Capítulo 286 

La reacción de Gabriel fue mucho más mesurada de lo que Romeo había anticipado. Se removió incómodo en su lugar antes de aventurarse a hablar, sus palabras cuidadosamente 

medidas. 

-El video viene de las cámaras del hotel y las fotos… todo parece que las tomó la señora Núñez. ¿No sería más fácil preguntarle directamente? 

Los labios de Romeo apenas se movieron al responder, su voz cargada de una autoridad que no admitía réplica. 

-No. Vamos a investigar. 

Gabriel asintió y se retiró en silencio. No había más que discutir. 

El Maybach se deslizó suavemente por las calles hasta detenerse frente al centro comercial donde se ubicaba Estudio Píxel & Pulso. La zona estaba rodeada de complejos residenciales modernos y agradables, perfectos para comenzar una nueva vida. 

Irene dedicó las siguientes dos horas a recorrer departamentos hasta encontrar uno que se ajustara a sus necesidades. Se decidió por una unidad de una recámara, firmó el contrato y pagó el depósito en el momento. No quería perder más tiempo – necesitaba establecer su nuevo espacio, uno que fuera completamente suyo. 

La noche ya había caído cuando terminó de trasladar sus pertenencias desde Colinas Verdes. Sus dedos volaron sobre la pantalla del celular nuevo mientras le enviaba un mensaje a Natalia, informándole sobre su mudanza. 

La respuesta fue inmediata: una videollamada por WhatsApp. Aunque Romeo tenía su celular anterior, había conservado su tarjeta SIM, permitiéndole mantener sus contactos y comunicaciones. 

Irene acomodó el teléfono sobre un estante mientras continuaba desempacando. 

-Esta vez puedes venir cuando quieras. Es de una recámara, podemos compartir la cama y lo mejor de todo… -Una sonrisa amarga cruzó su rostro-. Mi mamá jamás vendrá por aquí. 

La principal motivación para mudarse había sido escapar del control asfixiante de Yolanda y César. No pensaba compartir su nueva dirección con ellos, y tampoco sabían dónde trabajaba. Por fin tendría algo de paz. 

-¿Qué pasó? -La voz de Natalia transmitía preocupación genuina. Había estado esperando noticias sobre el divorcio, no sobre una mudanza repentina. La expresión abatida en el rostro de su amiga a través de la pantalla le indicaba que algo serio había ocurrido. 

Irene le relató brevemente los acontecimientos en la oficina del registro civil, interrumpida constantemente por las exclamaciones de incredulidad de Natalia. 

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-¡No manches! -Natalia se movía frenéticamente por su habitación mientras se vestía-. Mándame tu ubicación. Con noticias así, ¡tenemos que hablar en persona! 

Conocía demasiado bien a Irene sabía que necesitaría un hombro sobre el cual llorar cuando la frustración finalmente la alcanzara. A pesar de que David siempre bromeaba sobre sus pobres habilidades para consolar, al menos podría ofrecerle un abrazo sincero. 

Sin esperar respuesta, Natalia cortó la llamada, Irene suspiró y envió su ubicación. 

Una hora más tarde, el timbre sonó. Irene había logrado organizar casi todo el departamento e incluso había traído algunos víveres de Colinas Verdes – lo suficiente para preparar dos platos de sopa de fideos. 

Mientras Irene se movía por la pequeña cocina, Natalia recorrió el departamento con curiosidad antes de instalarse en la mesa. Aunque ardía en deseos de conocer todos los detalles del día, el semblante concentrado de su amiga mientras cocinaba la detuvo. En su lugar, decidió abordar el tema desde otro ángulo. 

-Oye, si Romeo está tan empeñado en investigar esas fotos… ¿no será que de verdad no engañó? 

Irene colocó los platos humeantes sobre la mesa. Sin levantar la mirada, revolvió los fideos con el tenedor. 

-Si de verdad no hubiera engañado, ¿por qué dejaría que Inés viviera en nuestra casa? ¿Por qué contrataría un abogado para el perro de Inés? 

Las fotos por sí solas quizás no probaban nada concreto, pero sumadas a cada una de las acciones de Romeo, todo apuntaba en una sola dirección. 

-Entonces, si Inés te está provocando así… ¿Romeo no estará enterado? ¿Ya se habrán peleado? -Los ojos de Natalia brillaron con anticipación ante el posible drama. 

– 

Irene continuó comiendo en silencio. El suave tintineo del tenedor contra el plato resonaba como un eco en su pecho. Sus sentimientos eran un remolino confuso – no podía alegrarse, pero una parte de ella necesitaba saber: ¿Romeo enfrentaría a Inés por esto? 

El sonido de una notificación interrumpió sus pensamientos. Un “ding dong” de WhatsApp le informaba que alguien había iniciado sesión en otro dispositivo. 

Su corazón se detuvo por un instante. 

¿Otro dispositivo? ¿El celular que había dejado con Romeo? 

El pánico la invadió mientras pensaba en todas las conversaciones con Natalia almacenadas en la aplicación. ¡No podían permitir que Romeo las encontrara! 

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