Al Mal esposo 210

Al Mal esposo 210

Capítulo 210 

Cuando Alba Muñoz lo visitó aquella vez, aunque no le arrebató la vida, se llevó consigo su alma. Daniel ya no era más que una cáscara vacía de lo que alguna vez fue

El plan de tratamiento que Esteban había diseñado constaba de cuatro fases, y la primera no prometía resultados inmediatos

Irene dejó escapar un suave suspiro mientras devolvía la cuchara al plato de pozole ya frío, removiéndolo distraídamente

-Dani, tienes que echarle ganaspor tu hermana, ¿

Como siempre, solo el silencio respondió a sus palabras. Los ojos de Daniel permanecían fijos en algún punto invisible, ajenos a todo y a todos

Con paciencia infinita, Irene continuó llevando cucharada tras cucharada a sus labios. Después de una hora extenuante, finalmente logró que terminara de comer

Solo entonces se permitió tomar su propio plato, ya completamente frío, engullendo grandes 

bocados con el hambre acumulada de todo el día

Para cuando terminó de atender a Daniel, el reloj ya marcaba las diez de la noche. El viento nocturno se colaba como pequeñas dagas a través de su gruesa chaqueta, calándole hasta 

los huesos

De pie en la parada del autobús, esperando el último del día, se distraía navegando en Instagram. De repente, la cuenta de Inés apareció en su pantalla, mostrando una credencial que la identificaba como jurado del concurso Design Space

El post venía acompañado de un texto que hizo que su estómago se retorciera: ¡A los que superaron la primera ronda, nos vemos en la semifinal!” 

Un mechón rebelde de cabello se deslizó por su oreja, rozando la pantalla y evitando que esta se apagara. Irene permaneció absorta en sus pensamientos. Su intuición le decía que cada publicación de Inés ocultaba una amenaza velada, un mensaje entre líneas. Pero por ahora, solo podía esperar y observar

Se mordió el labio con fuerza mientras fruncía el ceño, hasta que una ráfaga particularmente helada la arrancó de sus cavilaciones. Al levantar la vista, su corazón dio un vuelco: el último 

autobús se alejaba sin ella

Normalmente, los conductores tocaban el claxon al ver a alguien solitario en la parada, pero ella había estado tan perdida en sus pensamientos que no escuchó nada. El conductor, asumiendo que no deseaba subir, siguió su camino

-¡Espérese! -guardó el celular en el bolsillo y corrió tras el autobús

Era una locura intentar alcanzarlo a pie, pero aun así lo intentó hasta verlo desaparecer en la siguiente intersección. Se detuvo, apoyando las manos en las rodillas mientras recuperaba el aliento, su respiración formando pequeñas nubes en el aire frío

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16:33 

Capítulo 210 

A lo lejos, un Maybach se detuvo con suavidad junto a la acera

-Presidente Castro, es la señora -indicó Gabriel

Romeo apenas levantó los párpados. A través del espejo retrovisor, observó la pequeña y frágil figura en la desolada calle

-Parece que no alcanzó el último autobús -Gabriel había visto a alguien corriendo tras el vehículo y, al acercarse, reconoció a Irene

Miró expectante por el retrovisor, aguardando instrucciones

Romeo se sumió en sus pensamientos. Según el rumbo que había tomado su vida con Irene, era sumamente improbable encontrarse por casualidad. Sin embargo, desde que ella propuso el divorcio, se habían topado varias veces en pocos días. ¿Realmente pueden ser tantas coincidencias?” 

Mientras reflexionaba, Irene se acercó al vehículo. Solo al estar más cerca reconoció el auto de Romeo. El motor ronroneaba suavemente, las luces brillaban en la oscuridad y, aunque el interior estaba en penumbras, podía sentir la intensidad de su mirada atravesándola

El recuerdo de su último encuentro en el hospital, su expresión gélida y sus palabras cortantes, la golpeó con fuerza. Romeo había dejado claro que no quería verla

Con esta certeza pesando en su pecho, se enderezó y continuó caminando. Al pasar junto a la ventanilla del conductor, esta descendió suavemente

Gabriel esbozó una sonrisa cortés, inclinando levemente la cabeza

-Señora, ya es muy tarde. ¿La llevamos a su casa

Antes de terminar la frase, su asiento recibió una patada seca y contundente. Romeo lo fulminaba con la mirada desde el asiento trasero

-No es necesario, gracias -Irene apenas distinguió la silueta del hombre en el interior, pero podía sentir su descontento irradiando como ondas de calor

Sin insistir, pasó frente al vehículo, decidida a buscar un taxi

Gabriel, confundido por la patada.de Romeo, buscó su mirada en el retrovisor. Al ver que seguía fija en Irene, malinterpretó la situación por completo. Salió del auto sin dudarlo

-Señora, por favor, suba. El presidente Castro la está esperando

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