Al Mal esposo 70

Al Mal esposo 70

Capítulo 70 

Romeo siempre había sido un maestro en el arte del autocontrol. Años de negociaciones y juntas tensas lo habían entrenado para mantener la compostura bajo cualquier circunstancia. Pero bastaba que el nombre de Irene cruzara su mente para que todo ese control se desvaneciera como humo

Quizás era el deseo físico insatisfecho lo que lo mantenía obsesionado con ella. Durante dos años, Irene había sido como una droga para sus sentidos, intoxicante y adictiva. El recuerdo de su piel, su aroma, la manera en que respondía a sus cariciasRomeo aplastó el cigarrillo en el cenicero con más fuerza de la necesaria

¿Por qué tenía que ser él quien cargara con las consecuencias de los caprichos de Irene

El aire acondicionado zumbaba suavemente en el departamento de diseño de Estudio Pixel

Pulso. Pilar se inclinó sobre el escritorio de Irene

-Mejor espérate a que Lisa te asigne algo. No le gusta que anden tras ella

Irene negó con la cabeza. Podría ser nueva en el mundo laboral, pero retroceder ante los obstáculos no estaba en su ADN. Después de acomodar meticulosamente su escritorio, respiró hondo y se dirigió hacia la oficina de Lisa

La jefa de diseño era la viva imagen de la eficiencia: lentes de pasta negra perfectamente alineados, corte bob impecable, ni un solo cabello fuera de lugar

-Lisa, ¿en qué te puedo apoyar

La mirada que Lisa le lanzó por encima de sus lentes habría congelado el infierno

-Irene, ¿verdad? -se levantó, cruzando los brazos-. Te voy a ser franca: no te quiero como mi asistente. ¿Por qué no mejor buscas otro lugar

-No puedo hacer eso

El contrato recién firmado pesaba como plomo en su consciencia. No podían despedirla sin causa justificada, y ella no pensaba renunciar. Esta oportunidad la había conseguido por mérito propio, y no iba a soltarla tan fácilmente

Lisa torció los labios. Nunca había sido paciente con quienes entraban por la puerta trasera

-Como quieras -señaló hacia un rincón de la oficina-. Organiza todos esos archivos. Y ni se te ocurra irte hasta que termines

Irene siguió la dirección de su dedo. Una montaña de carpetas se alzaba casi a la altura de su cabeza, cubiertas por una gruesa capa de polvo que hablaba de años de abandono. Era cuestionable si alguno de esos documentos todavía servía para algo

-Claro, me pongo en ello

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Capítulo 70 

Sin perder tiempo, Irene comenzó a transportar pequeñas pilas hasta su escritorio. Para el mediodía, apenas había procesado una quinta parte. Pidió comida a domicilio y, entre bocado y bocado, siguió trabajando

Pilar regresó del almuerzo y la observó con preocupación

-Los últimos dos asistentes que Lisa contrató tampoco pudieron con esos archivos

La tarea era imposible de completar en un día. Cualquier persona sensata ya se habría rendido. -No hay bronca -Irene sonrió sin despegar los ojos de los documentos-. Esto es como un curso intensivo de la historia del estudio. Cada proyecto, cada diseñoes fascinante

Para las diez de la noche, Irene seguía enfrascada en su labor. Se había prometido no salir de la oficina hasta terminar, aunque eso significara quedarse toda la noche

El timbre de su celular cortó el silencio. Era Gabriel

Irene hizo un rápido cálculo mental. Romeo ya debería haber recibido los papeles del divorcio

-¿Qué pasó, Gabriel

-Señora -la voz de Gabriel sonaba tensa, con el rumor del tráfico de fondo-. El presidente 

Castrose excedió con la bebida

¿Romeo borracho? Algo se removió en el pecho de Irene, pero se mantuvo en silencio, esperando

Gabriel aguardó unos segundos, claramente esperando alguna señal de preocupación que no llegó

-¿Está en casa

-¿Ya firmó los papeles? -contraatacó Irene

-¿Cuáles? No, mire, la cena con los inversionistas se complicó. El presidente bebió más de la cuenta y ahora está inconsciente en el coche -Gabriel bajó la voz-. Se ha estado quejando del estómago toda la noche. Ya sabe cómo se pone cuando bebe con el padecimiento que tiene. Lo estoy llevando para su casa, pero está oscuro y… 

Irene se quedó helada. Borrachoinconscientedolor de estómago. Las palabras resonaban en su cabeza como campanadas

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