Al Mal esposo 33

Al Mal esposo 33

Capítulo 33 

Con cada día que pasaba, Irene se convencía más de que el divorcio era inevitable. La imagen de Romeo ayudando a Inés con el cinturón de seguridad todavía le quemaba en la memoria, pero tendría que esperar. Ahora la prioridad era Daniel

El caso de su hermano se había convertido en tendencia en redes sociales, compitiendo curiosamente con otra noticia: el perro de una subdirectora de Alquimia Visual había sido atacado por un vecino, sufriendo costillas fracturadas. Las dos historias se disputaban los titulares, y en ambas, Irene reconocía la mano invisible de Romeo moviendo los hilos

La opinión pública se había volcado contra Daniel. Sin molestarse en investigar más allá, la gente ya había emitido su veredicto: otro junior irresponsable, probablemente alcoholizado o con problemas de ira, que había decidido desquitar sus frustraciones al volante

Los comentarios en línea eran cada vez más agresivos. Mientras tanto, el caso del perro de Inés había despertado la indignación de los defensores de animales, quienes argumentaban que solo un monstruo podría ejercer la fuerza necesaria para fracturar las costillas de un 

animal indefenso

El celular de Irene vibró con una llamada de Yolanda, interrumpiendo sus pensamientos

-Irene-la voz de Yolanda sonaba tensa-. Tu papá está en el hospital. Se puso mal de tanto preocuparse por Daniel. mejor concéntrate en ayudar a tu hermano

Irene sintió que el suelo se movía bajo sus pies

-¿Qué tan grave está? ¿En qué hospital lo tienen

-No es nada serio, ni te molestes en venir. Dedicate a resolver lo de Daniel

Siempre Daniel. Todo giraba en torno a él. Irene cerró los ojos, intentando contener la avalancha de emociones que amenazaba con ahogarla. Un problema tras otro, como si el universo estuviera probando los límites de su resistencia

Respiró profundo, aferrándose al plan de Vicente como un náufrago a su tabla. Dividirse el trabajo: él investigaría en la comisaría mientras ella visitaba a la madre de la víctima en el hospital

Con una canasta de frutas y suplementos nutritivos en las manos, Irene se detuvo frente a la puerta entreabierta de la habitación. Los sollozos que escapaban por la rendija le estrujaron el corazón

-Mi Selena, mi niña¿por qué te fuiste así? ¿Qué voy a hacer sin ti? -la voz quebrada de la mujer resonaba en la habitación-. ¡Tu bebé apenas tiene tres años! ¿Qué va a hacer sin su mamá

Irene se quedó paralizada, el ceño fruncido mientras procesaba la información. La víctima, según los reportes, era una mujer de treinta y dos años. Una madre con un hijo pequeño y padres que dependían de ella. ¿Qué podria llevar a alguien en su situación a

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Capitulo 33 

Las dudas la asaltaron. ¿Y si no había sido un intento de fraude? Pero no, las grabaciones eran claras: Daniel iba dentro del límite de velocidad, atento al camino, sin distracciones. Había sido la mujer quien se había lanzado contra el auto

Tomó una respiración profunda y empujó la puerta. En la habitación, además de la madre postrada en la cama con los ojos hinchados de tanto llorar, había un hombre cuarentón, mediocalvo, con la misma mirada enrojecida

Los dos voltearon a verla

-Disculpen la interrupción. Soy la hermana de Daniel, yo… 

La mujer en la cama se transformó al reconocerla

-¡¿Qué vienes a hacer aquí?! -agarró la almohada más cercana y la arrojó con todas sus fuerzas-. ¡Quiero ver a ese asesino pudriéndose en la cárcel! ¡Me quitó a mi hija

El impacto de la almohada hizo trastabillar a Irene

-Por favor, tranquilícese. Su salud es lo más importante ahora recogió la almohada del suelo-. Si mi hermano tiene la culpa, la justicia se encargará de… 

No alcanzó ni a dejar la canasta junto a la cama cuando el hombre la sujetó del brazo, arrastrándola hacia la salida

-¡No queremos nada de ustedes! ¿Piensan que con estas chucherías van a comprar el perdón? ¡Ni lo sueñen! Mi hermana está muerta por culpa de ese… 

La canasta se estrelló contra el suelo, su contenido rodando en todas direcciones. Irene tropezó y cayó sentada en el pasillo

El hombre se inclinó sobre ella, el rostro deformado por la rabia

-Si te vuelvo a ver por aquí, te va a ir muy mal. Tu hermano va a pagar por lo que le hizo a mi hermana, ¡y ustedes van a soltar hasta el último centavo

La puerta se cerró de un golpe que retumbó en todo el pasillo. Las cabezas comenzaron a asomarse: personal médico, pacientes, curiosos. Y al fondo del corredor, como buitres oliendo la carnicería, un grupo de reporteros se acercaba con sus cámaras listas

La familia Llorente podía haber perdido protagonismo en el mundo de los negocios, pero para la prensa seguían siendo carne fresca

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Status: Ongoing
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