Capítulo 234
Yolanda se sentía satisfecha con David. A diferencia de la arrogancia gélida de Romeo, él parecía más cercano, más manejable. Después de borrar apresuradamente la fotografía que había enviado por error, esperó largo rato sin recibir respuesta de Romeo. Concluyendo que no la había visto, procedió a reenviarla a César.
Apenas había terminado de sugerirle a César que David sería un buen partido para Irene. cuando su teléfono estalló con la llamada furiosa de su esposo.
-¡Los Aranda podrán no ser tan importantes como los Castro, pero tampoco somos mendigos para conformarnos con sus sobras! ¿En qué demonios estás pensando?
Las palabras de César la devolvieron bruscamente a la realidad. Tenía que extinguir cualquier chispa entre Irene y David antes de que se convirtiera en incendio.
David mantuvo un tono sereno pero firme.
-Tía, Irene tiene todo el derecho de tener amigos. Ni Romeo ni ustedes pueden decidir eso por ella.
Hizo una pausa medida antes de añadir:
-Entre ella y yo solo existe amistad.
“Por ahora“, completó en sus pensamientos.
Una risa amarga escapó de los labios de Yolanda.
-¿Cuál derecho ni qué libertades? Soy su madre, me corresponde preocuparme por ella. Ustedes los jóvenes actúan sin pensar. No quiero que cometa errores que la marquen de
vida.
por
El rostro de David se endureció, sus cejas se juntaron en un gesto poco característico en él.
-Ella no es así. Es tu hija, deberías conocerla mejor.
Conocía a Irene desde hacía años gracias a Natalia, aunque sus interacciones habían sido limitadas. Sin embargo, las historias de Natalia le habían permitido entender que Irene era una persona íntegra, con principios sólidos.
Le resultaba incomprensible que Yolanda, su propia madre, pareciera juzgarla con tanta dureza, como si estuviera convencida de que su hija había cometido alguna falta imperdonable.
-Uno puede conocer la cara pero no el corazón -replicó Yolanda con amargura-. Si ni yo, siendo su madre, la entiendo completamente, tú menos… -Se detuvo, como buscando las palabras correctas-. Si sigues metiéndote entre ellos y termina divorciándose, tú serás el único responsable.
La realidad era que no le importaba entender la verdadera naturaleza de la relación entre trene
y David. Solo sabía que César se oponía terminantemente al divorcio. Si Romeo estaba
molesto por la cercanía entre Irene y David, ella tenía que separarlos a como diera lugar.
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Capítulo 234
Los labios de David se tensaron en una línea firme. No tenía caso seguir discutiendo.
-David -la voz de Irene flotó desde la sala.
Sin dignarse a responder a Yolanda, giró sobre sus talones y regresó con los demás.
Después de terminar la botella de cóctel, Natalia finalmente sugirió que era hora de marcharse. -Ni modo -suspiró con resignación. La presencia de Yolanda en la habitación contigua había puesto un freno a la velada.
Irene se puso su chamarra acolchada para acompañarlos a la puerta. Al notar la expresión decaída de Natalia, le prometió:
-La próxima vez voy a tu casa y no nos vamos hasta quedar bien borrachas.
El rostro de Natalia se iluminó mientras seguía a David hacia el elevador.
-No sigas tomando sola -advirtió David-. Mejor regresa y busca inspiración. Mucha suerte en la semifinal.
La detuvo cuando intentó subir al elevador.
-Regresa ya.
El alcohol había dejado a Irene ligeramente mareada.
-Está bien, hasta aquí los acompaño..
Se recargó contra la pared y agitó la mano en despedida. La luz del elevador la envolvía como un halo, haciendo brillar sus labios y difuminando su mirada. Sus mejillas estaban teñidas de un suave rosado, y su cabello negro caía libremente sobre sus hombros.
David no pudo apartar los ojos de ella hasta que las puertas del elevador se cerraron por completo. Bajó la mirada mientras sus manos, colgando a los costados, se cerraban involuntariamente en puños.
Cuando Irene regresó al departamento, Yolanda la esperaba en la sala.
-¿Así que de verdad fuiste a trabajar? -preguntó, recordando la conversación sobre trabajo que había escuchado entre ella y David.
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