Capítulo 317
La adolescencia es un huracán de emociones descontroladas. Y en medio de esa tormenta, ser tratada así por quienes más amaba me fue empujando, paso a paso, hacia la orilla del mar. Cada palabra cruel, cada gesto de rechazo era una ola más que me arrastraba hacia las profundidades.
Mi mente adolescente solo podía pensar en desaparecer. En ese momento, creía que mi muerte sería su castigo perfecto. Los imaginaba sufriendo, señalados por todos, culpados por haber orillado a su propia hija a tal desesperación. Qué ingenua fui. Qué estúpidamente ingenua.
En mi inocencia, olvidé el detalle más importante: para que sintieran remordimiento por mi muerte, primero tenía que importarles. Y yo no les importaba. Podría haber muerto mil veces y no habría significado nada para ellos. Intentar castigar a otros con tu propia muerte es quizás el acto más absurdamente inútil que existe.
La revelación me azotó cuando ya no había remedio. El agua helada me rodeaba, y luché desesperadamente por volver a la orilla, mis brazos y piernas moviéndose frenéticamente contra la corriente. Pero una ola gigante me sumergió en su abrazo mortal. Sin saber nadar, cada esfuerzo por mantenerme a flote era una batalla perdida.
Justo cuando la oscuridad comenzaba a envolverme, apareció él.
Como un ángel emergiendo de la espuma, un joven alto se lanzó hacia mí. Sus brazos fuertes me arrancaron de las garras de la muerte, mientras el mar rugía a nuestro alrededor.
En el hospital de emergencias, mis padres ni siquiera aparecieron. Estaban demasiado ocupados con el cumpleaños de mi hermano y manteniendo feliz a Violeta como para molestarse en firmar los papeles necesarios. Fue él quien tomó esa responsabilidad.
Cuando desperté y le confesé mi intento de suicidio entre lágrimas, sus palabras calaron hondo en mi alma.
-No importa quién no te aprecie en este mundo -su voz era suave pero firme-. No es tu culpa. Tú eres única e irrepetible. Que no te quieran es su pérdida, no la tuya.
Sus ojos brillaban con una compasión que nunca había visto en mi familia.
-Si no te gusta el nombre que te pusieron, puedes cambiarlo cuando cumplas dieciocho -continuó. No dejes que algo así te derrumbe. Tu muerte no castigaría a nadie, solo alegraría a quienes no te valoran. Si no quieres ser una víctima, si no quieres que te sigan tratando así, tienes que hacerte fuerte.
Me entregó un ramo de girasoles, sus pétalos dorados brillando bajo la luz del hospital.
-Que tu vida esté llena de luz y amor, como estos girasoles que siempre miran al sol.
El Simón de aquellos días era verdaderamente especial. Bondadoso, sincero, radiante. Sus palabras fueron el salvavidas que necesitaba mientras me ahogaba en mi propia desesperación.
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Capitulo 317
Dejé de pensar en la muerte. Como él dijo, comencé a fortalecerme. El nombre que elegí para mí, Luz, nació de sus palabras, un recordatorio constante de mi unicidad en este mundo. No solo salvó mi vida aquél día; me dio un renacimiento espiritual.
Años después, cuando nos reencontramos en la universidad, él no me reconoció. Pero yo… yo lo supe en el instante en que lo vi. Cuando me confesó sus sentimientos, mi corazón explotaba de felicidad. Sin embargo, no respondí de inmediato.
Un conflicto me atormentaba: ¿era amor verdadero o simple gratitud por haberme salvado? No quería que nuestra relación se construyera sobre una deuda de vida. Me tomó un año entero comprender que lo que sentía era amor puro, más allá de cualquier gratitud.
Cuando empezamos a salir y le conté la verdad sobre nuestro primer encuentro, su rostro se iluminó con una alegría inmensa. “Es el destino“, dijo, convencido de que el cielo nos había
unido.
Pero luego…
Las palabras venenosas de Violeta se colaron en su mente. Comenzó a ver manipulación donde solo había existido destino y amor verdadero.
Las lágrimas comenzaron a caer sin control por mis mejillas. Simón se desesperó al verme así, intentando moverse para consolarme, frustrado por su inmovilidad. Sus ojos reflejaban la misma pureza de aquel día en la playa.
El nudo en mi garganta se apretó más. Nos habíamos amado tanto… ¿Cómo habíamos
terminado así?
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