Capítulo 292
David sintió una punzada en el pecho que lo obligó a bajar la mirada. El rostro de Irene, iluminado por la tenue luz de la cocina, despertaba en él sensaciones que prefería mantener contenidas. Las ocurrencias de Natalia le arrancaron una risa que agradeció como distracción. -Siempre presumes de tu temple de acero, ¿por qué no te aguantas unos regaños por mí? -Irene inclinó la cabeza, divertida por la situación.
Natalia le lanzó una mirada burlona mientras se abanicaba con una servilleta.
-Mi aguante es cosa mía, ¿o qué? No tengo por qué llevarme los sermones por ti -hizo una pausa calculada-. Aunque… si me aumentas la mesada el próximo mes, podríamos negociarlo.
Sus ojos recorrieron el modesto apartamento con preocupación mal disimulada. “Seguro Irene anda batallando con el dinero“, pensó, sintiendo una opresión en el pecho al ver a su amiga en un espacio tan reducido.
Las bromas entre los hermanos continuaron, con Irene uniéndose a las risas. En el fondo, anhelaba la compañía de Natalia. Las noches solitarias eran el peor momento, cuando los pensamientos no la dejaban dormir.
El reloj marcó las diez. Mientras Irene recogía los platos, David la siguió a la cocina, sus pasos resonando suavemente en el piso laminado.
-¿Nati te contó de mi bronca con la familia? -preguntó David, recargándose en la encimera.
Irene no había querido indagar, pero ya que él abría el tema…
-¿Tu tío se enteró que andas manejando Estudio Píxel & Pulso?
David dejó escapar una sonrisa tenue mientras negaba con la cabeza.
-No es por la chamba… es algo personal.
-Tu tío ha de andar preocupado por tus planes de matrimonio, ¿verdad? -Irene sumergió los platos en el agua jabonosa, manteniendo la mirada fija en sus manos-. Con lo exitoso que eres, no deberías preocuparte… aunque ya ves cómo son los papás, siempre andan con el pendiente…
Su voz fluía constante, manteniendo ese tono casual que marcaba una frontera invisible. Una frontera que David observaba con un dejo de tristeza en sus ojos oscuros.
-Irene… su voz cortó el monólogo de ella.
Ella se giró, gotas de agua resbalando de sus manos.
-¿Qué pasa?
David tragó saliva antes de extender su mano.
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Capitulo 242
-Déjame ayudarte con eso
-No hace falta -Irene bloqueo el gestó con naturalidad- Ya casi termino.
-Nati me dijo que todavía no concretas el divorcio con Romeo–la voz de David apenas superaba el sonido del agua corriente.
La tensión se instaló en la pequeña cocina como una presencia física. El vapor del agua caliente empañaba los vidrios de la ventana, creando un ambiente aún más íntimo y
sofocante.
Irene hizo una pausa, sus dedos apretando con más fuerza la esponja.
-Si… surgieron complicaciones. No quiere que lo tachen de infiel y anda investigando de dónde salieron esas fotos y videos. Me prometió que en un mes, máximo, aclararía todo antes de proceder con el divorcio.
Aunque nunca había hablado abiertamente con David sobre su separación, sabía que Natalia probablemente ya le había contado algo. Después de tantos años de amistad y todo el apoyo recibido, sentía que no tenía caso seguir guardando secretos.
-Si llegara a probar que nunca te fue infiel, ¿le creerías? -los ojos de David la estudiaban con
intensidad.
La pregunta golpeó a Irene como una ráfaga de aire frío. Su expresión, hasta entonces determinada, se congeló. La posibilidad ni siquiera había cruzado por su mente.
La relación entre Romeo e Inés se había convertido en una herida que no dejaba de sangrar. ¿No era infidelidad? ¿Entonces qué nombre tenía esa cercanía que superaba la que él mantenía con su propia esposa?
-¡Hermano! -el grito de Natalia rompió la tensión-. ¡Te está sonando el celular!
David observó el silencio de Irene, su ceño fruncido revelando que entendía perfectamente la
tormenta en su corazón.
-Mejor me voy. Descansen temprano -se despidió, dirigiéndose a la sala por su teléfono.
Al salir del apartamento, su camisa blanca brilló como un faro en la oscuridad. Su rostro, normalmente amable y atractivo, mostraba una soledad profunda mientras se alejaba. Bajo la luz amarillenta de una farola, su sombra se proyectó larga y solitaria sobre el pavimento, como un eco de sus sentimientos no expresados.
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