Capítulo 223
Irene permaneció de espaldas mientras escuchaba el monólogo interminable de Yolanda a través del teléfono. Sus dedos se tensaban alrededor del dispositivo mientras su rostro se mantenía impasible, como una máscara perfectamente tallada en hielo.
La voz de Yolanda finalmente se detuvo, dejando un silencio expectante en el aire.
Irene inhaló profundamente, controlando el temblor en su voz. -Entendido. Si no hay nada más, me despido.
“¿De qué serviría explicarle que no he vuelto por Romeo?“, pensó mientras su mente divagaba entre las posibles respuestas. “Solo conseguiría otra avalancha de reproches y acusaciones“.
Sus tacones resonaron contra el piso mientras abandonaba la calidez de la habitación, dirigiéndose hacia la cocina. El eco de sus pasos enmascaraba el sonido de otra presencia.
En la esquina del cuarto, Romeo extrajo su celular que acababa de vibrar. Era un mensaje de
Yolanda:
[Romeo, no te dejes engañar por esos aires de dignidad que se da Irene. Es necia como una mula. Ten paciencia. Yo me encargaré de hablar con ella seguido para que entren en razón.]
A pesar del silencio de Irene durante la llamada, Yolanda había percibido su reluctancia. No podía permitir que la obstinación de Irene arruinara esta oportunidad de reconciliación con Romeo. Aun sabiendo el desprecio que Romeo sentía por los Llorente, había reunido el valor para enviar ese mensaje.
Romeo contempló las palabras en la pantalla. Sus facciones aristocráticas se contrajeron en una expresión indescifrable, como una máscara a punto de resquebrajarse.
Dos horas más tarde, mientras Milagros se preparaba para retirarse después del almuerzo, Irene vio su oportunidad.
-Abuelita -se incorporó, tomando su celular con fingida naturalidad-, justo necesito salir un momento. Puedo aprovechar e irme con usted.
Un brazo la atrapó por la cintura antes de que pudiera dar un paso. Romeo la jaló hacia atrás con un movimiento fluido, haciéndola trastabillar hasta caer prácticamente sobre su regazo.
Sus labios se curvaron en una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. -¿Qué manera es esa de comportarte? ¿Haciendo que tu abuela te lleve? -Su voz destilaba una amenaza velada mientras inclinaba el rostro hacia ella-. Espérate tantito, yo te llevo.
El aliento de Romeo rozó su oído, enviando escalofríos de alarma por su columna. Irene intentó liberarse por instinto, pero cada movimiento solo conseguía que él intensificara su agarre.
Con desesperación contenida, miró hacia Milagros. -Abuelita, con que me deje en la parada del camión más cercana es suficiente.
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Capítulo 223
Milagros observó la escena con satisfacción mal disimulada, interpretando la posesividad de su nieto como un signo positivo. -¿Para qué vas a agarrar camión si Romeo puede llevarte? -Sus ojos se entrecerraron en una sonrisa complacida-. Andale, María Jesús, ya me dio sueño…
María Jesús se apresuró a ayudar a Milagros con su abrigo. Irene las observó partir, la súplica muda aún visible en sus ojos.
En un acto de rebeldía, sus dedos encontraron el muslo de Romeo y pellizcaron con fuerza la carne sensible. El cuerpo de él se tensó como una cuerda de violín, un gruñido ahogado escapando entre sus dientes apretados.
Sin embargo, su rostro permaneció imperturbable, como si el dolor solo fuera combustible para sus acciones. Con un movimiento fluido, levantó a Irene en sus brazos.
El sonido de la puerta al cerrarse resonó como una sentencia.
La calefacción zumbaba suavemente en el fondo mientras Irene se encontraba de pronto sentada sobre las piernas de Romeo. A pesar de sus medias translúcidas, podía sentir el calor que emanaba de él a través de la tela.
Sus mejillas se tiñeron de carmín. -¿Hasta cuándo piensas tenerme como tu prisionera? -La indignación temblaba en su voz mientras intentaba alejarse.
-¡Quédate quieta! -Su voz emergió ronca, sus ojos oscureciéndose como una tormenta en formación.
El ambiente se cargó de tensión mientras el silencio se extendía entre ellos, pesado como el aire antes de una tormenta.
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