Capítulo 279
El Foro Global de Tecnología era el evento más prestigioso del mundo científico. Celebrado solo una vez cada tres años, reunía a las mentes más brillantes del planeta en una cumbre que muchos consideraban los Juegos Olímpicos de la innovación.
Mi corazón latía acelerado mientras observaba el bullicio en el auditorio. Todo el equipo del laboratorio irradiaba una energía contagiosa ante la idea de que nuestros descubrimientos, aquellos que ayudarían a tantas personas a ponerse de pie nuevamente, estaban a punto de ser revelados al mundo.
El profesor Isidro Luján, nuestro mentor, lucía irreconocible. El viejecillo que siempre andaba en pants y playeras informales se había transformado con un elegante traje oscuro y una corbata perfectamente anudada. Sus ojos brillaban con un orgullo que nunca le había visto mientras me tomaba del hombro antes de subir al escenario.
-Luz, siempre supe que este día llegaría -su voz temblaba ligeramente de emoción-. Después de esta cumbre, las puertas del mundo científico se abrirán de par en par para ti. Tu camino solo puede ir hacia arriba. No desaproveches el don que Dios te dio; con tu esfuerzo y determinación, ¡llegarás a la cima!
Las lágrimas se agolparon en mis ojos mientras abrazaba a mi maestro. Sin su apoyo inquebrantable durante los momentos más oscuros, jamás habría llegado hasta aquí. Me había salvado cuando más perdida estaba, y ahora solo podía prometerme a mí misma que honraría su fe en mí. Usaría este don, como él decía, para retribuir a mi mentor, a mi país, a la sociedad entera.
-¡Échale todos los kilos, Luz! ¡A seguir rompiendo la madre! -gritaron mis compañeros de laboratorio.
Una sonrisa nostálgica se dibujó en mi rostro al recordar mis primeros días en el equipo. Nadie quería trabajar conmigo, convencidos de que mi lugar lo había ganado por conexiones y no por mérito. “¿Qué puede aportar una ex ama de casa después de cuatro años fuera del campo?“, murmuraban a mis espaldas. Si no fuera porque era la principal inversionista del laboratorio, ni siquiera me habrían dirigido la palabra.
Pero poco a poco, las cosas cambiaron. Cada experimento exitoso, cada noche en vela resolviendo problemas, cada fracaso y cada triunfo compartido nos fue uniendo hasta convertirnos en una verdadera familia. Ahora me miraban con admiración y cariño genuinos.
Con sus gritos de apoyo resonando en mis oídos, subí al estrado. El foro había evolucionado; ya no se limitaba a la cobertura tradicional de fotos y videos. Decenas de cámaras de televisión y plataformas de streaming transmitían el evento en vivo a todo el mundo.
Mientras observaba a los miles de asistentes, a los periodistas con sus micrófonos en alto y todas esas lentes apuntando hacia mí, una sonrisa irónica se dibujó en mis labios.
“¿Quién lo hubiera pensado?”
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Capítulo 279
Hace apenas un año, mi universo se reducía a una mansión vacía, con el celular pegado a la mano, esperando desesperadamente una llamada o mensaje de Simón. Mis días transcurrían entre la angustia y la miseria, pendiente de cada uno de sus gestos, de sus miradas cortantes, de su indiferencia. Cuántas veces su desprecio me había llevado al borde del abismo, haciéndome dudar de mi valor, de mi propósito, de mi propia existencia.
De pronto, como si un velo se levantara de mis ojos, mi mente se aclaró por completo. Ya no importaba si Israel era o no Simón. Esa Luz, la que vivía por y para el amor de un hombre, había quedado atrás para siempre.
Me acerqué al micrófono con paso firme y, con una sonrisa genuina, comencé a compartir nuestros descubrimientos con el mundo.
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15.03
Capítulo 280
