Capítulo 253
Los empleados se apresuraban a saludar, sus rostros iluminándose con sonrisas cada vez más amplias y serviles.
-¡Presidente Aranda!
-¡Presidente Aranda!
David frunció ligeramente el ceño, haciendo un gesto discreto con la mano para silenciarlos. Sus ojos oscuros se posaron en Irene.
-Necesito hablar con Irene un momento. Continúen con sus labores.
Lucas y Antonio giraron sus cabezas hacia ella como si fueran marionetas movidas por el mismo hilo. El rostro de Lucas, en particular, era un poema de emociones encontradas: shock, preocupación y un nerviosismo mal disimulado que hacia temblar su labio inferior.
Irene, con la espalda recta y la barbilla ligeramente elevada, caminó con paso firme hasta colocarse junto a David.
-Presidente Aranda -murmuró con voz serena, aunque su corazón latía con fuerza contra su pecho.
David les dedicó una sonrisa cortes y un asentimiento antes de girarse, guiando a Irene con él.
La tienda física de Estudio Pixel & Pulso ocupaba un lugar privilegiado en el octavo piso, siendo lo primero que captaba la atención al salir del elevador. Sus ventanales de piso a techo dejaban entrar cascadas de luz natural que bañaban los productos en exhibición.
Caminaron en silencio hasta el final del pasillo, donde la luz del atardecer teñía todo de dorado. David se detuvo junto a la ventana, su figura recortada contra el cielo crepuscular.
-El departamento de personal decidió transferinte aquí -comenzó, su voz grave teñida de preocupación, pero hay algo en el gerente que no termina de convencerme. Vine a verificar la situación personalmente.
Irene sintió un nudo en el estómago al recordar las amenazas veladas de Lucas. Su mente viajó hacia todas aquellas personas que seguramente habían sufrido su acoso en silencio, atrapadas por algún secreto o debilidad que él había descubierto y usado en su contra. “Por eso sigue siendo gerente“, pensó con amargura. “Nadie ha podido reunir pruebas suficientes contra él‘
Se mordió el labio inferior antes de responder:
-Es una situación delicada, pero creo que tu presencia será suficiente para mantenerlo a raya.
Me preocupaba que te molestara que supieran de nuestra… conexión.
Una sonrisa suave se dibujo en los labios de Irene.
-Se distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. Enfrentarme a alguien como él sería
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contraproducente. Lo importante es garantizar mi seguridad.
“Con el respaldo del Presidente Aranda“, reflexionó, “nadie se atreverá a meterse conmigo“. No era como su entrada triunfal a la empresa bajo el ala de Lisa, la famosa diseñadora. Esta vez sería diferente: no usaría esa protección para dañar a otros.
David se despidió poco después, dejando tras de sí un rastro de murmullos y miradas curiosas. Al regresar a la tienda, Irene alcanzó a escuchar fragmentos de una conversación entre Antonio y Lucas.
-Oye, Lucas, ¿cómo iba yo a saber quién era ella solo porque la conoce el presidente Aranda?
-Entonces el aviso que me pasaste… ¿era específicamente para ella?
La voz de Lucas temblaba con desesperación mal contenida. Era obvio que temía que Irene hubiera hablado mal de él con David, que su posición estuviera en peligro.
Antonio guardó silencio unos segundos, como si acabara de realizar una conexión importante.
-¿Alguien más dio la orden? ¿Fue el presidente Aranda?
“¿No fue Romeo?“, el pensamiento golpeó a Irene como una bofetada. Una parte ingenua de ella había esperado que él, al menos por dignidad, hubiera intentado protegerla. Su rostro se ensombreció mientras la última luz de esperanza se extinguía en su pecho.
Lucas, al terminar su conversación con Antonio, se giró y al verla, se detuvo en seco. Una sonrisa forzada se dibujó en su rostro.
-Irene, lo de antes fue solo una broma. No te lo tomarás a mal, ¿verdad?
-Para nada -respondió ella con una cortesía glacial, su postura erguida y elegante contrastando con el temblor visible en las manos de Lucas.
-Me… me alegro. Deberías familiarizarte con los materiales de la tienda -tartamudeó él—. Si tienes dudas, busca a… Victoria, ella te explicará todo.
-Gracias, Lucas.
Irene regresó a la tienda y comenzó su revisión metódica de los productos. En el diseño, más allá del estilo y concepto propios, el conocimiento profundo de los materiales era fundamental. Dos años de actualizaciones constantes en materiales y paletas de colores significaban mucho terreno por recorrer.
El tiempo voló entre muestras y catálogos. Tan absorta estaba en su tarea que no tuvo oportunidad de discutir con David el diseño para la competencia. Solo pudo enviarle la versión
final en línea.
La respuesta de David llegó mientras viajaba en el autobús de regreso a casa, el cielo nocturno reflejándose en la ventana:
-¿En qué pensabas cuando creaste este diseño?
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