Al Mal esposo 49

Al Mal esposo 49

Capítulo 49 

-¿Ya vino otra vez a quejarse con usted

La palabra otra vezresonó en los oídos de Ismael como una alarma. Su intuición paternal le advirtió que algo no andaba bien en el matrimonio de su hijo

-No vino a quejarse. Yo fui quien preguntó

Los labios de Romeo se curvaron en una sonrisa sarcástica, sus ojos destilando desdén

-No tiene que defenderla

-No la estoy defendiendo, Romeo. Un hombre debe… 

-Como usted diga. Voy a buscar a mi mamá

La luz brillante de la sala resaltaba el abismo que se había abierto entre padre e hijo. Desde que Romeo tomó las riendas de los negocios Castro, Ismael se había retirado gradualmente. Mientras el padre se alejaba del trabajo, el hijo se sumergía más y más en él, ensanchando la grieta en su relación

El distanciamiento se había vuelto aún más pronunciado después de que Romeo se casó y se mudó. Sus visitas se limitaban a los sábados cuando no estaba ocupado, y el poco tiempo que pasaba en casa lo dedicaba a discutir asuntos de trabajo con su madre. En ocasiones, cuando el trabajo lo absorbía, podía pasar hasta un mes sin que pusiera un pie en la villa

Ismael dejó las piezas de ajedrez sobre el tablero, observando pensativo la figura de su hijo 

mientras subía las escaleras

Me retiré soñando con pasar más tiempo con mi esposa, pensó. Espero no estar interfiriendo en el hogar de Romeo

En el jardín de la azotea, Irene cortaba girasoles uno a uno, formando un ramo generoso. El aire nocturno estaba impregnado del aroma dulce de las flores. Milagros la observaba desde una silla de mimbre, con una sonrisa maternal en el rostro

-¿Qué más te gusta, mi niña? Tu abuela plantará lo que quieras

Desde el solario, el cielo estrellado se extendía como un manto sobre ellas. Irene se volvió hacia Milagros con una sonrisa genuina

-Todo lo que usted plante me encanta, abuela. ¿Le corto algunas flores para su recámara

-Claro que -el rostro de Milagros se iluminó al ver la felicidad de su nuera-. Mira, ese lirio. está por 

abrir. Cuando florezca, haremos flores secas para adornar tu recámara matrimonial

El corazón de Irene se encogió. La recámara matrimonialno era donde ella y Romeo vivían actualmente. La familia Castro, con toda su riqueza, les había comprado una villa antes de la boda. Una propiedad nueva que aún esperaba ser decorada y habitada

21:82-1 

Capítulo 49 

El recuerdo de esa casa le provocaba un sabor amargo en la boca. Había dedicado tres meses enteros antes de la boda a diseñar cada rincón, vertiendo en ella todos sus sueños de recién casada. No siguió las tendencias del momento; cada detalle era único, una extensión de su personalidad. Esa casa, repleta de sus ilusiones y esfuerzo, nunca llegó a ser su hogar

-Está bienrespondió con voz suave

Después de arreglar los girasoles, cortó algunas flores más y, junto con Milagros, bajaron a la casa. Media hora después, la cena estaba servida

Irene, Milagros e Ismael ya llevaban un rato en la mesa cuando madre e hijo, absortos en sus asuntos laborales, llegaron con retraso. Romeo jaló la silla junto a Irene, sus ojos oscuros deslizándose por su perfil como una caricia helada

Ella conversaba animadamente con Milagros, una sonrisa natural iluminando su rostro. Romeo resopló internamente, su mirada cargada de sarcasmo. ¿Se había equivocado de persona? ¿O era Irene más astuta de lo que pensaba? Últimamente había desafiado su paciencia más de una vez. Incluso había logrado ganarse a los Castro, haciendo que su madre, normalmente seria, sonriera en su presencia

O tal vez, pensó con amargura, con el tiempo mostró su verdadero rostro, creyendo que podría usar a mi familia para manipularme. ¡Qué ingenua!” 

-Suegra la voz de Irene se suavizó al dirigirse a Begoña Sáenz

El recuerdo de su primer encuentro aún la hacía estremecerse. La mirada evaluadora de Begoña la había hecho sentir como un objeto en exhibición, como si estuviera decidiendo si era digna de llevar el apellido Castro. Había temido que sería una suegra imposible de 

complacer

Sin embargo, después de la boda, Begoña mantuvo una distancia cordial. Sus interacciones, aunque escasas, eran correctas si bien algo frías. Con el tiempo, Irene había aprendido a no temer esa frialdad

Begoña observó el rostro de su nuera con atención maternal

-Te veo más delgada últimamente. Tu cara se ve más afilada -sus ojos recorrieron el plato apenas tocado de Irene-. Come más, necesitas recuperarte

Al Mal esposo

Al Mal esposo

Score 9.9
Status: Ongoing
Al Mal esposo

Comment

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Options

not work with dark mode
Reset