Capítulo 164
La sonrisa en sus labios se desvaneció mientras examinaba los registros en su teléfono. Sus dedos se deslizaron por la pantalla, revelando una y otra vez la misma frustración: Violeta nunca usaba su celular para contactar a Carlos Estrada. Era demasiado precavida, demasiado astuta. Los registros de sus conversaciones anteriores eran un desierto de información
irrelevante.
Pero hoy… hoy finalmente tenía algo. Después de meses de vigilancia constante, este audio era como encontrar un diamante en medio de la arena. Por supuesto, también guardaba las capturas de pantalla de sus conversaciones con Simón y conmigo en el servidor de espionaje, pero este audio… este audio era diferente. Era la prueba definitiva que necesitaba.
Una sonrisa sutil se dibujó en mis labios mientras observaba el rostro de Simón ensombrecerse. La mandíbula tensa, los nudillos blancos por la presión.
Los ojos de Simón se entrecerraron, su voz conteniendo apenas la furia.
-¿De dónde sacaste esta grabación? -Sus facciones se endurecieron aún más, ¿Me has estado espiando?
-A mí ni me mires. Ni siquiera sé quién me mandó esto. A lo mejor hasta el cielo se hartó de ver cómo me engañabas y mandó a alguien de buen corazón a echarme la mano.
“No miento del todo“, pensé. “Nunca espié a Simón directamente“. Ya había ordenado retirar todo el software de vigilancia del teléfono de Violeta. Aunque Simón buscara, no encontraría nada. Más adelante, cuando las aguas se calmaran, podría enviar a alguien más a seguir sus pasos. Después de todo, con gente como ella, no había necesidad de jugar limpio.
La mirada de Simón se perdió en el vacío, sus ojos oscuros reflejando una tormenta interior de pensamientos. Pero a ella ya no le importaba descifrarlos.
-Según el acuerdo, violaste las condiciones. Te vas con lo puesto y nada más. Mañana a las ocho y media nos vemos en la entrada del Registro Civil.
Me di la vuelta para marcharme, pero los dedos de Simón se cerraron como un grillete alrededor de mi brazo. El contacto le provocó un escalofrío de repulsión.
Se giró lentamente, su rostro una máscara impaciencia.
-¿Se le ofrece algo más, Presidente Rivero?
La voz de Simón surgió ronca, cargada de emoción.
-Luz, perdóname. Me equivoqué al juzgarte por ese video sin escuchar tu versión. Te traté horrible después. Fue mi error y pasaré el resto de mi vida tratando de compensártelo.
-No. Te di una oportunidad y la desperdiciaste.
Una sonrisa amarga torció los labios de Simón.
-¿De verdad me diste una oportunidad? Si eso querías, ¿por qué armaste todo esto? -Su voz
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se elevó ligeramente- El espionaje, presionar a Violeta, acorralarme por todos lados.
La impaciencia tiñó su respuesta.
-Primero, yo no te estaba espiando. Y segundo, aunque te haya acorralado, si de verdad. hubieras querido arreglar las cosas, no dirías una cosa en mi cara y otra a mis espaldas. ¡Puras mentiras! Tú solo desperdiciaste la oportunidad. No me eches la culpa a mí.
Simón intentó defenderse débilmente, murmurando algo sobre una “mentira piadosa“.
-¡Ya, Simón! ¡Sé un hombre por una vez en tu vida!
El silencio cayó entre ellos como una losa. Los ojos de Simón se enrojecieron.
-Luz… ¿por qué? ¿Cómo puedes ser tan cruel?
“La noticia le cayó como un rayo. Le duele tanto que no puede soltarme. No entiende cómo puedo ser tan decisiva, dejarlo ir sin mirar atrás. Sin darle una oportunidad sincera.”
Una risa burlona escapó de mis labios.
-¿No decías que era malvada? ¿Una cruel mala semilla? ¿Qué esperabas de alguien así? ¿Compasión?
Las palabras murieron en la garganta de Simón. Durante dos años, la forma en que la había juzgado, la manera en que la había tratado… todo eso se alzaba ahora como un muro entre nosotros. La claridad de su determinación lo llenaba de desesperación.
El silencio se extendió por varios segundos hasta que Simón habló, su voz apenas un susurro
ronco.
-No importa lo que pase, Luz. No puedo dejarte ir. Aunque me muera, te llevaría conmigo.
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