Capítulo 195
Romeo frunció el ceño, sus ojos oscuros reflejando incredulidad.
-¿Irene? No puede ser.
Dos años de matrimonio le habían bastado para conocer a su esposa mejor que nadie. Era una mujer temerosa, incapaz de acciones tan extremas. Incendiar una casa con alguien adentro estaba completamente fuera de su carácter.
“Además“, pensó, tensando la mandíbula, “¿qué razón tendría para hacerlo?”
Inés se abrazó a sí misma, temblando visiblemente.
-Las cámaras de la sala se quemaron, pero las del patio siguen funcionando. Ahí se ve clarito cuando llegó, sacó las llaves y entró. Prendió todo desde el primer piso hasta el segundo. A lo mejor malinterpretó algo…
El frío le había entumecido tanto la nariz que apenas podía respirar. Sus ojos se llenaron de lágrimas que se negaba a dejar caer.
-Estoy bien, no me pasó nada su voz se quebró ligeramente-. Lo que me preocupa son los contratos que acabábamos de firmar hace dos días. Todos estaban en el estudio y… se quemaron. Si los socios no quieren volver a firmar, vamos a perder millones…
La furia se dibujó en cada línea del rostro de Romeo. Ya ni siquiera le importaba qué bronca había tenido Irene con Inés. Su mente solo podía procesar una cosa: los contratos perdidos.
-Romeo…
La voz de Inés se fue apagando mientras sus piernas flaqueaban. La delgada manta que la cubría resbaló de sus hombros, cayendo al suelo con un sonido sordo.
En un movimiento fluido, Romeo se inclinó y la levantó en brazos, llevándola hasta el auto para trasladarla al hospital.
El médico la examinó rápidamente. No tardó ni diez minutos en determinar que el desmayo había sido causado por la exposición al frío. Al enterarse de que Inés había pasado horas a temperaturas bajo cero vistiendo solo una pijama delgada, el doctor comentó que era un milagro que no hubiera sufrido hipotermia severa.
Cuando por fin la instalaron en una habitación normal, el sol ya comenzaba a asomarse por el horizonte.
Romeo extrajo un cigarro de su bolsillo y caminó hasta el final del pasillo para fumar. Fue entonces cuando escuchó una voz familiar hablando por teléfono.
Era Irene.
Daniel había sido trasladado a una habitación regular, e Irene había pasado toda la noche cuidándolo. Su rostro mostraba el agotamiento de la vigilia, y su voz sonaba débil.
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Capítulo 195
David, sabiendo que Romeo rondaba por el hospital, había optado por mantenerse alejado. Sin embargo, la preocupación pudo más que la prudencia y terminó llamando a Irene.
Ya fuera por el cansancio físico o el desgaste emocional, Irene no pudo contener la mezcla de resentimiento y coraje en su voz mientras le relataba los eventos de la noche anterior.
-¿Le prendiste fuego a la casa? ¿Estás bien? ¿Dónde andas?
La voz de David vibraba con preocupación apenas contenida.
Irene inhaló profundamente, su voz sonando distante y apagada.
-Estoy bien. Sigo en el hospital, no me voy hasta que Daniel despierte.
-¿Y Romeo? ¿Qué va a pasar con él?
Irene negó con la cabeza, olvidando por un momento que David no podía verla.
-Voy a buscarlo en cuanto tenga los papeles del divorcio impresos.
-Piénsalo bien, Irene. ¿Estás segura de que no te vas a arrepentir?
El dolor en la voz de Irene golpeó a David como una ola. Precisamente porque le importaba tanto, su reacción había sido tan extrema.
Las palabras se atoraron en la garganta de Irene. Intentó hablar varias veces, pero el nudo en su garganta se lo impedía.
El silencio se extendió entre ambos. David comprendió.
-Si te vas a arrepentir, entonces…
-David, no me voy a arrepentir–lo interrumpió Irene con firmeza-. Me voy a divorciar de él, cueste lo que cueste.
Más que una promesa a David, era un juramento a sí misma.
-Por lo pronto, trata de tranquilizarte. Ya arreglé lo de tu permiso en la empresa. Avísame cuando puedas regresar.
David seguía preocupado por su estado emocional.
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