Al Mal esposo 271

Al Mal esposo 271

 

Capítulo 271 

Irene apretó el teléfono entre sus manos. La indignación le recorría el cuerpo como una corriente eléctrica. ¿Con que Romeo quiere verme? ¿Y cree que con una simple llamada de Gabriel voy a correr a sus pies?Sus nudillos se tornaron blancos por la presión. ¿De verdad piensa que sigo siendo esa Irene que vivía pendiente de cada uno de sus gestos, de sus palabras?” 

Gabriel carraspeó nerviosamente al otro lado de la línea

-Es sobre el asunto del concurso -se apresuró a explicar, con un tono conciliador que revelaba su incomodidad

El asistente se esforzaba por convencerla, consciente de que Romeo la esperaba. Pero había algo extraño en todo esto. ¿Por qué la urgencia de Romeo por verla? ¿Y qué había pasado realmente con el concurso? Las preguntas flotaban en el aire como hojas secas, sin respuesta. Irene cerró los ojos, dejando que su mente se aclarara como agua quieta. El silencio se extendió por varios segundos hasta que finalmente tomó aire

-Está bien, voy para allá. Dile que me espere

– 

-¡Excelente! Gabriel exhaló aliviado antes de regresar presuroso a la oficina—. Señor, la señora dice que viene en camino. Solicita un momento

Romeo se quitó los lentes que le pesaban sobre el puente de la nariz. Sus dedos largos y elegantes masajearon el entrecejo, delatando el agotamiento acumulado. A pesar de haber pasado solo veinticuatro horas encerrado en el hotel, no había dormido en toda la noche 

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Sus ojos se posaron en el reloj de pulsera. Calculó mentalmente que tendría tiempo de terminar el último documento antes de que ella llegara

Gabriel se removió inquieto, recordando algo en el tono de voz de Irene que lo perturbaba

-Presidente Castro, ¿cómo le fue a la señora en el concurso? -titubeó un momento antes de añadir-. ¿Por qué la mandó llamar

Una sonrisa fría curvó los labios de Romeo.. 

-El resultado del concurso dependerá de cómo me hable esta noche

Al aflojarse la corbata, notó con disgusto las arrugas que surcaban tanto su traje como su camisa. Su ceño se frunció automáticamente. Dejó el documento a un lado y se incorporó con movimientos precisos

-Puedes retirarte -ordenó mientras se dirigía al cuarto de descanso

Gabriel tragó saliva. Un mal presentimiento le revolvió el estómago. El presidente Castro, con esa actitud arrogante, intentaba una vez más manipular a la señora. Pero había algo diferente 

18.42 

Capitulo 271 

en el tono de ella, una firmeza que sugería que ya no se dejaría controlar tan fácilmente. Lo mejor sería alejarse antes de que estallara la tormenta

Romeo emergió del baño completamente transformado tras una ducha rápida. El traje limpio y perfectamente planchado le devolvió ese aire de poder que lo caracterizaba. Regresó a su escritorio y se dispuso a terminar los documentos mientras esperaba… 

David apareció cinco minutos después para recoger a Irene. Ella extendió su mano delicada, aferrándose al brazo de él a través de la tela gruesa del abrigo. Con un movimiento fluido, se incorporó para abandonar juntos el restaurante

El sendero de piedras azules que conectaba el restaurante con el hotel apenas estaba iluminado por tres discretas lámparas de mesa. La calle desierta era testigo silencioso de sus pasos acompasados, sus figuras tan cercanas que proyectaban una sola sombra sobre el pavimento. Sin embargo, los detalles importantes permanecían ocultos en la penumbra: la distancia respetuosa entre la mano de Irene sobre el brazo de David, el toque caballeroso de él sobre el hombro de ella. Para cualquier observador casual, lucían como una pareja de enamorados compartiendo un momento íntimo

David utilizó su identificación para abrir dos habitaciones contiguas, destinando una para Irene y Natalia. Esta última ya dormía profundamente. Irene se dirigió directamente al baño, donde el agua fría sobre su rostro despejó la bruma del alcohol

-Si necesitas cualquier cosa, estoy en la habitación de al lado -murmuró David mientras recogía el abrigo que ella había dejado caer, colgándolo con cuidado junto a la entrada

La observó emerger del baño, cautivado. Su rostro delicado y pálido brillaba con gotitas de agua que se deslizaban hasta su barbilla afilada. Mechones de cabello negro se adherían a sus mejillas como pinceladas de tinta sobre papel, otorgándole un aspecto tan fresco y radiante como una flor en su punto exacto de floración

Irene se dejó caer en el sofá con gracia natural

-Si mañana no me levanto temprano, ¿podrías tocar mi puerta? Para no llegar tarde al trabajo

A pesar de haber programado una alarma, la incertidumbre sobre los efectos residuales del alcohol la inquietaba. ¿Y si no escuchaba el despertador

-¿No prefieres tomarte un par de días de descanso? -sugirió David con genuine preocupación. -No hace falta -negó ella suavemente con la cabeza-. Estaré bien

David le acercó un vaso de agua con miel, colocándolo con delicadeza frente a ella

-Entonces descansa bien

Quizás era efecto del alcohol, pero en ese momento todo parecía difuminarse alrededor de Irene. Aunque no podía distinguir claramente la expresión de David, sentía el peso de su mirada sobre ella, intensa y directa como un rayo de sol atravesando la niebla

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