Capítulo 18
Al despertar, Rocío sintió la cabeza pesada y algo de congestión nasal. Probablemente no se había adaptado al clima local y estaba resfriándose.
Buscó en su maleta ropa más abrigada para ponerse, y mientras pensaba en salir a buscar una farmacia para comprar medicamentos, recibió una llamada de Alejandro.
-Señorita Rocío, ya tengo noticias sobre la casa que me pidió buscar, ¿le interesa ir a verla hoy?
Rocío mostró sorpresa, no esperaba que Alejandro hubiera encontrado una casa tan rápido. Agradecida, respondió: -Sí, claro, muchas gracias, señor Alejandro.
-No es molestia, ¿paso a buscarla al hotel en un rato?
-Perfecto.
Acordaron la hora y, tras arreglarse rápidamente, Rocío recibió un mensaje de Alejandro diciendo que ya estaba en la entrada del hotel.
No quería hacerlo esperar, así que rápidamente cogió su bolso y bajó.
Señor Alejandro-, saludó Rocío al verlo, y dudó un momento antes de subir al asiento del copiloto.
Sentarse atrás podría parecer descortés, como si lo tratara de chofer.
Justo al subirse, Rocío levantó la vista y notó un pequeño marco en el tablero del copiloto. No tenía una foto, sino un dibujo de una pareja vestidos como para una boda y dos gatos jugando con el borde del vestido de la novia.
Estaba dibujado con un estilo que transmitía alegría.
Alejandro, notando el interés de Rocío en el dibujo, la miró con ternura.
-Lo dibujó mi esposa.
Rocío volvió en sí y se disculpó: -Lo siento, me pareció familiar el estilo de su esposa y me quedé mirándolo más de la cuenta, espero no le moleste.
Alejandro respondió, -No hay problema, ella estaría feliz de saber que a alguien le gusta su arte.
Viendo la ternura con la que Alejandro hablaba de su esposa, Rocío sintió envidia y exclamó: Qué linda relación tienen.
-Siempre hemos tenido una buena relación, dijo Alejandro con una sonrisa aún más
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Caput TR
grande, sus ojos brillaban con felicidad.
Luego se volteo y sacó dos bolsas de atrás, pasándoselas a Rocío.
-Supongo que no ha desayunado aún, compré algo en el camino, no sé si le guste.
-Gracias, de verdad, se está tomando muchas molestias, respondió Rocío, algo
avergonzada por no poder rechazar la cortesía de Alejandro, y tomó las bolsas, -¿Cuánto le debo? Puedo transferirle en un momento.
-No se preocupe, es un detalle. Agradezco que haya venido aquí a contribuir con la educación de nuestros niños.
Las áreas rurales eran pobres y no se comparaban con la ciudad. Muchas personas no estaban dispuestas a venir al campo a enseñar, o si venían, era solo como una oportunidad temporal, esperando que les asignaran un lugar mejor después.
Pocos venían solo por los niños, como Rocío. Alejandro admiraba mucho a personas como
ella.
En este punto, seguirlo rechazando parecería pretencioso. Rocío agradeció de nuevo y justo cuando estaba a punto de abrir algo para comer, vio que una de las bolsas tenía medicamentos.
Alejandro, notando esto de reojo mientras arrancaba el auto, explicó: —Escuché por teléfono que tu voz sonaba diferente, pensé que podrías estar resfriada. Como recién llegas y no
conoces el lugar, aproveché que pasaba por una clínica para traerte algunos medicamentos. ¿ Puedes tomarlos?