Capítulo 254
Apenas colgué con el detective privado, sentí la mirada incrédula de Gabi sobre mí. Sus ojos se abrieron como platos mientras procesaba lo que acababa de escuchar.
-¿Me estás diciendo que crees que la muerta no es Violeta? -Se inclinó hacia mí, bajando la voz-. ¿Que la verdadera muerta es la muchacha de la limpieza y que Violeta está aquí haciéndose pasar por ella?
Asentí, mientras un escalofrío me recorría la espalda. No podía sacudirme esa sensación. La manera en que esa mujer se movía, cada gesto, cada paso… era como ver el fantasma de
Violeta.
Gabi se dejó caer en el sillón, aturdida. Una parte de ella quería descartarlo como una locura, pero conociendo las artimañas de Violeta… Después de todo, mi “querida hermanita” había pasado años en el extranjero, perfeccionando sus dotes de actriz en una prestigiosa escuela
de arte en Francia.
El detective que contraté -el mismo que destapó el matrimonio secreto entre Violeta y el padre de Simón- no pudo encontrar evidencia de que la muchacha de la limpieza hubiera regresado recientemente al país. Pero lo que sí encontró me heló la sangre: eran primas. Sus madres eran hermanas, aunque hacía años que no se hablaban. Cuando los padres de la chica emigraron a Francia, cortaron todo contacto con la familia.
“No es raro que las primas se parezcan tanto“, me repetía una y otra vez, intentando convencerme. “Incluso pueden tener gestos similares“. Después de confirmar por enésima vez que la muchacha no había vuelto al país, la duda me carcomía. ¿Estaba dejando que mi paranoia me controlara? ¿De verdad Violeta estaba muerta?
Mientras seguía obsesionada con recuperar mi memoria antes de volver a México, apareció Simón. No había vuelos directos a Castillo del Mar -todos requerían escalas- y con mi abuela enferma, le pedí a la empresa que organizara un vuelo privado. Jamás imaginé que el mismísimo Simón se encargaría personalmente. No pude evitar una risa amarga. ¿Ahora sí tenía tiempo para mí? Qué conveniente, considerando que antes ni siquiera podía hacer un espacio para una simple comida. Lo ignoré como si fuera un mueble más del avión.
Durante el vuelo, sentía su mirada clavada en mí. Sus ojos oscuros me seguían con una intensidad que me ponía la piel de gallina. Me cubrí con una manta para escapar de ese escrutinio. No me interesaba descifrar qué significaban esas miradas. Para mí, él no era más que otra pieza en mi tablero, un peón que usar y descartar cuando llegara el momento.
De vuelta en México, no tardaron en llegar los resultados de mis exámenes de posgrado. Con mi admisión asegurada, me zambullí en mi trabajo de laboratorio como si no existiera nada más en el mundo. Siempre he creído que hacer lo que amas es la mejor droga, y pronto todo lo demás se desvaneció en el fondo de mi mente.
Simón, sorprendentemente, cumplió su palabra de mantenerse alejado mientras yo no me acercara demasiado a otros hombres. Más aún, cada vez que el laboratorio necesitaba equipo nuevo o fondos adicionales, él aparecía como por arte de magia con todo lo necesario. Esta
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Capitulo 254
nueva dinámica me permitía concentrarme en mi trabajo sin distracciones. Llegué a pensar que, si las cosas seguían así, podría conformarme con una vida sin amor ni matrimonio. Total, después de todo lo que había pasado, la idea de volver a enamorarme me provocaba náuseas.
Pero desde nuestro regreso del extranjero, algo en el comportamiento de mi hermano cambió radicalmente. Su actitud era… extraña.
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