Capítulo 293
Mientras pensaba en Simón, no pude evitar una punzada de frustración. “Si él estuviera aquí, seguramente ya habría salvado la empresa“, pensé con amargura. Por mucho que me doliera admitirlo, en el mundo de los negocios era brillante. Dicen que cada uno tiene su especialidad, y más allá de su nula inteligencia emocional o su torpeza cuando se trataba de Violeta, su talento en los negocios era…
De pronto, una idea me golpeó como un rayo. La claridad fue instantánea, y cuanto más le daba vueltas, más perfecta me parecía. La adrenalina comenzó a correr por mis venas, urgida por poner el plan en marcha.
Me incorporé de un salto, la emoción haciendo que mi voz temblara ligeramente.
-Lo siento, Alejandro, pero tengo algo urgente que hacer.
Intenté pasar junto a él, pero su mano se cerró suavemente alrededor de mi muñeca.
-¿Estás segura de que no quieres mi prótección para tu empresa?
Me giré para mirarlo, una sonrisa confiada dibujándose en mis labios.
-Ya encontré cómo salvar mi empresa. No hace falta que te molestes, ¡gracias!
Alejandro entrecerró los ojos, estudiando mi rostro como si intentara leer mis pensamientos. Abrió la boca para decir algo, pero pareció pensarlo mejor y me soltó.
Una sonrisa enigmática se dibujó en su rostro.
-Entonces le deseo mucha suerte, señorita Miranda.
Mientras me preparaba para contraatacar, sucedió algo que no esperaba: mi hermano habló en mi defensa. Un nudo se formó en mi garganta cuando lo escuché defender mi inteligencia desde niña, explicando que mis calificaciones siempre fueron resultado de mi propio esfuerzo. Según él, mis padres decían esas cosas porque… bueno, tenían sus “problemas“.
La ironía me provocó una risa amarga. Mis padres siempre tuvieron una preferencia enfermiza por su hija adoptiva. No importaba qué tan graves fueran sus errores, Violeta siempre era la víctima, la buena, la que merecía comprensión.
“Incluso después de que intentó matarme varias veces“, pensé, apretando los puños hasta que mis nudillos se pusieron blancos. “Incluso después de que la policía la detuvo“. Y ahora, después de su muerte accidental, seguían culpándome a mí, su hija biológica.
Su lealtad estaba tan retorcida que todo lo que decían no era más que difamación pura. “Por favor“, quería gritar, “no les crean nada“.
Mi historia con Simón y Violeta durante mi pérdida de memoria era bien conocida en internet, Cuando mi hermano habló, fue como si la red entera despertara de un trance. La gente comenzó a recordar, a conectar los puntos.
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Capítulo 293
Una risa seca escapó de mis labios. Antes, todos criticaban a mi madre por favorecer tanto a la adoptada y tratar tan mal a su propia hija. Y ahora, de repente, creían ciegamente en sus palabras. El silencio que siguió fue ensordecedor.
Entonces Nicolás, desafiando las objeciones de su propia familia, también alzó la voz por mí. Mi corazón dio un vuelco cuando presentó los recibos de los equipos médicos que había donado y mis informes de investigación en comunidades de discapacitados.
-Apuesto mi vida a que ella no es ninguna seductora académica -declaró con firmeza-. Mucho menos alguien que roba investigaciones ajenas.
El nudo en mi garganta se hizo más grande. Siempre he sido alguien que ha carecido de amor verdadero. Cuando alguien me muestra un poco de cariño sincero, mi corazón anhela devolverlo multiplicado.
Así que, aunque supiera que mi hermano probablemente me defendía más por interés propio que por real preocupación, no pude evitar que las lágrimas amenazaran con escapar de mis ojos.
Y Nicolás… su familia tenía una farmacia. Su principal ingreso venía de la gente común. Si yo no lograba limpiar mi nombre, su negocio familiar sufriría un golpe devastador por defenderme. Podrían enfrentar un boicot masivo, incluso cerrar.
Pero ahí estaba él, arriesgando el patrimonio de generaciones de la familia Montes solo para apoyarme. Por ellos, por todos los que se atrevían a defenderme, tenía que ganar esta batalla. Y tenía que hacerlo de manera espectacular.
El último día de la cumbre tecnológica llegó. Me preparé mentalmente para todo mientras me dirigía al lugar de la transmisión en vivo con Oliver, quien se había levantado al alba para acompañarme. Era hora de demostrar mi inocencia, de que el mundo viera quién era realmente: una científica dedicada, no la seductora académica que todos querían ver.
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