Capítulo 177
Tal como lo había previsto, al día siguiente llegó la noticia: Violeta, quien supuestamente iba a ser enviada al extranjero, había caído “gravemente enferma” y estaba hospitalizada. Una hospitalización así significaba, por supuesto, que ya no podría marcharse.
Simón fue el primero en venirme a explicar, su voz teñida de culpa y preocupación.
-Mi amor, por favor no te enojes -su tono suplicante revelaba su nerviosismo-. Te prometo que en cuanto Violeta se recupere, la mandaré fuera del país de inmediato.
Una sonrisa irónica se dibujó en mis labios. La noticia de que Violeta no podría irse me provocaba una satisfacción que eclipsaba cualquier rastro de enojo. ¡Qué giro tan irónico! Antes, cuánto había deseado que Violeta se marchara al extranjero, que desapareciera de mi vida. Ahora, en cambio, anhelaba con todas mis fuerzas que se quedara.
“¡La cárcel será un destino mucho más apropiado para ti!“, pensé, mi determinación ardiendo en mi pecho.
El odio de Violeta era como un veneno que no dejaba de fluir. Lo sabía bien: si esta vez no lograba su objetivo, habría un segundo intento, un tercero… no descansaría hasta verme muerta. Que no hubieran podido atraparla la última vez no importaba. Tarde o temprano, Violeta cometería un error, y ese sería el momento de su caída.
Pero el destino tenía otros planes.
Antes de que Violeta pudiera enviar a otro asesino, llegó una noticia inesperada: ¡la habían secuestrado! Cuando Simón apareció para contarme sobre el secuestro, me quedé paralizada por un instante, procesando la información. Sin embargo, mi sorpresa rápidamente se transformó en suspicacia.
Mis ojos se entrecerraron con desconfianza.
-Si la secuestraron, pues ve y levanta una denuncia -espeté con frialdad-. ¿A qué viniste conmigo?
Una pausa tensa.
-¿Qué? ¿Esperas que me preocupe por ella?
Algo no cuadraba en todo esto. Incluso si el secuestro fuera real, ¿por qué venía Simón a contármelo? ¿Acaso creía que, por la relación de vida o muerte que existía entre ellas, yo debería estar desesperada por encontrar conexiones?
Simón permanecía en silencio, observándome con una intensidad que me hizo estremecer.
Mi ceño se profundizó mientras una idea horrible comenzaba a tomar forma en mi mente.
-No me digas que piensas que yo la secuestré -mi voz tembló ligeramente con indignación-, Aunque deseo con toda mi alma que le vaya mal, jjamás haría algo ilegal!
Mis puños se cerraron con fuerza.
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Capítulo 177
-¡Ya vete a levantar tu denuncia y déjame en paz!
Me di la vuelta para marcharme, pero Simón me sujetó del brazo con fuerza. El agarre era como un grillete de hierro.
-¿Qué diablos haces? -la irritación en su voz apenas ocultaba su creciente temor.
“Si tan solo tuviera un poco más de fuerza“, pensé con amargura, “¡lo mandaría a volar de una patada!”
El rostro de Simón se ensombreció.
-No podemos denunciar -su voz sonaba tensa-. Si lo hacemos, los secuestradores podrían
matarla.
-¿Y eso qué tiene que ver conmigo?
No entendía qué pasaba por su cabeza. Su adorada Violeta, su madrastra había sido secuestrada, ¿y en lugar de buscar ayuda venía a molestarme a mí?
Pero entonces, como un rayo de claridad en medio de la tormenta, comprendí la terrible verdad. -Luz, sé que Violeta te ha lastimado mucho -comenzó Simón con voz suave-, que es difícil perdonarla, pero…
El pánico se apoderó de mí. Sin dejarlo terminar, mis dedos volaron hacia el botón de emergencia en mi reloj. Hoy había cometido el error de venir sola a visitar a mi abuela, dejando a mis guardaespaldas fuera. Nunca imaginé encontrarme con Simón, mucho menos que ese sería el día en que secuestrarían a Violeta.
Pero antes de que pudiera presionar el botón, Simón me arrancó el reloj de la muñeca con un
movimiento brusco.
-¡¿Qué estás haciendo?! -mi voz se quebró por el miedo.
Un presentimiento oscuro se arrastraba por mi espina dorsal. Era obvio: planeaban usarme a mí para intercambiarme por Violeta. Todo este “secuestro” repentino apestaba a trampa.
“Violeta debe haberse dado cuenta de que estoy demasiado protegida“, pensé con amarga claridad. “No solo no puede tocarme, sino que arriesga exponerse ella misma. Así que cambió de estrategia“.
El sudor frío me recorría la espalda mientras la conclusión me golpeaba: ¡Simón planeaba entregarme como sacrificio!
-Luz, no tengas miedo -la voz de Simón intentaba ser tranquilizadora, pero solo lograba ponerme más nerviosa-. No quiero lastimarte, solo necesito que ayudes a salvar a Violeta.
Las siguientes palabras de Simón confirmaron mis peores temores: los secuestradores habían exigido específicamente que yo tomara el lugar de Violeta.
-¡Yo no soy policía! -grité, debatiéndome con todas mis fuerzas-. ¡¿Cómo esperas que la
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