Al Mal esposo 242

Al Mal esposo 242

Capítulo 242 

El consultorio del doctor olía a desinfectante y a ese aroma característico de los hospitales que Irene nunca había podido describir con exactitud. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con las orillas del informe de análisis de sangre y el ultrasonido mientras se sentaba frente al escritorio del médico

El ginecólogo apenas levantó la vista de los resultados antes de emitir su diagnóstico

-Tienes un desbalance hormonal que está causando irregularidades en tu periodo

Tomó el ultrasonido y lo estudió con atención. La luz del negatoscopio iluminó su rostro con un resplandor azulado

-¿Estás casada

Irene asintió suavemente

-Sí, pero siempre nos hemos cuidado

El doctor la observó detenidamente por encima de sus anteojos, notando las ojeras y la palidez en su rostro

-¿Has estado bajo mucho estrés últimamente? ¿Problemas

Irene se llevó la mano instintivamente a la mejilla. Los últimos meses se reflejaban en su rostro como un mapa de preocupaciones; cada día que se miraba al espejo notaba nuevos signos de agotamiento

-La verdad es que

El ginecólogo bajó la cabeza y comenzó a escribir la receta. El rasgueo de su pluma contra el papel llenó el silencio del consultorio

-No es nada grave. Necesitas trabajar en tu estado de ánimo y reducir el estrés. Te voy a recetar unas pastillas con ingredientes naturales. No tienen efectos secundarios y si llegaras a embarazarte, no afectarían al bebé… 

Irene dejó de escuchar en ese momento. La sola mención de un embarazo la hizo 

desconectarse automáticamente de la conversación

Después de recoger la receta y comprar dos cajas de pastillas, salió de la farmacia con Natalia, quien la esperaba afuera. El aire frío de la tarde les golpeó el rostro

Natalia se enganchó a su brazo con la familiaridad de años de amistad

-¿Vamos a comer algo? -Su voz sonaba casi suplicante-. Hace siglos que no salimos solo tú 

y yo

Irene sonrió al notar el tono. David, a pesar de su carácter tranquilo, era estricto con las reglas, y Natalia solía contenerse en su presencia. Al pensar en Yolanda esperando en casa, la decisión fue fácil

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Capítulo 242 

-Va, vamos a la calle de los antojitos a dar una vuelta

A pesar del frío que les mordía las mejillas, sus gruesos abrigos de plumas y la comida caliente entre las manos creaban una burbuja de calidez reconfortante. Natalia estacionó el coche en la entrada de la calle y, como en sus días universitarios, caminaron tomadas de la mano, dejándose llevar por los aromas y las luces

La calle bullía de vida. Las luces brillantes de los puestos creaban un ambiente festivo, y el aire se llenaba con las risas de los estudiantes universitarios que abarrotaban el lugar. Después de recorrer varios puestos, sus manos se llenaron de diferentes antojitos

Se acurrucaron en un banco al final de la calle, protegidas del frío por sus abrigos. Natalia sorbió su nariz mientras bebía pequeños tragos de café humeante

-Ahora que mi hermano regresó, me siento más tranquila -confesó-. Quería pasar todo el tiempo contigo, pero el trabajo te secuestró

Irene se recargó en el respaldo del banco, sosteniendo un camote asado entre sus manos enguantadas. Su mirada se perdió en el cielo estrellado que se extendía sobre ellas

-¿Sabes? Siempre te tuve envidia. Me preguntaba si de verdad quería ser ama de casa toda mi vida. Me convencía diciéndome que casarme con alguien como Romeo y dedicarle mi vida valía la penapero ahora, creo que trabajar también me hace feliz

No podía negar que Romeo era el tipo de hombre que cualquier mujer soñaría tener. Su sola presencia era suficiente para provocar suspiros y miradas de admiración. Lástima que nunca me amó de verdad“, pensó con una punzada de dolor

-Si es lo que te hace feliz, te apoyo -Natalia le pasó otra taza de café y se recostó en su hombro-. Espero que te conviertas en una gran diseñadora. Cuando eso pase, seré tu asistente. De todos modos, quiero seguir siendo tu amiga para siempre

Irene no pudo evitar sonreír. En ese momento, el deseo de escapar de Romeo la consumía más que nunca. Anhelaba una vida sin sus complicaciones, sin tener que pensar en él constantemente, un espacio donde él no existiera. Solo un poco más, se dijo. El período de reflexión de un mes llegaría pronto

Al mencionar el período de reflexión, Natalia arrugó la nariz con disgusto

-No tiene sentido. Casarse es fácil, es cosa de un momento de locura. Pero divorciarseeso viene después de mucho sufrir, de darte cuenta que no son el uno para el otro. ¿De qué sirve el período de reflexión

Irene escuchaba las quejas de su amiga, tan típicas de ella, cuando su celular vibró en el bolsillo de su abrigo. Al sacarlo y ver el nombre en la pantalla, su ceño se frunció 

involuntariamente

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