Capítulo 19
Rocío miró a Alejandro, sorprendida, pero sintiéndose bienvenida.
Nunca había ido tan lejos sola en su vida. Aunque le había dicho a Ana que podía hacerlo por su cuenta, se sentía un poco nerviosa y ansiosa al estar en otra ciudad. Pero, ahora, al sentir la bondad de los extraños, comenzó a experimentar una cierta sensación de pertenencia a ese lugar.
-Gracias-, dijo Rocío en voz baja.
Alejandro sonrió, pero, no dijo nada más.
Las personas que se inscribían para enseñar en zonas de escasos recursos venían de todas partes, y muchos se sentían poco acostumbrados al principio. Lo único que él podía hacer era ayudar en lo que estuviera a su alcance.
El auto continuó su camino hacia el Villaluna, el lugar donde Rocío enseñaría.
Alejandro había elegido una casa cerca de la Escuela Primaria Luna y no tardaron en llegar.
Cuando bajaron del auto, un hombre de mediana edad los estaba esperando en la puerta.
-Señor Alejandro, ya han llegado-, dijo el hombre, que fue rápido a saludarlos al ver a Alejandro y su acompañante.
Alejandro le devolvió el saludo y realizó una breve presentación. Cuando el hombre supo que Rocío estaba allí para enseñar, su expresión reflejó un mayor respeto y rápidamente los llevó a
ver la casa.
Era una pequeña vivienda de dos pisos con un jardín delantero bastante amplio. Una pared baja, cerca de la casa vecina, estaba cubierta por una gran enredadera de glicinas.
El interior de la casa estaba bien amueblado, muy limpio y ordenado, dando una sensación acogedora.
—La casa es de mis tíos. Como ya son mayores, mi primo los llevó a la ciudad. En un principio, tenían la intención de vender la casa, pero, a mi tío le costaba desprenderse de ella. Sin embargo, una casa vacía se deteriora con el tiempo, así que después de pensarlo bien, decidieron alquilarla.
El hombre habló mientras señalaba el edificio junto al muro bajo. -Esa también es de ellos. Al principio, la construyeron para mi primo, pero, él tuvo éxito en su carrera y, con el dinero que ganó, se compró su propia casa. Antes venía a quedarse de vez en cuando, pero, ahora también está desocupada. Si no te gusta esta, puedes echar un vistazo a la de al lado, de todos modos, ambas están en alquiler.
4] XF
Rocío dirigió la mirada a la casa contigua. La pared era tan baja que podía ver con claridad el jardín vecino.
Era mucho más espaciosa y su estructura parecía más nueva. Era, sin duda, una construcción
reciente.
Sin embargo, como viviría sola, no necesitaba tanto espacio; el lugar que habían elegido le parecía suficiente.
-No hace falta, me quedaré con esta. ¿Cuándo podemos firmar el contrato?
El hombre, al notar su decisión firme, sacó un contrato que ya tenía impreso. Tras firmarlo y realizar el pago del depósito y el alquiler, el hombre le ofreció algunos consejos a Rocío y le entregó las llaves.
Finalmente instalada, Rocío pudo respirar aliviada. Después de despedirse del hombre, miró la hora y notó que ya era mediodía. Entonces, se dirigió a Alejandro: -Señor Alejandro, permítame invitarlo a almorzar. Me ha ayudado tanto que ni sé cómo agradecerle.
-No hay prisa, antes hay algo que necesito discutir contigo.
Rocío notó la seriedad de Alejandro y se puso atenta. —Dígame, ¿qué ocurre?
—He revisado tu solicitud, y las clases formales comienzan en febrero del próximo año. Pero, ahora, tenemos un problema: nuestra profesora de inglés, Inés, se cayó hace una semana y se lastimó. Además, estaba embarazada y el accidente provocó signos de un posible aborto
espontáneo.
-Inés está en un estado de salud delicado y este bebé es muy importante para ella. Su familia quiere que termine su periodo de enseñanza y regrese a descansar. La escuela, considerando su bienestar, aceptó su decisión.
-Pero, aún faltan dos meses para las vacaciones de invierno y, como sabes, las escuelas primarias del pueblo no tienen profesor de inglés. Si Inés se va, la Escuela Primaria Luna quedará sin docente para esa asignatura. La alternativa sería que profesores de otras escuelas vengan una vez por semana, pero, esto solo haría que los estudiantes, que ya están atrasados en inglés, se rezaguen aún más.