Al Mal esposo 2

Capítulo 2 

La sopa para la resaca humeaba sobre la mesa mientras Irene contemplaba el pastel que había preparado con tanto esmero. Sus dedos jugaron nerviosamente con el celular antes de decidirse a llamar a Romeo. 

Al desbloquear la pantalla, una notificación de noticias captó su atención, haciendo que su corazón se detuviera por un instante: 

[El presidente de Grupo Alquimia Visual organiza espectacular celebración por el cumpleaños de su vicepresidenta. Rumores de romance en el aire.] 

Sus manos temblaron mientras abría la noticia. Una serie de fotografías apareció ante sus ojos, cada una como una puñalada directa al corazón. 

Ahí estaba Romeo, con esa camisa que ella le había regalado en su primer aniversario, el primer botón desabrochado casualmente. Sus manos, aquellas que tantas veces la habían acariciado, sostenían ahora las de otra mujer mientras juntos cortaban un pastel de seis pisos que hacía parecer ridículo su modesto intento casero. 

El pie de foto identificaba a la mujer como Inés Núñez, vicepresidenta de Alquimia Visual. Según detallaba la nota, Romeo había organizado personalmente esta sorpresa para ella. Miles de empleados habían recibido regalos conmemorativos. El detalle que más le dolió: compartían el mismo día de cumpleaños. 

La conclusión la golpeó como una bofetada. Mientras ella había estado en casa, ilusionada preparando una sorpresa para su esposo, él había estado organizando una celebración mucho más grandiosa para otra mujer. 

Sus ojos se detuvieron en los detalles: el regalo de Romeo para Inés, joyería de marca que costaba una fortuna. El de ella para él, una corbata de diseñador, acompañada de un gesto íntimo al darle pastel en la boca. Pero lo que más le dolió fue ver la expresión de Romeo en las fotos, esa mirada cálida que nunca le había dirigido a ella, esos ojos suaves que parecían derretirse al ver a Inés. 

Con un escalofrío, reconoció a la mujer. Era la misma del video, la que había visitado la habitación de hotel de Romeo en la madrugada. Ese cabello ondulado y esa figura curvilínea eran inconfundibles. 

Los recuerdos comenzaron a abrumarla. Todas esas noches que Romeo viajaba por “trabajo“, dos o tres días, a veces hasta una semana. Las llamadas que nunca contestaba, los mensajes que quedaban en visto. ¿Cuántas de esas noches las había pasado con Inés mientras ella se quedaba en casa, preocupada, extrañándolo? 

La verdad la golpeó como un rayo, dejando su rostro pálido como el papel. No quería ni imaginar cuánto tiempo llevaba esta relación, cuánto tiempo había estado viviendo engañada como una ingenua, 

El día de su boda, Romeo había insistido en que fuera una esposa dedicada al hogar. Ella había 

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Capítulo 2 

renunciado a sus sueños por complacerlo. Una sola palabra suya había bastado para 

mantenerla cautiva durante dos años, solo para descubrir que él prefería a mujeres exitosas y poderosas como Inés. 

Los pasos de Romeo resonaron en la escalera. Su cabello, todavía húmedo por la ducha, caía desordenadamente sobre su frente. La pijama gris le daba un aire casual que contrastaba con ‘ su habitual frialdad. 

-Prepárame una maleta. 

Se sentó junto a ella y comenzó a beber la sopa sin dirigirle una mirada. El celular seguía sobre la mesa, la pantalla mostrando la foto de Inés alimentando a Romeo con pastel. Él la miró de reojo y continuó bebiendo, como si la imagen no significara nada. 

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Sus manos se crisparon sobre la tela de su falda mientras reunía el valor necesario. 

-¿Desde cuándo organizar fiestas para tus empleadas forma parte de tus obligaciones? 

Era la primera vez en dos años que se atrevía a cuestionarlo. Romeo levantó la vista, sus ojos oscuros estudiándola con una mezcla de sorpresa y molestia. 

-Es parte del trabajo. 

-¿Y por qué nunca mencionaste que tu famosa vicepresidenta, esa que te acompaña a todos lados, es mujer? 

-No tenías por qué saberlo. 

Romeo apuró la sopa y se levantó, dispuesto a ignorarla como siempre. Pero esta vez Irene se interpuso en su camino, temblando de rabia contenida. 

-¿No tenía por qué saberlo? Soy tu esposa, ¿o se te olvidó? Andas celebrando el cumpleaños de otra mujer, gastando nuestro dinero en ella, ¿y yo no tengo derecho ni a enterarme? ¿Ni siquiera a opinar? 

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