Capítulo 292
La opinión pública me había convertido en un monstruo. Los periodistas, ávidos de escándalo, fueron directo con mis padres y lo que obtuvieron fue peor de lo que esperaba. Sus palabras me golpearon como bofetadas, una tras otra.
“Desde niña siempre supo cómo sacarle provecho a todo“, dijeron con ese tono que conocía tan bien, el mismo que usaban cuando alababan a Violeta. “Aunque nunca estudiaba, misteriosamente sacaba buenas calificaciones“.
Me hundí en mi silla mientras leía la entrevista. Mis dedos se crisparon sobre el papel, arrugándolo ligeramente. El nudo en mi garganta se hacía más grande con cada línea.
“Nunca tuvo muchos amigos, pero por alguna razón los maestros siempre la adoraban“. Sus insinuaciones eran claras como el agua: todo lo que había logrado era por manipular a mis profesores.
Cuando los reporteros mencionaron mi puntaje en el examen de admisión a la universidad – algo que ningún maestro podría haberme regalado – mis padres soltaron una risa que me atravesó como un puñal.
-¡Pura suerte! -exclamaron entre risas-. Le atinó a las respuestas correctas, eso es todo.
Dejé caer el periódico sobre mi escritorio. “¿Cómo pueden…?” Las palabras se me atoraron en la garganta. Sus declaraciones solo habían servido para que aquellos que ya dudaban de mí estuvieran más convencidos de que mis logros eran producto de favores y que mi supuesta inocencia la había comprado con dinero.
El boicot contra mi empresa se intensificaba cada día. La compañía que Simón me había dejado se desmoronaba frente a mis ojos, su valor cayendo en picada.
Mi celular vibró. Era el gerente que Simón había contratado, un hombre íntegro que se había mantenido leal a pesar de todo. Su voz sonaba incrédula a través del auricular.
-Disculpeme la pregunta, señora Miranda, pero… ¿está segura de que ellos son sus padres?
Solté una risa amarga. “¿Cómo explicarle que hace mucho dejé de preguntarme lo mismo?” Sus palabras, aunque bien intencionadas, solo hacían más profunda la herida.
Me levanté y caminé hacia la ventana. Las hojas otoñales danzaban en el aire, arrastradas por el viento caprichoso. “Mi vida es como esas hojas“, pensé con amargura. “Un día te elevas tan alto que todos te admiran, y al siguiente estás en el suelo, siendo pisoteada por cualquiera“.
Incluso creyendo que Violeta había muerto, seguían despreciándome así. “¡Vaya amor tan profundo le tienen!“, pensé con ironía. El dolor se mezclaba con la rabia en mi pecho.
-¿Necesitas ayuda?
La voz grave me sobresaltó. Me giré para encontrar a Alejandro en el umbral de mi oficina. No lo había escuchado entrar. La luz del atardecer se colaba por la ventana, iluminando sus
facciones atractivas,
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Capítulo 292
Levantó una copa de vino en mi dirección.
-¿Te echas un trago?
Acepté sin pensarlo demasiado. Necesitaba algo que me ayudara a pasar el nudo en mi garganta. El cristal tintineó suavemente cuando brindamos.
Alejandro dio un sorbo y me miró por encima del borde de su copa.
-Si esto sigue así, tus dos empresas no van a aguantar hasta diciembre.
Lo miré directamente a los ojos.
-¿Y qué sugieres?
-Mi oferta sigue en pie. Puedo ayudarte a salir de esta crisis.
Me quedé en silencio, sopesando sus palabras.
-Lo siento, pero no puedo -respondí finalmente. No voy a jugar con los sentimientos de Rafa ni a fingir amor por él.
Alejandro arqueó una ceja, su expresión entre divertida y desafiante.
-¿Prefieres ver cómo todo se va a la quiebra?
Bajé la mirada hacia mi copa, observando cómo el vino tinto giraba suavemente. No, claro que no quería ver destruido todo por lo que había trabajado. En este momento no tenía forma de hacer que la gente creyera en mi inocencia y salvar la compañía. Pero usar a Rafael…
-No es cuestión de engañarlo o sentirte culpable -continuó Alejandro, como si pudiera leer mis pensamientos-. Para Rafa, salir contigo sería cumplir un sueño, sin importar el motivo.
Sus ojos se clavaron en los míos con intensidad.
-¿O es que piensas quedarte atada a Simón el resto de tu vida?
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