Capítulo 182
Para asegurar el éxito del plan, necesitaban actuar cuando Irene estuviera ausente. Inés quería poner a prueba a Romeo: si Daniel se metía en problemas, ¿seguiría permitiendo que Esteban permaneciera en el país? Y más importante aún, ¿tendría Irene el valor de seguir compitiendo con ella por el afecto de Romeo?
Alba apretó el fajo de billetes contra su pecho, sus ojos brillando con avaricia.
-Me pongo en eso de una vez…
Inés la observó alejarse con una sonrisa de satisfacción bajo su máscara. No temía que Alba tomara el dinero y desapareciera; después de todo, la codicia era el mejor seguro: las personas hambrientas de dinero siempre regresan por más.
Después de realizar el pago, Irene se dirigió a la oficina de Emilio, solo para encontrarla vacía. El desánimo se apoderó de ella mientras su mirada se desviaba hacia el pasillo que conducía a la habitación de Daniel. La incertidumbre sobre el estado de su hermano le pesaba en el pecho, pero sin la autorización del médico, no se atrevía a visitarlo por su cuenta.
Con un suspiro de resignación, giró sobre sus talones y se encaminó hacia el elevador al final del pasillo. La luz del indicador mostraba que se encontraba en el piso superior. Oprimió el botón de llamada y esperó, tamborileando los dedos contra su muslo.
Las puertas metálicas se deslizaron con un suave zumbido. Justo cuando se disponía a entrar, una voz masculina familiar llegó a sus oídos.
-Doctor Morales, no olvide que tiene un pendiente conmigo.
Era David, con quien se había despedido hacía poco. A su lado se encontraba un médico de aspecto pulcro, con gafas oscuras y la inmaculada bata blanca característica del personal del hospital.
Ambos hombres notaron su presencia y voltearon hacia ella. La sorpresa se dibujó en el rostro de David.
-¡Irene! Qué casualidad encontrarte aquí.
Irene entró al elevador, dedicándole un asentimiento cortés a Esteban.
-Vine a cubrir los gastos médicos de Daniel.
No indagó sobre la presencia de David, pero para él, su llegada no podía ser más oportuna.
-Doctor Morales, ella es la hermana del paciente del que le platiqué. Su hermano está internado aquí mismo, en el Santa Cruz. Puede revisar su expediente cuando guste.
Irene dirigió una mirada interrogante hacia David.
Él se inclinó ligeramente, bajando la voz.
13:31
Capítulo 182
-El doctor. Morales acaba de regresar del extranjero. Aunque su experiencia clínica es relativamente corta, ha logrado avances impresionantes en el campo de las enfermedades mentales y psicológicas a nivel internacional. Creo que podría ayudarnos con Daniel.
David había intentado contactar a Esteban en múltiples ocasiones, pero este siempre había declinado regresar al país, argumentando otros compromisos. Incluso había considerado viajar personalmente para buscarlo, cuando se enteró de su repentino retorno. No queriendo crear falsas expectativas, había optado por no mencionárselo a Irene hasta estar seguro.
Los ojos de Irene se iluminaron con un destello de esperanza.
-¿De verdad? Doctor Morales, ¿podría por favor hacerse cargo del caso de mi hermano Daniel? Esteban se tensó visiblemente. Su sustento dependía de Romeo, y estaba a punto de rechazar la petición de David cuando el nombre mencionado por Irene captó su atención. Bajó ligeramente sus gafas, estudiándola con renovado interés.
-¿Cómo dijo que se llama su hermano?
-Daniel.
Los ojos de Esteban se movieron rápidamente tras los cristales oscuros mientras procesaba la información. Durante su estancia en el extranjero, David le había salvado la vida. Una deuda así demandaba ser saldada, pero su capacidad para tratar pacientes no siempre estaba bajo su
control.
¿Sería esta una señal del destino, ofreciéndole la oportunidad de pagar su deuda sin comprometer su posición? La duda lo carcomía por dentro.
El elevador se detuvo en el primer piso con una suave sacudida. Irene, percibiendo su vacilación y no queriendo incomodarlo con su presencia, intervino:
-Doctor Morales, tómese su tiempo para pensarlo. Puede darnos su respuesta después.
Se despidió con una sonrisa dirigida a David.
-Me avisas cuando el doctor Morales decida, ¿sí? Ya me voy.
-Claro que sí. -David quería ayudar, pero temía que Irene pudiera sentirse demasiado comprometida por el favor.
Una vez que las puertas se cerraron tras Irene, David se volvió hacia Esteban.
-Doctor Morales, no le pido que cure a Daniel por completo. Solo haga lo que esté en sus manos. Con eso saldaremos cuentas, y además, quedaré en deuda con usted.
Los ojos de Esteban brillaron tras sus gafas oscuras. Recordó las palabras de Romeo sobre la importancia de ser flexible y aprovechar las oportunidades cuando se presentan. Si podía ayudar a alguien más, reducir sus propios problemas y ganar un poco de satisfacción en el proceso, ¿por qué no hacerlo?
-Trato hecho.
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