Capítulo 224
Sostuve la mirada de Simón sin pestañear, mis ojos tan vacíos como un espejo empañado. No había rastro de amor, ni siquiera de odio. Solo una vasta nada que parecía incomodarlo profundamente.
El bolígrafo crujió bajo la presión de sus dedos mientras me estudiaba. Una sonrisa de satisfacción bailó en los labios de Violeta, quien interpretó ese gesto como una señal de victoria. “Por fin me cree“, debió pensar, regodeándose en su aparente triunfo.
Estaba a punto de soltar una risa sarcástica cuando Simón se apartó bruscamente de Violeta. La miró como si la viera por primera vez, como si las escamas cayeran de sus ojos.
Una risa áspera escapó de su garganta.
-¿De verdad crees que soy tan idiota, Violeta? Te he querido como a una hermana, pero esto…
El rostro de Violeta se congeló en una máscara de incredulidad. Por un momento, pareció que el tiempo se había detenido. Yo misma me encontré conteniendo la respiración, sorprendida por este giro inesperado.
Los ojos de Violeta se llenaron de lágrimas instantáneamente, como si tuviera un grifo emocional que pudiera abrir a voluntad.
-¿Cómo puedes hablarme así, Simón? -su voz tembló con fingida fragilidad-. ¡Todo lo que hago es por tu bien!
“Por tu bien“, repetía mientras por dentro probablemente lo maldecía. No porque pensara que era tonto, sino porque realmente lo estaba siendo. ¿Qué clase de imbécil entrega toda su fortuna en un divorcio? La rabia bullía bajo su fachada de víctima.
Una sonrisa amarga torció los labios de Simón.
-¿Por mi bien? -su voz destilaba ironía-. Cuando Luz estaba en el hospital, después de la caída del acantilado, dijiste que fuiste la primera en visitarla. Que intentaste reconciliarte con ella pero que te dejó inconsciente.
Hizo una pausa, sus ojos taladrando a Violeta.
-Mi esposa apenas podía moverse en ese momento. ¿Cómo exactamente te habría dejado inconsciente?
El color abandonó el rostro de Violeta tan rápido como sus lágrimas habían aparecido. Tantas mentiras había tejido que algunas se le habían enredado entre los dedos.
-Yo… en ese momento… -sus dedos jugueteaban nerviosamente con un mechón de cabello-. Pensé que mi hermana me había drogado, por eso dije esas cosas…
-¿Ah, sí? -el sarcasmo en la voz de Simón podría haber cortado cristal-. ¿Y ahora qué? ¿Por qué sigues difamando a Luz cuando supuestamente ya se aclararon los malentendidos?
Lo observé con curiosidad clínica. Simón había estado presente durante mi secuestro, había
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Capitulo 224
escuchado mis súplicas desesperadas. Era imposible que creyera que yo había orquestado todo. Si tuviera ese nivel de manipulación, ese deseo ardiente de lastimar a Violeta… jamás me habría permitido terminar tan herida.
El crujido del bolígrafo cobraba ahora un nuevo significado. No era rabia hacia mí, sino hacia sí mismo. Al encontrarse con mi mirada vacía, había comprendido el alcance de su estupidez. ¿Cuántas veces había creído ciegamente en las palabras de Violeta? ¿Cuánto daño me había causado hasta que olvidé no solo los recuerdos, sino también el amor que alguna vez sentí por
él?
Aunque antes había logrado convencerlo de que mi memoria estaba intacta, ahora la verdad se revelaba en mi mirada indiferente. Solo alguien que ha olvidado completamente el amor puede mirar con tal frialdad.
La primera vez que me visitó en el hospital, yacía como una momia entre tubos y máquinas. Pero bastó que Violeta sugiriera que mis heridas eran falsas para que él lo creyera. ¿Qué nivel de ceguera se necesita para eso?
Violeta se agitó incómoda bajo el escrutinio de Simón. Nunca la había mirado así, como si por fin viera a través de su máscara de vulnerabilidad. Por primera vez, parecía que sus lágrimas no
tenían el efecto deseado.
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