Capítulo 193
La voz de Simón resonó como un trueno en la montaña.
-Tráiganme a todos estos cabrones!
Los guardias de Simón se movieron como una manada de lobos, rodeando y sometiendo a Carlos y sus hombres con una eficiencia brutal. La facilidad con la que los capturaron hizo que frunciera el ceño desde mi escondite. Si Simón actuaba con tanta confianza, seguramente ya había rescatado a Violeta. De otra forma, no se mostraría tan prepotente, y Carlos no se habría rendido sin más pelea.
Una sonrisa amarga se dibujó en mis labios mientras consideraba salir de mi escondite. Pero el destino tenía otros planes.
Sin previo aviso, Simón se acercó al borde del precipicio. Su silueta se recortó contra el cielo por un instante y, sin decir palabra, se lanzó al vacío.
El tiempo pareció detenerse. Mis ojos se abrieron de par en par, mi mente negándose a procesar lo que acababa de presenciar. El shock me paralizó, igual que al resto de los presentes en la cima de la montaña.
Solo Carlos pareció reaccionar. Una carcajada histérica brotó de su garganta, rompiendo el silencio sepulcral. Su risa resonaba con un tinte de locura y triunfo.
“Vaya ironía“, pensé mientras escuchaba esa risa desquiciada. “Simón siempre protegió y consintió a Violeta, incluso me lastimó por ella. Pero al final…”
La conclusión golpeó a todos como una bofetada: Simón realmente me amaba. Al creer que yo me había lanzado, no dudó en seguirme.
Las carcajadas de Carlos se intensificaron, una mezcla de júbilo y demencia.
-¡Ja, ja, ja! ¡Miren nada más! ¡El gran Simón Rivero! -Su voz temblaba con una satisfacción enfermiza-. ¡De nada le sirvió tanto poder! ¡Un huérfano como yo lo arrastró a la muerte!
El sonido de su risa desquiciada pareció despertar a todos de su estupor, incluyéndome a mí. Por un breve instante, algo se despertó en mi interior. ¿Acaso Simón me amaba tanto que perdió la razón al pensar que yo había saltado? ¿Tan profundo era su amor que no dudó en lanzarse tras de mí?
Pero la amargura en mi corazón ahogó cualquier atisbo de emoción. “Si realmente me amaras“, pensé mientras apretaba los puños, “te habrías lanzado aquella vez, cuando realmente caí. Entonces sí te habría perdonado todo: cada herida, cada traición, cada dolor. Te habría seguido amando sin límites“.
Una risa seca y sin humor escapó de mis labios. Me parecía ridículo que el mismo hombre que me había orillado a esto ahora actuara como si no pudiera vivir sin mí. Ni siquiera alguien con trastorno de personalidad podría ser tan contradictorio.
“¿Preocuparme por si vive o muere?“, me burlé internamente. “¡Qué broma! La altura de donde
2/2
Capítulo 193
yo caí era mucho mayor. Ojalá sufras más que yo. Quiero verte postrado en esa cama de hospital, inmóvil, atravesando ese dolor insoportable día y noche. Quiero pararme junto a tu cama y decirte: ‘Ya déjate de teatritos“.
Diego Guzmán, el hermano de Simón, reaccionó violentamente. De un movimiento fluido, su pie se estrelló contra el pecho de Carlos.
-¡Cierra el hocico, imbécil! ¿De qué te ríes? ¿Quieres que te mate aquí mismo?
La furia emanaba de Diego en oleadas. Jamás imaginó que Simón, siempre tan calculador, perdería el control de esta manera, Todos creían que no valoraba a Luz, que la sacrificaría sin dudar por Violeta. No tenía sentido que actuara tan impulsivamente al pensar que yo había
saltado.
Pero este no era momento para resolver enigmas. Con rapidez, comenzó a organizar el equipo de rescate. En ese instante, el helicóptero descendió lo suficiente para que sus ocupantes bajaran.
Mi corazón se detuvo al reconocer a quien descendía. Fernando Martínez, el mejor amigo de Simón. De todos los amigos de mi esposo, era quien menos me toleraba. No podía arriesgarme; bien podría aprovechar la confusión para eliminarme, igual que Bianca.
Me encogí aún más en mi escondite, conteniendo la respiración mientras Fernando se acercaba a Diego para escuchar lo sucedido. Mi única opción era permanecer oculta y
observar.