Al Mal esposo 65

Al Mal esposo 65

Capítulo 65 

La luz se filtraba por los amplios ventanales de la mansión Castro, iluminando los rostros preocupados de la familia. El ambiente se sentía tenso, cargado de inquietud por la ausencia de Irene

Romeo permanecía de pie, su postura rígida delataba su incomodidad. Sus dedos jugueteaban inconscientemente con el reloj en su muñeca mientras intentaba minimizar la situación

-No hay por qué preocuparse tanto. Es solo un pequeño incidente

En su mente, la certeza de que podría resolver todo cuando viera a Irene lo mantenía tranquilo, aunque una sombra de duda comenzaba a crecer en su interior

Se giró hacia su familia, ajustándose la corbata en un gesto automático

-No me puedo quedar a comer. Irene no se siente muy bien y quiero ir a ver cómo está

Milagros, sentada en su sillón favorito, enderezó la espalda mientras sus ojos se iluminaban con una idea repentina. Sus arrugas se suavizaron con la esperanza

-¿Será que está embarazada

El sonido de una taza golpeando bruscamente contra su platillo resonó en la habitación. Ismael se inclinó hacia adelante, abandonando su postura relajada

-Si está esperando, debería regresar a la mansión. Aquí podríamos cuidarla como se debe

Romeo tensó la mandíbula, su voz salió cortante

-No

No puede ser, pensó, recordando las precauciones que había tomado. La medicación era infalible. Sus padres intercambiaron miradas interrogantes, el silencio pesado entre ellos exigía una explicación

-Solo anda algo indispuesta estos días -improvisó, aflojando el nudo de su corbata

Milagros dejó escapar un suspiro de desilusión, hundiendo los hombros

-Ay, m’hijoSi no te apuras con los nietos, te vas a hacer viejo esperando… 

Romeo, consciente de sus veinticinco años recién cumplidos, guardó un silencio incómodo. La preocupación por Irene proporcionó la excusa perfecta para escapar del interrogatorio familiar

Ismael lo acompañó hasta la puerta principal. La brisa fresca de la tarde agitaba las copas de los árboles del jardín

-Maneja con cuidado

De vuelta en la sala, Ismael se acomodó junto a su esposa

-Parece que Romeo está madurando. Al menos se preocupa por Irene

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Capitulo 65 

Milagros le dirigió una mirada cargada de escepticismo, sus años de experiencia reflejándose en sus ojos

-¿Llamas a eso preocuparse? Es lo mínimo que debería hacer. Si no le da un hijo pronto a Irene, me temo que la va a perder

La intuición femenina de Milagros, afinada por décadas de observación, le susurraba que algo no andaba bien en ese matrimonio. Las grietas, aunque invisibles para otros, eran evidentes para ella

-No digas eso -Ismael intentó calmarla, mientras hacía una nota mental de tener una conversación seria con su hijo sobre prioridades

-Todo esto es tu culpa -Milagros suavizó el reproche con una sonrisa cansada-. Por casarte con una mujer tan buena y darme un nieto tan terco que no entiende razones

El sonido de pasos suaves en la escalera interrumpió su conversación. Begoña descendía con elegancia

-¿Qué es eso de que no entiende razones

-¡Ay! -Milagros giró en su asiento, componiendo rápidamente una sonrisa-. Le decía a tu padre que la carne no agarra el sazón. Lleva marinando toda la noche y nada… 

La brisa fresca del Monte Veredas del Oeste acariciaba el rostro de Irene, quien se había detenido a mitad del sendero, exhausta. Su conjunto deportivo blanco contrastaba con el verde intenso de la vegetación, mientras mechones rebeldes de su cabello negro se escapaban de su cola de caballo, enmarcando su rostro sonrojado por el esfuerzo

Una sombra familiar la protegió del inclemente sol del mediodía. David, vestido completamente de negro, con un rosario de cuentas oscuras en su muñeca, le ofrecía una botella de agua mineral. La tapa ya estaba aflojada, un detalle que no pasó desapercibido para Irene

Ella entrecerró los ojos, agradecida por el respiro del sol

-Gracias, David

David se acomodó en una roca cercana, su voz tan suave como la brisa que los rodeaba

-No hay necesidad de tanta formalidad entre nosotros

El sonido de pasos apresurados y piedras sueltas anunció el regreso de Natalia, quien apareció corriendo con el entusiasmo de siempre

-¡Ya mero llegamos! Dos horas más y estamos en la cima. ¡Échale ganas, Irene

Una sonrisa genuina se dibujó en el rostro de Irene mientras asentía. La montaña se alzaba majestuosa ante ellos, sus laderas cubiertas de vegetación meciéndose con el viento. Por primera vez desde que había decidido divorciarse de Romeo, y con toda la situación de Daniel pesando sobre sus hombros, Irene sentía que podía respirar libremente

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19:39 

Capitulo 65 

Los hermanos Aranda, conscientes de su estado de ánimo, no habían dejado de intentar arrancarle sonrisas durante todo el ascenso. Sus bromas y conversaciones ligeras hacían obvio que el verdadero propósito de la excursión era ayudarla a escapar momentáneamente de sus preocupaciones

La noche ya había extendido su manto sobre la ciudad cuando finalmente descendieron de la montaña. El reloj marcaba las diez cuando David estacionó frente al edificio de Irene en Barrio Colinas Verdes. Natalia dormía profundamente en el asiento trasero

Irene bajó del auto con movimientos cuidadosos para no despertar a su amiga. Se inclinó hacia la ventanilla del conductor, donde David la observaba con esa calma que siempre parecía 

emanar de él

-Cuídate en el camino de regreso, David

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