Capítulo 215
Las manos de Irene temblaban de rabia ante la brusquedad con que Romeo la había arrastrado al auto.
-Ya me tienes harta con tus arranques. ¿De qué se trata todo esto?
Romeo, con un gesto brusco y teatral, arrojó un mazo de fotografías sobre ella. Las imágenes se esparcieron por todo el asiento trasero del Maybach como hojas en otoño.
Irene se acomodó en el asiento, frotándose la zona donde el cinturón de seguridad la había lastimado. Tomó una de las fotos que había caído cerca. El corazón le dio un vuelco al reconocer la escena: era de la noche anterior, cuando su cabello se había enredado en el botón
de la camisa de Romeo.
La imagen no mostraba ese detalle. En su lugar, capturaba lo que parecía ser un momento íntimo entre amantes, un abrazo apasionado en una calle solitaria. El resto de las fotografías seguían la misma línea, diferentes ángulos, diferentes momentos, pero todas mostrándolos juntos, cada imagen más comprometedora que la anterior.
-¿De dónde salió todo esto? -sus ojos buscaron los de Romeo, intentando entender.
Romeo aflojó su corbata con dedos tensos, soltando una risa amarga que heló la sangre de Irene.
-¿Te decepciona que no hayan llegado a los medios todavía? ¿Que no estén circulando ya en las revistas?
“Otra vez está actuando como un lunático“, pensó Irene. Se giró hacia el asiento del conductor.
-Gabriel, ¿ustedes compraron estas fotos de los medios?
Conocía bien el protocolo: ningún medio se atrevería a publicar algo sobre Romeo Castro sin consultarlo primero. Era más rentable negociar un buen precio por el silencio.
Gabriel apenas se atrevió a mover los labios.
—Sí, señora.
El chofer podía sentir la tensión emanando de Romeo. Era evidente que su jefe creía que todo era una estrategia orquestada por su esposa.
-¿Quién las tomó? -insistió Irene-. ¿No les preguntaron a los medios?
El silencio de Gabriel fue elocuente. Una mirada de Romeo a través del espejo retrovisor bastó para sellarle los labios.
Romeo, exasperado por ser ignorado, sujetó la muñeca de Irene con fuerza, obligándola a girarse hacia él.
-¿Cuál es tu jueguito ahora? ¿Vas a negar que tú planeaşte todo esto?
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Capítulo 215
El agarre de Romeo era como un tornillo de hierro. Irene se mordió el labio, conteniendo un quejido de dolor.
-Dame una sola razón por la que yo haría algo así.
-Sabes perfectamente por qué -Romeo presionó su dedo contra el pecho de ella-. Por estatus, por reconocimiento. Querías forzarme a admitir lo nuestro públicamente.
La temperatura dentro del auto pareció descender varios grados. Irene finalmente comprendió la magnitud de su acusación.
-Romeo, podrás odiarme todo lo que quieras, pero después de dos años juntos… ¿de verdad no sabes qué clase de persona soy?
-El corazón humano es un misterio -escupió las palabras como si fueran veneno.
-Entonces de verdad estás ciego.
La frustración bullía dentro de Irene. ¿Realmente la creía capaz de tales manipulaciones? Pero apenas ese pensamiento cruzó su mente, una conclusión amarga la golpeó: dos años no son suficientes para conocer realmente a alguien. ¿Acaso ella misma no se había equivocado completamente con Romeo?
Las venas en la frente de Romeo palpitaban visiblemente. La tensión en su mandíbula revelaba una furia apenas contenida. La miraba como si quisiera destruirla.
-Fue un error–masculló-. Me bastó una mirada hace dos años para pensar que serías sumisa y obediente. ¿Y qué conseguí? ¡Pura rebeldía! ¡Hasta te atreves a insultarme!
-¡Ya basta, Romeo! -Irene enderezó la espalda, cada palabra cargada de determinación-. Si de verdad no confías en mí, entonces busca la manera de cancelar los papeles del divorcio por debajo del agua. Te voy a demostrar que voy en serio con esto.
Sus ojos se encontraron en un duelo silencioso. La decisión de Irene era inquebrantable, como un juramento grabado en piedra.
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