Capítulo 368
La tensión vibraba en el aire del despacho mientras Héctor Ayala contemplaba a su hijo. A diferencia de Israel, Sirnón siempre había destacado por su audacia en los negocios, por ese brillo desafiante en la mirada que lo hacía sobresalir. Sin embargo, existían límites que ni siquiera él podía cruzar, especialmente cuando se trataba de la autoridad del patriarca de los Ayala.
-Israel, si no estás dispuesto a cooperar, no me dejas otra opción -la voz de Héctor resonó con autoridad contenida.
La idea de tomar medidas contra una jovencita le parecía innecesaria; una persona tan insignificante no merecía su atención. Pero si su hijo persistía en su obstinación, si se atrevía a ponerme a mí por encima del imperio Ayala, no dudaría *en eliminar esa amenaza.
“Si mi padre se atreve a tocar un solo cabello de mi esposa, que no se sorprenda cuando me revele contra él“, la determinación brillaba en los ojos de Simón. “No soy Israel, y lo sabe perfectamente. ¿Se ha puesto a pensar qué pasará con el valor de las acciones? ¿Cómo afectará esto la distribución del poder en la familia?”
“Mi tío ha estado esperando una oportunidad así desde hace años. ¿De verdad mi padre será tan ingenuo como para no verlo?”
La audacia de Simón sobrepasaba cualquier expectativa. Héctor jamás imaginó que su hijo se atrevería no solo a desafiarlo, sino a amenazarlo directamente. El escritorio retumbó bajo su puño.
-¡Malagradecido! ¿Crees que por ser mi único hijo estás exento de consecuencias?
-No se trata de eso, papá -respondió Simón con una calma calculada-. Todavía eres joven, podrías tener todos los hijos que quisieras.
-Solo estoy marcando mi límite: el bienestar de mi esposa es innegociable. Mientras ella esté a salvo, moveré cielo y tierra por la familia Ayala. Pero si algo le pasa, todos caeremos juntos.
Sin darle tiempo a su padre de responder, Simón continuó:
-No logro entender por qué, para mantener la estabilidad de las acciones y convencer a todos de que soy Israel, tendríamos que lastimar a mi esposa. Hay decenas de soluciones alternativas para este problema.
Za furia de Héctor se disipó tan rápido como había surgido, reemplazada por una chispa de curiosidad.
-¿A qué te refieres exactamente?
-Me refiero a que tengo múltiples estrategias para resolver la situación actual.
El silencio se extendió por unos segundos antes de que Héctor respondiera:
-Tienes tres días para solucionarlo. Si lo logras, tu esposa quedará fuera de esto permanentemente.
A pesar de su reputación implacable con quienes osaban desafiarlo, Héctor no podía aplicar la misma vara con su hijo. No con su único heredero.
-No necesito tres días -declaró Simón mientras se dirigía a la puerta-. Con uno es suficiente.
Los ojos de Héctor siguieron la figura de su hijo mientras abandonaba el despacho, una mezcla de orgullo y afecto suavizando sus facciones. Este era el verdadero heredero que la familia Ayala necesitaba. Como líder, la desobediencia de Simón lo enfurecía, pero no podía evitar admirar esa valentía indomable. Si su hijo hubiera sido un simple títere que acataba órdenes sin cuestionarlas, jamás habría ganado su respeto y cariño de esta manera.
La señora Ayala y Carla observaban la escena con creciente inquietud, sus manos tensas revelando su frustración. Una vez más, la situación había dado un giro inesperado. ¡Ese Simón…!
Al salir del despacho, la señora Ayala se volvió hacia Carla, la frustración marcada en cada línea de su rostro.
-¿Y ahora qué vamos a hacer? -murmuró con amargura. La simple idea de ser derrotada solo aumentaba sus ansias de destrucción.
Carla estaba a punto de sugerir una retirada estratégica cuando su teléfono vibró. Al leer el mensaje, una sonrisa astuta se dibujó en sus labios.
or fin, una oportunidad!
La señora Ayala, captando ese destello de triunfo, se acercó instintivamente.
15:03
apitulo 868
¿Qué pasó? -preguntó, la anticipación brillando en sus ojos.