Capítulo 213
La angustia que me carcomía por dentro, esa que me había estado arrancando mechones enteros de cabello, se disipó en un instante gracias a su intervención.
Mis dedos temblaban ligeramente mientras adjuntaba las pruebas en el correo para Alberto. La documentación era contundente: transferencias bancarias que evidenciaban cómo Simón había estado moviendo nuestros bienes conyugales sin mi consentimiento. Con esto, más todas las pruebas del daño emocional que me había causado, estaba segura de que el juez fallaría a mi favor, tanto en el divorcio como en la división de bienes.
El corazón me latía con fuerza mientras observaba a Rafael. Sus ojos brillaban con esa mezcla de inteligencia y bondad que siempre me conmovía. Sin poder contenerme, me abalancé sobre él y lo envolví en un abrazo.
-¡Rafita hermoso! ¡No sabes lo increíble que eres!
Un rubor intenso se extendió por las mejillas de Rafael al sentir mi abrazo efusivo. Su incomodidad ante las muestras de afecto siempre me había parecido adorable.
La adrenalina corría por mis venas. Apenas lo solté, me sumergí de lleno en los trámites del divorcio. No quería perder ni un segundo más. Organicé toda la documentación y presenté la demanda directamente en el juzgado.
La citación judicial no tardó en llegar a manos de Simón.
Sus ojos enrojecidos y húmedos contrastaban con su habitual máscara de arrogancia cuando apareció frente a mi puerta.
-Mi amor, perdóname -su voz se quebró-. Jamás pensé que me convertiría en alguien tan… tan despreciable.
Ese día, después de enfrentarlo con cada una de sus acciones durante estos años, él se negaba a aceptar la realidad. No podía, o no quería, creer que hubiera sido capaz de lastimarme así. Seguía insistiendo en que yo era el amor de su vida, que preferiría morir antes que hacerme daño.
Así que investigó. Una y otra vez, obsesivamente. Pero cada nueva prueba solo confirmaba lo mismo: me había maltratado sistemáticamente. No solo había permitido que otros me humillaran mientras él miraba hacia otro lado, sino que había puesto mi vida en peligro en múltiples ocasiones. Y ahora, como si todo eso fuera poco, pretendía sacrificar mi vida por la de Violeta sin siquiera consultarme.
Mi mandíbula se tenso. Aunque las pruebas prácticamente garantizaban el divorcio, sabía que si él se resistía, el proceso podría convertirse en una batalla legal extenuante. Por eso, a pesar de todo, esperaba que pudiéramos resolver esto de la manera menos dolorosa posible.
-Simón, no busco tus disculpas -mantuve mi voz firme y clara-. Lo único que quiero es el divorcio.
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Ameisen kovo 15:49
Capitulo 213
Sus hombros se hundieron visiblemente.
-Si hasta tú reconoces lo terrible de tus acciones, sé un hombre y acepta el divorcio.
Al ver mi determinación inquebrantable, las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas sin control.
-Mi amor, pero eso lo hizo él, no yo -su voz sonaba suplicante-. ¿No podrías tratarme aunque sea un poco mejor? Sabes cuánto te amo.
Los recuerdos de Simón parecían haberse congelado en aquel segundo día después de nuestra boda, cuando, embriagado de felicidad por haberse casado con quien él llamaba el amor de su vida, bebió hasta perder el sentido. Solo para despertar cuatro años después en una realidad muy distinta a la que había imaginado.
La vida que tenía frente a él distaba mucho de ser la feliz existencia conyugal que había soñado. Y aunque las pruebas estaban ahí, frente a sus ojos, su mente se negaba a
procesarlas. No podía aceptar que hubiera sido capaz de lastimarme de esa manera. La idea
le resultaba inconcebible.
Sus manos temblaban mientras sostenía los documentos. Había estado tan feliz de casarse conmigo, y ahora, de repente, enfrentaba un divorcio y la certeza de que yo nunca volvería a amarlo. No podía imaginar una vida sin su esposa. El solo pensamiento le provocaba un dolor físico, casi tangible.
Ver a Simón, quien siempre se había mostrado tan orgulloso y distante, llorando como un niño pequeño, me hizo considerar que quizás no estaba fingiendo su pérdida de memoria. El Simón que había conocido, el que había escalado hasta la cima pisoteando a otros, jamás se habría permitido mostrar tanta vulnerabilidad.
Pero, ¿qué importaba realmente si había perdido la memoria? ¿Qué más daba si ahora era el hombre que una vez me amó con toda su alma? El daño estaba hecho. Las cicatrices, tanto físicas como emocionales, seguían ahí. Ya no había vuelta atrás.
-Mi amor, he estado torturándome, tratando de entender -su voz sonaba ronca-. ¿Por qué cambié tanto? ¿Cómo pude dejar que un simple video me hiciera dudar de ti? ¿En qué momento dejé de confiar y empecé a tratarte así?
Sus dedos se entrelazaban nerviosamente mientras continuaba:
-Debe ser por el daño que me hizo mi padre. ¿Sabes? Antes de que me echaran de casa así, de la nada, él era diferente conmigo. Era un buen padre.
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