Capítulo 283
Mi corazón se encogió al ver al Profesor Luján tan destrozado, incapaz de procesar la traición de Oliver. No tenía sentido. Este descubrimiento científico ya estaba patentado a nombre de todo el equipo – cuando saliera al mercado, todos nos volveríamos millonarios.
“No necesitaba el dinero“, pensé mientras apretaba los puños. “Y si lo hubiera necesitado, yo siempre estuve ahí. El laboratorio era prácticamente mi segunda casa, siempre dispuesta a ayudar a cualquiera del equipo que lo necesitara.”
No podía entender qué había llevado a Oliver a destruirse a sí mismo con tal de hundirme. Y peor aún, a herir al profesor, a nuestro mentor.
Un nudo se formó en mi garganta al ver al Profesor Luján desplomarse en la cama del hospital. Era como si toda su vitalidad hubiera sido drenada en un instante, como si hubiera envejecido años en cuestión de segundos. No podía soportar ver cómo la traición de su estudiante más querido lo estaba consumiendo así.
Mis uñas se clavaron en las palmas de mis manos. Que vinieran por mí si querían, pero manchar la reputación del profesor… eso era imperdonable. Él había dedicado su vida entera a la ciencia, trabajando sin descanso día y noche. Ni siquiera se había casado por dedicarse completamente a la investigación y a sus estudiantes. Jamás había retenido conocimiento o beneficios; al contrario, siempre estaba ahí para ayudarnos.
Después de pedirle a mis compañeros que cuidaran del profesor, me dirigí al hospital donde tenían a Oliver. La puñalada que se había dado era severa – no sé si para hacer más creíble su historia o qué – y seguía en coma. Hablé con el doctor para asegurarme de que su vida no corría peligro, y luego subí a la azotea.
El viento helado del otoño tardío me golpeó el rostro. A pesar de mi ropa delgada, caminé hasta el borde y miré hacia abajo. La altura era similar a la de la Academia de Aristóteles.
Un recuerdo de hace siete años me asaltó: otra noche de otoño, en esta misma azotea, cuando
conocí a Fidel. Lo vi parado al borde, aferrándose al barandal, con una mirada de absoluta desesperación. Pensé que quería suicidarse y corrí hacia él.
Y ahora la historia se repetía, pero con los papeles invertidos. Fidel me encontró apoyada en el barandal, mirando hacia el vacío.
Las arrugas de preocupación se marcaron en su frente mientras corría hacia mí.
-¡Luz, por favor, no hagas una locura! -su voz temblaba-. No importa qué tan mal se vean las cosas, mientras sigamos vivos hay esperanza. ¡No tomes una decisión precipitada!
Su preocupación era genuina. Como siempre, su presencia traía una extraña calma. A pesar de ser tan buena persona…
Giré lentamente para mirarlo.
-¿Por qué? -mi voz salió apenas como un susurro.
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Capítulo 283
Fidel se quedó inmóvil. Vi el momento exacto en que algo cambió en su expresión, como si hubiera comprendido algo crucial. Era brillante; no por nada habíamos pasado dos años debatiendo temas académicos, forjando una cercana amistad. Mi simple pregunta había tocado algo en él.
Pero aun así…
-¿Por qué qué? -se hizo el desentendido.
Lo miré fijamente, la decepción amarga en mi garganta.
-¿Por qué planeaste todo esto? ¿Por qué destruirme a mí y al profesor?
Sus manos se cerraron en puños a los costados de su cuerpo.
-Luz, no sé de qué estás hablando.
Le sostuve la mirada un momento antes de voltear hacia las luces de la ciudad que parpadeaban a lo lejos.
-¿Te acuerdas? Hace siete años, en una noche como esta, nos encontramos aquí arriba. Estabas desesperado porque tu tutor se robaba el crédito de tus investigaciones. No tenías
salida.
Los nudillos de Fidel se pusieron blancos de tanto apretar los puños.
-Debiste sentirte completamente atrapado en ese entonces. Solo alguien así de desesperado pensaría en saltar de una azotea buscando justicia.
El viento helado agitó mi cabello mientras me giraba para enfrentarlo.
-¿Fue esa misma desesperación la que te llevó a manipular a Oliver para que hiciera esto?
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