Capítulo 288
El amor que Liam sentía por Carmen rayaba en la obsesión. No era para menos – había rechazado una oferta millonaria en una de las empresas más prestigiosas de tecnología solo para seguirla al extranjero. Sus habilidades como programador le habían abierto puertas que muchos soñarian, pero él las había cerrado todas por ella, sin pensarlo dos veces.
Inés no podía evitar sentir alivio al ver la devoción con la que ese hombre trataba a su hermana. Una devoción que, en momentos como este, se convertía en un arma de doble filo.
Sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre el escritorio mientras fruncía el ceño, la frustración evidente en cada línea de su rostro.
-¿Cuántas veces tengo que repetirlo? -sus palabras salieron teñidas de exasperación-. Lo de Romeo y yo todavía no es nada oficial. Si esto se llega a saber… si Irene se entera y decide abrir la boca, no solo nos va a afectar a nosotros. Romeo también va a salir muy mal parado
de todo esto.
Al otro lado de la línea, los sollozos entrecortados de Carmen le estrujaban el corazón.
-Hermana… la voz de Carmen temblaba-. Romeo ya empezó a investigar por su cuenta. Los contactos de Liam están aquí, en el país… Me da miedo que te eche la culpa a ti. ¿Qué vamos
a hacer?
Un escalofrío gélido recorrió la espina dorsal de Inés. No era casualidad que Carmen le preguntara con tanta preocupación si estaba bien. La aparente indiferencia de Romeo ante toda la situación solo conseguía aterrorizarla más.
“Si Romeo realmente confiara en mí, ya hubiera venido a encararme con esas fotos“, pensó, y el miedo se transformó en certeza. “Está juntando evidencia. Quiere tener todo listo antes de atacar“.
-Hermana -suplicó Carmen-, Liam ya se dio cuenta que la regó. ¿No hay manera de arreglar esto? Ya sé que Romeo nunca lo ha querido ver ni en pintura, pero… es lo único que tengo. Jamás voy a encontrar a alguien que me quiera tanto como él.
La frágil salud de Carmen era una sombra constante sobre sus vidas. Nadie sabía cuánto tiempo le quedaba, y encontrar a alguien dispuesto a entregarlo todo por ella, como lo hacía Liam, era prácticamente un milagro. A pesar de su enojo, Inés solo quería ver a su hermana feliz…
-No te preocupes -respondió, intentando sonar más segura de lo que se sentía-. Tu hermana va a encontrar una solución. Dile a Liam que me cuente exactamente qué hizo, paso por paso.
Carmen le pasó el teléfono a Liam sin dudarlo. Él procedió a confesar cada detalle de su plan: había hackeado ilegalmente el sistema de seguridad del hotel para obtener los videos de vigilancia. El número de celular lo había conseguido mediante un pago remoto, usándolo después para rastrear a Irene dentro del país antes de enviárselo a ella.
Todo se había hecho a distancia, sin dejar rastros físicos. Incluso si iniciaban una
1/2
14:40 Ε
investigación, tomaría tiempo vincular las acciones con Liam en el extranjero.
“Todavía hay tiempo“, pensó Inés. “Puedo arreglar esto“.
Después de colgar, se tomó unos minutos en el descanso de la escalera para recuperar la compostura. Cuando regresó a la oficina para discutir trabajo con Gabriel, su rostro no delataba ni un apice de la tormenta interior que la consumía.
Los dedos de Irene volaron sobre la pantalla del celular mientras recuperaba el control de su cuenta de WhatsApp. Cambió la contraseña con movimientos precisos, bloqueando efectivamente el acceso desde el dispositivo original. Solo cuando terminó, se permitió soltar el aire que había estado conteniendo, su corazón por fin encontrando un ritmo más tranquilo.
Natalia, notando la tensión que invadía a su amiga cada vez que se mencionaba el tema de Romeo e Inés, decidió cambiar la conversación hacia algo que sabía que mantendría la mente de Irene ocupada.
-Esa competencia… la cuarta ronda es la final nacional, ¿verdad?
Irene dejó el celular a un lado y tomó un sorbo de sopa antes de responder.
-Si te soy sincera, me inscribí por la lana -admitió-. Claro que me va a doler si no paso, pero ni modo. Tengo que seguir adelante y buscar otras formas de ganar dinero.
Natalia la observó pensativa mientras jugueteaba con su propia cuchara.
-Oye, ¿y cómo vas con el trabajo? -preguntó-. Mi papá acaba de comprar un departamento que está en obra negra. ¿No te gustaría encargarte del proyecto?
Irene sabía que cualquier propiedad comprada por la familia Aranda valía, como mínimo, decenas de millones. Normalmente, proyectos así iban directo a los diseñadores más reconocidos del medio. Si el departamento fuera de Natalia, quizás podría haber aprovechado la oportunidad.
Negó suavemente con la cabeza.
-Mejor no me meto en eso. Los señores grandes tienen gustos muy diferentes a los nuestros. No me gustaría que tu tío después ande pidiendo cambios a cada rato.
Una sonrisa traviesa se dibujó en el rostro de Natalia.
-No, no es lo que piensas -aclaró-. Es el regalo de bodas que mi papá le compró a mi hermano. Todo se va a hacer al gusto de él. ¡Si le late cómo queda, con eso basta!
14:49