Capítulo 10
Tomás había terminado de empacar sus cosas; ya era medianoche.
Su celular estaba en la mesita de noche, sin ningún mensaje ni llamada.
Tomás se sentía inquieto; quería enviarle un mensaje a Rocío. De repente, la pantalla del
celular en el escritorio se iluminó con un nuevo mensaje.
En ese instante, Tomás suspiró aliviado. Rápidamente tomó el celular para ver qué le había
enviado Rocío.
Pero, apenas vio lo que era, sintió un escalofrío.
Era un mensaje de Carmen preguntándole a qué hora era su vuelo al día siguiente.
Tomás no respondió y abrió la conversación con Rocío; el mensaje aún mostraba lo había enviado al mediodía.
[Tomás, si estás muy ocupado, puedes venir más tarde, yo te esperaré.]
que ella
En ese momento, él estaba con Carmen recogiendo un traje a medida que habían ordenado y, justo cuando iba a responder, Carmen lo vio. Con prisa, se inventó unas excusas y guardó el
celular.
Después de eso, no respondió.
Tomás miró los mensajes de arriba. Casi todos los mensajes eran de Rocío, con sus respuestas evasivas de por medio, de vez en cuando.
En ese entonces, Rocío ya había notado que había cambiado y se lo había preguntado directamente. Aunque se sentía herida, aun así, logró sacar una sonrisa forzada.
-Tomás, ¿estás muy ocupado con el trabajo? Si lo estás, no necesitas responderme siempre. Con que me respondas de vez en cuando, yo estaré feliz.
La mirada de Tomás se llenó de nostalgia. Aún recordaba su respuesta.
—Rocío, eres muy cansona. ¿Podrías dejar de enviarme tantos mensajes aburridos e inútiles?
El brillo en los ojos de Rocío se esfumó en ese momento, y después de eso, dejó de molestarlo tanto, justo como él quería.
Tomás seguía con el celular en las manos. Pero, al pensar en algo, soltó el celular sin enviar ningún mensaje.
Hasta que, en medio de la noche, despertó asustado por una pesadilla.
En el sueño, Rocío continuaba caminando hacia adelante sin mirar atrás.
Capitulo 10
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Justo cuando estaba a punto de desaparecer en la densa niebla, se detuvo y lo miró fríamente.
-Tomás, te he abandonado.
-Nunca nos volveremos a ver.
Tomás se despertó del sueño, desconcertado y ansioso.
No podía entender por qué había tenido ese tipo de sueño; incluso lo encontraba absurdo.
-¿Cómo podría Rocío, la persona que he cuidado toda la vida, querer no verme nunca más?
Tomás se calmó, se levantó de la cama y fue al baño para darse una ducha fría, lo que se deshizo de cualquier resto de somnolencia.
Eran las cinco de la madrugada. Bajó las escaleras y se sirvió un vaso de agua. Al ver la puerta de la habitación al final del pasillo, dudó un momento antes de caminar hacia allá.
La puerta no tenía seguro; se abrió fácilmente con un giro.
La habitación era pequeña; se podía ver todo con un solo vistazo. Tomás estaba intrigado y, al observar detenidamente el lugar, su expresión cambió drásticamente, como si hubiera descubierto algo.
Entró rápidamente y reviso con detalle la habitación, pero,no encontró nada relacionado con él. Todos los regalos que le había dado a Rocío habían desaparecido.
Incluso muchos de los objetos personales de ella faltaban.
Parecía como si se hubiera mudado.
Cuando pensó en eso, Tomás sintió cómo su corazón se hundió bruscamente. Luchando por contenerse, subió rápidamente las escaleras de regreso a su habitación, tomó su celular y llamó a Rocío.
Una voz robótica de mujer le informó que el número al que había llamado estaba apagado.
Tomás, persistente, intentó llamar varias veces más, pero, nadie contestó.
Seguía recibiendo el mismo mensaje: el teléfono estaba apagado.
-¡Increíble! Ahora ni contesta mis llamadas. -Tomás se rió irónicamente, pensando que Rocío solo estaba enojada y evitaba sus llamadas a propósito.
Abrió la conversación y rápidamente escribió un par de mensajes para enviarlos.