Capítulo 173
El silencio al otro lado de la línea era tan denso que podía cortarse con un cuchillo. Irene revisó la pantalla de su celular, Confirmando que la llamada seguía activa.
-Si te quedas callada, voy a tomar eso como un sí.
Conociendo el orgullo de Inés, Irene esperaba una explosión de indignación ante semejante amenaza. Lo normal sería que se resistiera, que defendiera su dignidad con uñas y dientes. Incluso si decidía ceder, Inés nunca lo haría sin soltar algún comentario mordaz.
Pero después de las palabras de Irene, lo único que recibió fue el sonido seco de la llamada al cortarse.
“¿Estará en videollamada con Romeo y no puede hablar?“, el pensamiento la asaltó de repente. Algo no cuadraba, este silencio sumiso no era propio de Inés.
Frunció el ceño mientras un presentimiento inquietante se instalaba en su pecho. La confusión empañó sus delicadas facciones.
El eco de pasos descendiendo la escalera la arrancó de sus cavilaciones. Al levantar la vista, vio a Romeo bajando. A pesar del evidente cansancio en su rostro después de la noche en vela, su presencia seguía siendo magnética, imposible de ignorar.
Irene dejó el celular a un lado y fingió concentrarse en sus planos de diseño, como si la presencia de Romeo le fuera indiferente.
Él se dirigió a la cafetera, con la intención de prepararse algo que lo mantuviera despierto. Pero la aparente tranquilidad de Irene le llamó la atención. Giró ligeramente la cabeza y la observó, sentada junto al ventanal de piso a techo con expresión pensativa.
Se apoyó contra la isla de la cocina, sus manos aferrando el borde de granito.
-Prepárame un café. Lo quiero arriba en diez minutos.
“Desde que consiguió trabajo no ha ganado peso, pero vaya que aprendió a hacerse la desentendida“, pensó con amargura. “Me paso la noche trabajando ¿y ni siquiera tiene la decencia de preocuparse?”
Irene no se movió de su lugar. Sus ojos se encontraron con los de él.
-Mejor prepáratelo tú mismo y llévatelo. No sea que sin querer te interrumpa y te pongas peor.
-Ja.
Romeo se acercó a ella con pasos deliberadamente lentos. Desde su posición de pie, su mirada caía directamente sobre la esbelta cintura de Irene. Se inclinó y tomó su barbilla entre sus dedos, su irritación creciendo por momentos.
-Qué curioso. Cuando te la pasas todo el día en exposiciones con otro hombre no te veo tan respondona.
Los ojos de Irene se abrieron con sorpresa. “¿Cómo supo que fui con David?”
-Fue solo una visita a una exposición. Mucho menos tiempo del que tú pasas a solas con la señora Núñez.
Sus grandes ojos reflejaban el rostro cada vez más enfurecido de Romeo. Él tensó la mandíbula hasta que un múscula comenzó a palpitar en su mejilla.
-Nosotros estábamos trabajando. ¿Y ustedes qué?
“Por supuesto“, pensó Irene con amargura. Romeo siempre podía escudarse detrás del trabajo para justificar su inapropiada relación con Inés. ¿Pero que ella y David compartieran una tarde en una exposición? Eso era imperdonable.
-Somos amigos.
La justificación sonó débil incluso para ella misma. La mirada de desprecio que le lanzó Romeo le atravesó el corazón como
un cuchillo.
-A partir de ahora te prohíbo que seas su amiga.
Romeo la soltó y se frotó la muñeca. El agotamiento de la noche en vela le pesaba en cada músculo, envenenando su humor hasta el punto de desenterrar viejos rencores.
Irene, todavía sintiendo el fantasma de sus dedos en su barbilla, bajó la mirada.
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Capitulo 173.
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No permito que Inés viva en nuestra recámara y te opones. No quiero que sea vicepresidenta de la empresa y también te opones. Como tu esposa parezco más un adorno que otra cosa. ¿Con qué derecho me prohibes ser amiga de David?
Romeo apretó los dientes con tanta fuerza que Irene temió que se los rompiera.
-No quieres prepararme un café, pero bien que has aprendido a buscar pleito por todo.
Sin dignarse a reconocer la validez de sus palabras, perdió todo interés en el café y subió las escaleras, dejando tras de sí un silencio más pesado que el de la llamada anterior.