Capítulo 181
Simón retrocedió instintivamente ante mi mirada. El desprecio que emanaba de mis ojos, ese deseo visceral de destruirlo, lo sacudió hasta los huesos. Vi el miedo arrastrándose por su rostro mientras comprendía que jamás volvería a tenerme, que mi amor se había convertido en un pozo de repulsión del que nunca podría rescatarme.
Por un momento, la máscara de control perfecto se agrietó. No quería esto, no quería perderme. Pero la vida de Violeta estaba en juego, y para él, ella siempre sería la prioridad.
Sus labios se tensaron. Sabía que cualquier explicación sonaría hueca, vacía como sus promesas. Aun así, la desesperación lo empujó a intentarlo.
-Luz, sé que Violeta ha hecho cosas terribles y conozco su relación especial con Carlos -se pasó una mano por el cabello en un gesto nervioso-. Pero viste el video. Sabes que es real.
Una vena palpitaba en su sien mientras continuaba:
-Es verdad que antes eran cercanos, pero la gente cambia. Carlos está desesperado, ya no es el mismo. No le importará matarla, aunque hayan sido amigos.
Se inclinó hacia mí, con esa expresión que antes me derretía el corazón:
-No te preocupes, ya tengo todo planeado. No dejaré que nada malo te pase.
La sinceridad en su voz solo me provocó una risa amarga.
-Si tan capaz eres, ¿por qué no has podido atrapar a Carlos? ¿Por qué necesitas usarme como carnada? -arqueé una ceja, el sarcasmo goteando de cada palabra-. Carlos ha estado contigo por años, Simón. Ha sobrevivido a base de complacerte, de anticipar cada uno de tus movimientos. No puedes atraparlo porque te conoce mejor que tú mismo.
Me incliné hacia adelante, clavando mis ojos en los suyos:
-¿Cómo puedes estar tan seguro de que tus planes funcionarán contra alguien que puede leer cada uno de tus pasos?
Vi la verdad golpearlo como una bofetada. Cada palabra mía era un puñal de realidad. Sabía que aunque intentara minimizarlo, diciendo que solo necesitaba atraer al secuestrador sin riesgos, el peligro era real y devastador.
No me habría traído con tanta preparación si fuera algo simple.
“Siempre dice amarme“, pensé con amargura, “pero por Violeta… por ella no dudaría en sacrificarme“. Una sonrisa torcida se dibujó en mis labios. “¿Amor verdadero? ¡Qué asco!”
Sus manos se aferraron a mis hombros con desesperación.
-Luz, ¿podrías confiar en mí? -sus ojos suplicaban lo que sus palabras no podían defender-. Te juro que aunque yo esté en peligro, no permitiré que te lastimen.
Solo pude responder con una sonrisa cargada de desprecio. No le creería ni los puntos
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Capítulo 181
suspensivos.
La tristeza inundó su mirada. Recordaba cuando yo era la única que creía ciegamente en él, cuando aceptaba cada una de sus decisiones como si fueran decretos divinos, convencida de que todo lo hacía por mi bien.
-Luz… -su voz se quebró en un intento desesperado por recuperar mi confianza.
Pero ya no quería escucharlo. No podía creerle. Solo deseaba que me dejara en paz.
-Si fuera la misma de antes, Simón -mi voz salió suave pero firme-, sabiendo que rogar es inútil, me habría callado y habría aceptado cualquier riesgo que me pidieras tomar.
Mis dedos rozaron inconscientemente las cicatrices bajo mi ropa.
-Pero este cuerpo ya no puede soportar ni el más mínimo peligro. ¿Recuerdas la última vez, cuando caí del acantilado? Tuve la mala suerte de golpear contra el arrecife. La mitad de mis huesos quedaron hechos polvo -una risa sin humor escapó de mis labios. ¿Te acuerdas cuando me preguntaste por la cicatriz de mi brazo?
Me arremangué la blusa, exponiendo la marca irregular que cruzaba mi piel.
-Es donde pusieron el metal para reconstruir mis huesos. Y no solo en mi brazo -mi voz tembló ligeramente-. Todo mi cuerpo está sostenido por placas y tornillos.
Las lágrimas amenazaban con traicionarme, pero las contuve.
-Ya no puedo arriesgarme más, Simón. Un simple empujón, una caída… podría significar que nunca vuelva a levantarme -mi voz se convirtió en un susurro quebrado-. Por favor, te lo suplico… déjame en paz. De verdad, te lo ruego…
Pero mientras las palabras salían de mi boca, sabía que era inútil. En su corazón solo había espacio para Violeta. Mis súplicas se perderían en el vacío de su indiferencia.
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