Capítulo 323
-¡Eres una descarada! -la voz de Carla resonó en el salón-. ¿Cómo te atreves a intentar seducir a mi esposo aprovechándote de tu posición?
Mi sangre se heló al ver la imagen en su celular. Ahí estaba Simón, de pie, abrazándome con fuerza en mi consultorio. La conclusión me golpeó como un balde de agua fría: ¡nos habían estado vigilando!
“Esta foto solo pudo tomarse desde el exterior“, pensé mientras un escalofrío recorría mi espalda. Mi consultorio está en el décimo piso. Nadie podría haber capturado esa imagen por casualidad.
La verdad me cayó como una losa: alguien nos había estado espiando sistemáticamente desde el edificio de enfrente. Las cortinas siempre abiertas… habían sido testigos de la recuperación completa de Simón.
“Para la familia Ayala ya no tengo ninguna utilidad“, el pensamiento me atravesó como un
cuchillo.
Carla, quien siempre mantenía una imagen impecable y calculada, ahora me enfrentaba públicamente, acusándome de ser una cualquiera. Su sincronización perfecta y la manera en que todo se desarrollaba… “¡Esto es una trampa!”
Di un paso instintivo hacia atrás, buscando alejarme de ella, pero Carla fue más rápida. Sus dedos se cerraron alrededor de mi brazo como garras, apretando con una fuerza sorprendente.
Mi primer impulso fue liberarme, pero la visión de su vientre abultado me contuvo. A pesar de sus intenciones, era una mujer embarazada. Solo quería mantener distancia, nada más.
Cuando intenté soltarme con suavidad, ella apretó aún más fuerte. Un dolor agudo, como una aguja, se clavó en mi brazo. El dolor me hizo reaccionar bruscamente.
No sé cuántas veces había ensayado esta escena, pero Carla transformó mi intento de liberación en un aparente empujón violento. La vi tambalearse hacia atrás, su vientre prominente destacando dramáticamente.
Mi cuerpo reaccionó por instinto, extendiendo los brazos para evitar su caída. Ese gesto solo empeoró las cosas, haciendo parecer que la empujaba con más fuerza.
Carla se precipitó hacia atrás como una muñeca de trapo. Simón, olvidando completamente su farsa, saltó de la silla de ruedas para intentar atraparla. Pero cuando ella cayó sobre él, la sangre comenzó a brotar.
El rojo intenso se expandió por su vestido blanco como una mancha de tinta en agua clara. El contraste era brutal, casi irreal.
El salón entero se sumió en un silencio sepulcral. No era solo una embarazada cualquiera: era el heredero de la familia Ayala quien estaba en peligro. El hijo del heredero actual, destinado a continuar el legado de una de las familias más poderosas no solo de México, sino del mundo.
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Capítulo 323
El silencio se rompió como un cristal, dando paso al caos absoluto.
Me quedé petrificada, observando a Carla desplomada sobre Simón, su vestido cada vez más teñido de rojo. La acusación de ser su amante, la foto… sabía que tramaba algo contra mí, pero esto…
“¿Cómo puede usar a su propio hijo como arma?“, el pensamiento me revolvió el estómago. Tenía más de cinco meses de embarazo. Ese bebé era lo último que quedaba de su esposo, jel heredero que la familia Ayala tanto anhelaba!
Un grito desgarrador cortó el aire. La señora Ayala acababa de llegar y contemplaba la escena con horror. El dolor por la pérdida reciente de su hijo amado la había dejado al borde del abismo, y ahora esto…
Sus ojos, inyectados en sangre, se clavaron en mí con un odio que me heló hasta los huesos.
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