Capítulo 196
La tenue luz del celular iluminaba el rostro juvenil de Irene en el pasillo oscuro. La llamada acababa de terminar, dejando en sus ojos un caleidoscopio de emociones encontradas: afecto y resignación entremezclados con determinación.
-Irene.
La voz masculina cayó sobre ella como un látigo desde lo alto.
Su cabeza se alzó de golpe, encontrándose con una silueta difusa en el recodo de la escalera. Romeo sostenía un cigarrillo entre los dedos, su rostro sombrío iluminándose
intermitentemente con el resplandor rojizo de la brasa. En la penumbra, sus ojos oscuros taladraban las mejillas de Irene con intensidad depredadora.
La mente de Irene estalló en pánico. “¿Cuánto habrá escuchado?“, pensó mientras su corazón martilleaba contra sus costillas. Aún no había planeado cómo abordar el tema del divorcio, y
ahora…
Pero ese pánico que la consumía por dentro, Romeo lo interpretó como culpabilidad. Para él, ella seguía siendo la misma mujer patética y estúpida de siempre. “¿Otra vez con el cuento del divorcio?“, pensó con enojo. Ni siquiera habían ajustado cuentas por el incendio en Valle Aureo, ¿y ya estaba pidiendo más?
Con un movimiento brusco, Romeo aplastó el cigarrillo y se arremangó la camisa mientras descendía las escaleras. Cada paso resonaba en el pasillo como un tambor fúnebre, golpeando directamente contra el pecho de Irene.
Cuando finalmente se plantó frente a ella, Irene inhaló profundamente.
-Romeo, quiero el divorcio. Voy a preparar los papeles ahorita mis…
Sus palabras fueron cortadas por la mano de Romeo, que se cerró como una garra sobre su
mandíbula.
-¡Dame una razón!
Irene retrocedió hasta chocar con la pared, luchando por respirar.
-¡Porque ya no te amo!
Una sonrisa amarga torció los labios de Romeo.
-¿Ya no me amas? ¿O será que ahora amas a David?
-¡Esto no tiene nada que ver con él!
El pánico atravesó su voz. Romeo había escuchado su conversación con David. No quería involucrarlo en esto.
-Es por Inés se apresuró a explicar-. Le regalaste nuestra casa, tienes algo con ella. ¡Tengo pruebas!
Capítulo 196
-¡No me vengas con pretextos! -Romeo estaba convencido de que el divorcio era por David-. ¿Tienes miedo de que le haga algo a tu amiguito?
Los ojos desesperados de Irene buscaron los suyos, pero solo encontraron la línea tensa de su mandíbula. Su negativa vehemente solo confirmaba las sospechas de Romeo. Cada palabra que ella pronunciaba alimentaba más su furia.
Irene quería mostrarle las fotos y videos en su celular, probar que él era el infiel, pero la tenía inmovilizada contra la pared.
-Está bien, olvidémonos de David y de Inés. Hablemos de nosotros sus ojos se llenaron de lágrimas. ¿Tú me amas?
Romeo giró la cabeza, soltando una risa baja y despectiva.
-No te hagas la inocente. Te casaste conmigo por conveniencia, ¿de qué amor hablas? ¿Te lo
mereces?
Desde aquel día que fue a pedir su mano, cuando César la ofreció en bandeja de plata, Irene había aceptado casarse con él, un completo extraño. Para la familia Llorente, ese matrimonio no era más que una transacción: vender a una hija para poder sangrar indefinidamente a la familia Castro.
A Romeo no le importaba. Mientras el dinero pudiera resolver el problema, no había problema. Solo quería una esposa sumisa. Pero nunca imaginó que Irene, después de dos años, revelaría su verdadera naturaleza. ¡No era la mujer que él creía!
Las palabras de Romeo golpearon a Irene como bofetadas. Nunca pensó que la viera así.
-¿Por dinero? En dos años, aparte de lo básico, ¿qué más me has dado? En este matrimonio no tengo ni voz ni voto, ¿no te das cuenta?
Sus reclamos hicieron que Romeo perdiera la paciencia.
-¿Así que quieres el divorcio? -la interrumpió bruscamente-. ¿Crees que poniendo cara de mártir voy a rogarte que te quedes? Ni lo sueñes. Vámonos ahorita mismo al registro civil.
12.22