Capítulo 137
La ironía de la situación no se le escapaba a Luz mientras observaba a Simón de pie en su puerta. Algo en ella le había hecho dejarlo entrar, quizás la curiosidad morbosa de ver cómo intentaría manipularla esta vez.
“Seguramente viene por las acciones de la empresa“, pensó mientras lo veía ajustarse la corbata nerviosamente. Su respuesta pública lo había convertido en el villano más odiado de internet, y el precio de las acciones se desplomaba hora tras hora. Los accionistas ya estaban alzando la voz, exigiendo explicaciones.
O tal vez, reflexionó con amarga diversión, venía a intentar reconquistarla. Podía imaginarlo perfectamente: el arrepentimiento fingido, las promesas vacías, los ruegos de perdón. Una risa seca amenazó con escapar de sus labios ante ese pensamiento.
También existía la posibilidad de que viniera furioso, herido en su orgullo por los comentarios en internet que lo llamaban “desgraciado“. Quizás planeaba mostrar su verdadera cara, revelar que nunca la había amado realmente.
Pero nada la preparó para la realidad. No venía por la empresa, ni por su orgullo herido, ni siquiera para disculparse.
Venía por Violeta.
Un músculo se tensó en la mandíbula de Luz. Por supuesto que era por Violeta. Siempre había sido por Violeta.
Las cicatrices en su cuerpo parecieron arder mientras Simón le explicaba la situación. Debido a su respuesta en internet, una multitud furiosa rodeaba la estación de policía. Aquellos que antes la habían condenado a ella, ahora exigían justicia contra Violeta con pancartas y gritos. La presión pública que una vez Violeta había usado contra ella, ahora se volvía en su contra.
Y ahí estaba Simón, el poderoso empresario, incapaz de conseguir la libertad bajo fianza para su querida Violeta. La desesperación en su rostro era casi cómica.
Sus ojos se encontraron cuando él le pidió lo impensable: que retirara la denuncia, que publicara una declaración diciendo que todo había sido un malentendido. Que Violeta era inocente.
Luz arqueó una ceja, una sonrisa desdeñosa dibujándose en sus labios. ¿Estaba él loco o creía que ella lo estaba?
El sudor perlaba la frente de Simón mientras se aflojaba el nudo de la corbata.
-Luz, tú sabes que Violeta ha estado enferma desde chiquita, y después de salvarme, le
quedaron secuelas graves. ¡Su cuerpo no aguanta estar en una delegación!
Sus nudillos se tornaron blancos mientras apretaba los puños.
-Tú ya estuviste ahí, sabes lo horrible que es ese lugar.
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Capítulo 137
Una risa desgarradora escapó de los labios de Luz. Una risa que hablaba de noches de dolor insoportable, de huesos rotos, de traiciones que cortaban más profundo que cualquier bisturi.
“¿Cómo pude ser tan ciega?“, se preguntó mientras lo observaba suplicar por su querida Violeta, esa que no podía soportar un ambiente ‘tan terrible‘. Ella, Luz, había sobrevivido a una sala de emergencias con medio cuerpo destrozado, y aún ahora tenía que caminar con cuidado. Pero claro, ella sí podía soportar la cárcel.
Simón pareció notar su expresión porque se apresuró a agregar, mientras se pasaba la mano por el cabello con nerviosismo:
-Luz, tú y Violeta son diferentes. Tú siempre has sido fuerte, ni el COVID te tumbó cuando todos caímos, hasta yo. Pero Violeta es delicada, se enferma con cualquier corriente de aire, imagínate unos días en ese lugar.
Se acercó un paso, sus ojos suplicantes.
-Todo esto es mi culpa. No debí asumir que estabas conmigo por interés, debí investigar antes de creer que habías hecho algo así.
La voz le temblaba de una manera que casi parecía sincera. Casi. Pero entonces añadió:
-¡Toda la culpa es mía! Puedes tratarme como quieras, pero por favor, no culpes a Violeta de
todo esto.
Luz sintió que algo se rompía dentro de ella. No de dolor, sino de una claridad cristalina que finalmente le permitía ver la verdad completa de quién era realmente Simón Rivero.
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