencio, consciente de que ni siquiera contactar a la universidad para solicitar nuevas invitaciones sería suficiente. Tras unos momentos de reflexión, me aparté hacia un rincón para hacer una llamada.
Antes de que pudiera comunicar mis planes a mi compañera, una procesión de autos negros se detuvo en la entrada del evento. Como si se tratara de una coreografía ensayada, un grupo de personas emergió del edificio, encabezados por el empresario rubio que había entrado con Violeta momentos antes.
-¡Wow! ¿Quién será ese VIP? -exclamó mi compañera, estirando el cuello con curiosidad.
La importancia del recién llegado era evidente. En un evento donde todos los asistentes eran personas de cierto nivel, que el organizador mismo saliera a recibirlos hablaba de alguien verdaderamente excepcional.
Sin embargo, permanecí absorta en mi teléfono, donde el supervisor del laboratorio acababa de enviar un nuevo conjunto de datos para revisar. Nunca me había interesado unirme al rebaño de curiosos, y este momento no sería la excepción.
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