Capítulo 345
El murmullo alegre de la fiesta resonaba en el salón mientras observaba a mi padre ayudar a la abuela a salir. Un nudo se formó en mi garganta – había tanto que necesitaba decirle a mi hermano, pero este no era el momento. La celebración de la abuela merecía ser perfecta, sin sombras de preocupación.
-No te preocupes por ahora le dije a Jonathan, esbozando una sonrisa tranquilizadora-. Yo me encargo de todo. Hoy es el día de la abuela, hay que disfrutarlo.
Mi hermano abrió la boca como si quisiera protestar, pero la cerró al ver aparecer a la abuela. La expresión de mi padre se iluminó al verme.
-¡Luz ha vuelto!
“Qué irónico“, pensé. “El mismo hombre que antes idolatraba a Violeta Rosales, que me menospreciaba para complacer a mamá, que pareció querer estrangularme cuando Violeta ‘murió… ahora es otro“.
Desde que aceptó la “muerte” de Violeta, algo cambió en él. A diferencia de mamá, que seguía obsesionada con su memoria y viéndome como una enemiga, papá intentaba compensar el pasado. Me preguntaba constantemente cómo estaba, y aunque yo mantuviera mi distancia, aunque nunca lo llamara “papá“, él seguía intentando.
La abuela se acercó con paso lento pero seguro, sus ojos brillando de alegría mientras tomaba mi mano entre las suyas.
-¡Mi preciosa nieta ha vuelto!
Para ella, yo seguía siendo su pequeña, la niña que necesitaba su protección. Su amor incondicional no conocía de circunstancias ni apariencias – mi simple presencia era suficiente para hacerla feliz.
La fiesta este año era más íntima, con apenas un tercio de los invitados habituales. Pero la abuela, en su dulce ingenuidad, asumió que simplemente habíamos respetado su deseo de una celebración más familiar. Los presentes eran una mezcla calculada: aquellos verdaderamente cercanos a la abuela o a mí, y quienes necesitaban mantener buenas relaciones con los Miranda. Un acuerdo tácito flotaba en el aire – nadie mencionaría mi situación. La felicidad de la abuela era prioritaria.
La celebración fluía con naturalidad, pero algo inquietante captó mi atención. Mamá permanecía apostada junto a la entrada, su mirada expectante fija en la puerta, como si aguardara una aparición.
Jonathan comenzaba a fruncir el ceño, considerando ir por ella, cuando una figura etérea apareció en el umbral. Una mujer envuelta en un vaporoso vestido de gasa, su presencia tan deslumbrante como una visión celestial.
-¡Rosa… Rosa, por fin llegaste! -exclamó mamá, corriendo a su encuentro.
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Capitulo 345
El nombre resonó en mis oídos mientras conversaba con la abuela, y por instinto, giré la
cabeza.
¡Era ella! ¡Violeta!
Papá y Jonathan se quedaron paralizados ante su presencia. Aunque ahora se hacía llamar Rosa Heredia, su rostro, transformado para parecerse al de su supuesta prima, conservaba una inquietante familiaridad. Para quienes habían convivido con ella durante años, la sensación era perturbadora.
Mientras ellos permanecían atónitos, mamá se acercó con Violeta del brazo, rebosante de
afecto.
-Valentín, hijo, vengan su voz destilaba dulzura-. Les presento a Rosa, la prima de Violeta. La he tomado como mi ahijada. De ahora en adelante, será parte de la familia Miranda.
Dirigiéndose a Violeta con maternal orgullo, añadió:
-Ven, Rosa, él es tu papá, y él tu hermano.
-Papá, hermano -pronunció Violeta con fingida dulzura, antes de dirigirme una mirada cargada de desafío.
Desde aquella subasta no la había vuelto a ver. Los acontecimientos con Simón Rivero habían ocupado por completo mi mente, alejando su recuerdo. Y ahora, con desconcertante audacia, no solo regresaba sino que se infiltraba en mi familia, usurpando los roles de hija y hermana.
La expresión de papá se transformó en una mezcla de emoción y desconcierto. Jonathan, por su parte, lucía visiblemente perturbado.
-Jonathan Miranda -intervino mamá con tono autoritario-, de ahora en adelante tratarás bien a tu hermana Rosa. Es una mujer extraordinaria, la salvadora y prometida del señor Ortega, el hombre más influyente de Villa Santa Clara.
Las frecuentes visitas de Alejandro al Castillo del Mar durante los últimos dos años no habían pasado desapercibidas para mi hermano. La mención de su nombre y su relación con Violeta provocó un cambio instantáneo en su semblante.