Al Mal esposo 17

Al Mal esposo 17

Capítulo 17 

Irene observaba a su madre, estudiando ese rostro que tan bien conocía: los labios apretados en perpetuo reproche, los ojos que juzgaban cada uno de sus movimientos. El peso de esa mirada le resultaba más asfixiante que el calor sofocante de la tarde

-¿Y si todo esto tiene que ver con Romeo

Yolanda se incorporó de su asiento, adoptando ese aire de superioridad que reservaba para sus 

sermones maternales

-No empieces con tus dramas. ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? No es fácil para un hombre salir adelante. Tienes que ser comprensiva y tener paciencia. No puedes andar haciendo berrinches por todo

Durante dos años, la indiferencia glacial de Romeo hacia Irene no había pasado sin protestas. Pero cada queja, cada intento de ser escuchada, era sistemáticamente aplastado por Yolanda con el mismo discurso

Lo único que la había mantenido a flote durante ese tiempo había sido ese flechazo inicial por Romeo, esos sentimientos que, como enredaderas venenosas, se habían arraigado cada vez más profundo en su corazón

Un pensamiento inquietante la asaltó: si Romeo no hubiera sido infiel, ¿habría terminado como su madre? ¿Se habría convertido en otra Yolanda, relegada a ser un adorno más en su 

matrimonio

A sus casi cincuenta, Yolanda seguía siendo el objeto de envidia en los círculos sociales, conservando la apariencia de una mujer de treinta y tantos. Pero Irene conocía la verdad que se escondía tras esa fachada perfecta: dentro de la familia Llorente, su madre era poco más que una sombra, siempre pisando de puntitas, siempre midiendo sus palabras

No envidiaba esa vida: ser el centro de atención en público pero vivir agachando la cabeza en privado

-Ya, regresa a tu casa y discúlpate con Romeo. Y por favor, ya no lo estés molestando

Yolanda volvió a sentarse, mirando a su hija con esa mezcla peculiar de tristeza, frustración y un destello casi imperceptible de cariño maternal

-Mira, mi amor, así son las cosas: una mujer necesita de un hombre para salir adelante. ¿O qué? ¿No es gracias a Romeo que puedes darte todos tus gustos

Las palabras de su madre le trajeron como un latigazo el recuerdo de las miradas despectivas

de Romeo

Cincuenta mil pesos al mes para tus gastos, nomás tienes que regar las plantas, mantener bonita la casa y dormir conmigo, ¿qué más quieres?” 

Cada vez que esas palabras resonaban en su memoria, sentía como si le clavaran agujas en el corazón. Podría haber aceptado ser una simple ama de casa por Romeo, incluso aguantar sus 

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Capitulo 17 

aires de superioridad, ¡pero jamás se quedaría al lado de un hombre que no la amaba

Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el dobladillo de su blusa mientras apretaba los labios, su mirada endureciéndose con determinación

-Mamá, ¿en serio tan poco valor les das a las mujeres? -La voz de Daniel Llorente bajó por las escaleras junto con sus pasos despreocupados, las mangas de su camisa arremangadas con descuido-. ¿Qué no según la igualdad de género es lo de hoy

Yolanda suavizó visiblemente su tono, ese que reservaba exclusivamente para su hijo menor

-Ay, travieso, ¡te metas en esto

Daniel, dos años menor que Irene, era el consentido indiscutible de la familia Llorente. Irene había escuchado infinidad de veces cómo su nacimiento había sido una decepción para toda la familia. Tanto así que Yolanda, aterrada, ni siquiera la había amamantado, apresurándose a buscar otro embarazo apenas pudo

Por fortuna, el destino les había sonreído: año y medio después llegó Daniel, asegurando así el lugar de Yolanda en la familia Llorente

Cada vez que escuchaba esa historia, Irene sentía una punzada en el pecho, pero lo que más le dolía era ver cómo su madre la contaba: sin rastro de tristeza, solo con alivio por haber cumplido con su deberde continuar el linaje familiar

Ella y Yolanda vivían en universos paralelos. Incluso ahora, si le revelara la infidelidad de Romeo, su madre encontraría la manera de justificarlo

-¿Para qué me mandó llamar papá

No podía seguir sentada ahí. El miedo a que se le escapara la palabra divorciole atenazaba la 

garganta

-Fue al rancho hace unos días y trajo productos de allá. Ya que vas de regreso a casa de los Castro, llévaselos

Yolanda, notando las intenciones de escape de su hija, volvió a sentarse para iniciar otro de sus 

sermones

-Ya van dos años de casada y ni señales de embarazo. Tu papá quiere que te lleve al doctor a que te revisen

La reciente fiesta que Inés le había organizado a Romeo había sido el tema de conversación en todos lados, y César lo había notado. El temor de que la posición de Irene estuviera en riesgo lo tenía inquieto

La mención del embarazo fue como una puñalada para Irene. Romeo le había entregado una caja de anticonceptivos desde el principio, vigilando obsesivamente que no dejara de tomarlos. Ahorita no tengo tiempo para distracciones,le decía. Los hijos pueden esperar unos años más.” 

Capítulo 17 

Ahora, aunque con una punzada de tristeza, agradecía no haber tenido hijos. Al menos el divorcio sería más sencillo

-Luego vemos eso, cuando haya tiempo

Se puso de pie, urgiendo a su madre para que le trajera los productos del rancho

Mientras Yolanda rebuscaba en la cocina, su voz seguía flotando como un zumbido molesto

-No te lo tomes a la ligera, mi amor. Romeo es un hombre importante, siempre va a tener mujeres revoloteando a su alrededor. ¿No crees que sería mejor amarrarlo con un hijo? Que anuncie su matrimonio contigo públicamente, para que todas esas resbalosas pierdan las esperanzas de una vez por todas

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