Capítulo 91
Irene se alejó a toda prisa, sus tacones resonando contra el pavimento mientras sus lágrimas amenazaban con desbordarse. La imagen de Romeo junto a Inés seguía grabada en su mente como una herida fresca.
Romeo apenas alcanzó a vislumbrar su silueta desapareciendo en la esquina. Con un
movimiento brusco, apartó su mano del agarre de Inés. La tensión en su mandíbula delataba su frustración.
-Tú encárgate de las medidas–masculló con voz cortante-. Yo tengo otros asuntos que
atender.
Sin esperar respuesta, giró sobre sus talones y se marchó en dirección contraria. Sus pasos firmes y su postura rígida revelaban la tormenta que se agitaba en su interior.
Inés permaneció inmóvil, observando cómo ambos se alejaban en direcciones opuestas. Una sonrisa apenas perceptible se dibujó en sus labios, satisfecha con el caos que acababa de presenciar.
En el segundo piso, Lisa continuaba tomando medidas, ajena al drama que se desenvolvía. Cuando Irene regresó, bastó una mirada para notar que algo andaba mal. El rostro de su compañera estaba tenso y sus ojos enrojecidos delataban su angustia.
-¿Estuviste llorando? -La preocupación genuina teñía la voz de Lisa-. ¿Problemas en casa?
Irene apretó los labios, conteniendo una nueva oleada de emociones.
-No es nada -respondió con voz temblorosa-. Terminemos con las medidas y después me ocupo de eso.
Aunque no se había mirado al espejo, la hinchazón en sus párpados la delataba. Lisa, quien inicialmente había desconfiado de la forma en que Irene consiguió el trabajo, mostró una faceta más comprensiva.
-Si necesitas resolver algo, ve–ofreció con sinceridad-. Puedo terminar sola.
Irene negó con la cabeza mientras tomaba el papel y el lápiz de las manos de Lisa.
-Mejor juntas.
“No puedo darme el lujo de descuidar mi trabajo“, pensó. “Solo demostrando mi compromiso lograré que Lisa me acepte verdaderamente“.
Trabajaron con eficiencia redoblada, completando todas las mediciones en una hora. Al terminar, una empleada les informó que Inés y los demás se encontraban en el jardín.
Al no encontrarlos, Lisa sacó su celular.
-Voy a avisarle a la señorita Núñez que nos vamos.
1/2
Capítulo 91
-Ve tú -Irene se adelantó hacia la salida-. Te espero en la entrada.
La idea de volver a verlos le revolvía el estómago.
En el jardín trasero, Romeo alimentaba a los peces del estanque, su espalda tensa revelando su estado de ánimo. El ambiente estaba cargado de una tensión palpable. Inés lo observaba fijamente, como un depredador estudiando a su presa.
-Inés, ya terminamos las mediciones -susurró Lisa al acercarse.
Inés se giró, notando la ausencia de Irene.
-¿Y Llorente?
-Tenía una emergencia en casa -explicó Lisa, señalando hacia la entrada-. Ya nos vamos.
Romeo escuchó la conversación y su mirada se dirigió hacia donde estaba Irene. La luz de la entrada la iluminaba mientras miraba su celular, exponiendo la delicada curva de su cuello. Su expresión se había suavizado mientras tecleaba, probablemente mensajeando con David.
La furia burbujeó en su interior. “¿Emergencia en casa? ¡Por supuesto! Seguramente alguien la está esperando“, pensó con amargura. Las palabras de Irene resonaron en su mente: “Siempre te pongo primero, nunca te diría que no, porque te amo“.
Ese amor que ahora parecía tan efímero, reemplazado tan fácilmente por otro. Al analizar los últimos días, el cambio en el comportamiento de Irene era innegable, y eso lo perturbaba profundamente. La quería sumisa y obediente, como antes.
Inés se despidió de Lisa y se acercó a Romeo justo cuando el auto desaparecía en la distancia. Romeo dejó caer el alimento para peces con brusquedad.
-Tengo que salir -anunció secamente-. No me esperes para cenar.
Sin más explicaciones, entró a la casa por las llaves de su auto y se marchó precipitadamente.
Durante el viaje de regreso, Irene permaneció sumida en sus pensamientos mientras Lisa parloteaba con inusual entusiasmo.
-¿No te parece que el diseño de la villa es excepcional?
-Supongo -respondió Irene distraídamente.
La inseguridad la invadió. Había seguido su instinto al diseñar, confiando en que las combinaciones funcionarían.
-Se nota que no entiendes mucho -sentenció Lisa con cierta condescendencia.
Lisa, con su reputación establecida en el círculo del diseño, había esperado encontrarse con alguien más experimentado que ella.
2/2