Capítulo 254
La noche invernal envolvía la ciudad en un manto gris de escarcha y niebla. Las farolas de la calle proyectaban un resplandor anaranjado que se reflejaba en las gotas de agua suspendidas en el aire, creando halos difusos que bailaban sobre el rostro de Irene mientras contemplaba la pantalla de su celular.
El silencio se extendía como un abismo entre ella y el mensaje de David.
Aquella pieza, ese diseño que ahora David elogiaba, había nacido en una noche de vulnerabilidad. Con el sabor amargo del alcohol en los labios y los recuerdos de sus primeros días de matrimonio flotando en su mente como fantasmas burlones, la inspiración la había golpeado con la fuerza de una verdad largamente negada.
Sus dedos rozaron la pantalla mientras los pensamientos la atravesaban como dagas: el diseño de aquella villa que nunca llegaron a compartir, el matrimonio que había construido con tanto esmero solo para verlo desmoronarse en dos años, y el dolor punzante de saber que Romeo jamás la había amado realmente.
Ante su prolongado silencio, un nuevo mensaje de David iluminó la pantalla:
-Independientemente de dónde hayas encontrado la inspiración, este diseño es excepcional. Siempre supe que eras capaz de lograrlo.
Irene tragó el nudo en su garganta antes de responder con un escueto:
-Gracias.
Entregó su proyecto para la semifinal y regresó a casa, donde Yolanda ya había preparado la cena. La actitud de su suegra había dado un giro radical últimamente; más allá de su insistencia en que Irene dejara de trabajar, se había vuelto sorprendentemente considerada.
La semana siguiente transcurrió en un torbellino de actividad. El trabajo la mantuvo tan ocupada que Romeo se convirtió en poco más que una sombra en los rincones de su mente. Hasta que llegó el día de los resultados.
Al descender del taxi, el destino decidió jugarle una mala pasada. Ahí estaba él, descendiendo de un vehículo de lujo entre reverencias de los organizadores. El traje negro de alta costura se ajustaba a su figura como una segunda piel, y la camisa del mismo color, con dos botones desabrochados, dejaba entrever su clavícula. Emanaba sensualidad por cada poro, como si fuera pura feromona materializada en forma humana.
Las miradas femeninas gravitaban hacia él como polillas a la luz. Incluso ahora, con todo el dolor y el rencor que albergaba, Irene no podía negar su magnetismo natural.
A su lado, Inés resplandecía en un conjunto ejecutivo impecable. Su cabello largo ondulaba con gracia sobre sus hombros y su maquillaje profesional acentuaba sus rasgos. Sin embargo, junto a Romeo, parecía desvanecerse, como si su presencia abrumadora la eclipsara por completo.
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Capítulo 254
La pareja se adentró en el hotel rodeada de aduladores, sin percatarse de su presencia. Irene respiró profundamente antes de seguirlos, solo para ser detenida por un guardia de seguridad.
-¿Quién es usted?
-Soy participante de la semifinal -respondió, mostrando el pase en su teléfono.
El guardia señaló hacia un costado con desdén.
-¡Los participantes entran por allá!
Una alfombra roja se extendía desde la entrada principal hasta la calle, desplegada para Romeo, Inés y otros patrocinadores. No era un camino destinado para ella.
El vestíbulo del hotel estaba dominado por un enorme banner de Design Space. Los logos de Alquimia Visual y el Grupo Aranda brillaban como patrocinadores principales, coronados por las imágenes de Romeo y David: Romeo, con su belleza intimidante y distante; David, con una calidez accesible y una sonrisa genuina.
Entre la multitud de participantes, los grupos de mujeres especulaban sobre ambos hombres. Sobre David, soñaban con quién tendría la fortuna de desposarlo. Sobre Romeo, los rumores
zumbaban alrededor de Inés.
-La verdad es que el presidente Castro y la señora Núñez hacen una pareja perfecta. Solo una mujer con su capacidad de trabajo merece estar a su lado.
-Con lo que les encanta a estos ricachones el matrimonio secreto, ¿quién dice que no están ya
casados?
-Debe ser, ¿por qué más se mostrarían así en público?
Las conversaciones se clavaban en los oídos de Irene como agujas. Giró sobre sus talones para escapar, pero el destino tenía otros planes: Inés estaba a pocos pasos de ella.
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