Capítulo 146
La frustración me carcomía por dentro. Como si no fuera suficiente con que Carlos se hubiera escapado, ahora Simón tenía que venir a fastidiar. Mi mandíbula se tensó mientras intentaba controlar la oleada de irritación que me invadía.
Violeta había salido libre, y con ella, todas mis cartas contra Simón se habían esfumado como humo. “Solo me queda ir por el maldito certificado de divorcio“, pensé, apretando los puños. No quería ni dirigirle la palabra.
Pero Simón, con su característica incapacidad para leer el ambiente, se acercó. Su rostro mostraba esa expresión de suficiencia que me revolvía el estómago.
-¿Ya ves? Te lo dije. Violeta jamás te haría daño a propósito su voz destilaba un alivio que me provocó náuseas.
“Claro, está feliz porque su adorada Violeta resultó ser inocente“, pensé con amargura. El muy idiota ni siquiera sabía cómo enfrentarse a su propia esposa después de todo lo ocurrido.
Mis ojos se entrecerraron con impaciencia. Estaba a punto de mandarlo al diablo cuando él sacó unos documentos de su maletín.
-Mira, ya liquidé todas mis propiedades -extendió los papeles hacia mí. Aquí está el documento de cesión voluntaria y el nuevo acuerdo de divorcio que pediste. Ya lo firmé. Solo falta tu firma y que lo lleves con el abogado para que lo selle.
Mi máscara de indiferencia se agrietó por un momento. Lo miré con genuina sorpresa, incapaz de creer lo que veía. Siempre pensé que su oferta de darme todas sus propiedades era solo palabrería, un truco barato para que retirara la demanda. Jamás imaginé que lo haría realidad.
Una sonrisa que pretendía ser encantadora se dibujó en su rostro.
-¿Qué pasa? ¿No crees que hablo en serio? -se acercó un paso más-. Tú siempre has sido lo más importante para mí.
Sus ojos brillaban con una intensidad que me revolvió el estómago. Se atrevió a dar otro paso.
-Nada en este mundo se compara contigo. Lo que sea que quieras, si lo tengo, te lo doy; si no lo tengo, muevo cielo y tierra para conseguirlo. ¡Hasta daría mi vida!
Su voz vibraba con una pasión que me provocó arcadas. Cada palabra, cada gesto supuestamente romántico, me resultaba repugnante. Este hombre, que siempre creyó ciegamente en Violeta por encima de mí, que la escogió a ella una y otra vez, tenía el descaro de decir que yo era lo más importante.
“¿Así trata uno a quien dice amar?“, la pregunta me quemaba por dentro. “¿Mandándola a morir
una y otra vez?”
Una sonrisa amarga se dibujó en mis labios. Su amor me daba asco, pero su dinero… su dinero olía deliciosamente bien. Sobre todo porque, después de esto, quedaría en la calle. Ya no podría ayudar a Violeta. Le sería muy difícil intentar algo más contra mí.
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Capitulo 146
Con manos firmes, revisé minuciosamente cada documento. Cuando confirmé que todo estaba en orden, estampé mi firma y se los entregué al abogado.
El alivio inundó el rostro de Simón. Sus hombros se relajaron visiblemente.
-No tienes idea de lo difíciles que han sido estos dos años para mí -su voz se quebró con emoción-. Pero todo fue un malentendido. Ahora podemos empezar de nuevo.
Se acercó, tomando mi mano entre las suyas con fervor enfermizo.
-Créeme, por el resto de mi vida solo te amaré a ti. Solo seré bueno contigo.
Sus ojos brillaban con una pasión obsesiva que me heló la sangre. Lo observé fijamente, comprendiendo con horror que realmente lo creía. Estaba convencido de que me amaba.
No pude contenerme más. De un tirón liberé mi mano de su agarre y, con movimientos frenéticos, alcancé el bote de basura más cercano.
El contenido de mi estómago se vació violentamente mientras una pregunta resonaba en mi mente: “¿Cómo puede alguien llamar ‘amor‘ a esta monstruosidad?”
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